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El único país del mundo con dos ejércitos y otras claves para entender a Irán

Miembros de la Guardia Revolucionaria en Teherán
Miembros de la Guardia Revolucionaria en Teherán

En la Argentina se hicieron conocidos en 1994 a partir de la sospecha de su vinculación con el ataque a la AMIA y ahora, por su relación con el avión de Emtrasur varado en Ezeiza. Pero en Irán la Guardia Revolucionaria, o pasdarán (guardianes), son un creciente factor de poder militar, económico y político dentro de la república teocrática. Y la amenaza de su fuerza represiva es ahora fundamental cuando el descontento popular por la inflación (40%), la disparada de los precios de los alimentos (300% en mayo pasado) y los magros aumentos de la jubilación (10%), vuelven a sacudir al régimen con protestas como hace tres años.

“Todo en Irán está peor que en 2019, la inflación, la devaluación del rial y el desempleo. Y en aquel momento la Guardia Revolucionaria fue fundamental para reprimir las protestas. Pero el sistema político aprendió las lecciones del pasado y fortaleció preventivamente los controles internos y el manejo de las redes sociales”, explicó a LA NACION Paulo Botta, director del programa ejecutivo en Medio Oriente de la Universidad Católica Argentina (UCA).

Las protestas de 2019-2020, también denominadas “Primavera Persa”, fueron una serie de marchas en varias ciudades iraníes, inicialmente en respuesta al aumento del 200% en los precios del combustible. Pero luego se extendieron a un fuerte repudio contra el gobierno del entonces presidente Hassan Rouhani y el líder supremo Alí Khamenei. La orden de la autoridad máxima a la Guardia Revolucionaria fue finalmente taxativa: “La República Islámica está en peligro. Hagan lo que sea necesario para poner fin a esto. Tienen mi orden”, dijo Khamenei. Y la revuelta fue aplastada con un saldo desconocido de muertos, que muchos estiman cerca del millar.

Las masivas protestas antigubernamentales en Teherán en 2019
Las masivas protestas antigubernamentales en Teherán en 2019 - Créditos: @Ebrahim Noroozi


Las masivas protestas antigubernamentales en Teherán en 2019 (Ebrahim Noroozi/)

La reconquista del “orden social” fue un nuevo jalón para los pasdarán que son parte de un esquema de poder único en el mundo en un país bifronte: gobernado por una autoridad laica y otra religiosa islámica, y que también cuenta con dos fuerzas armadas equipadas de forma independiente, una regular y los pasdarán, inicialmente los custodios de la revolución islámica, y hoy un enorme conglomerado.

Los pasdarán

La Guardia Revolucionaria nació en 1979, pocos días después del triunfo de la revolución, cuando el líder espiritual, ayatollah Ruhollah Khomeini (1902-1989), desconfiaba de la lealtad del ejército imperial que por décadas había defendido al régimen del sha. Sin desarmar esas fuerzas regulares que, según la Constitución, se siguen encargando de custodiar las fronteras y mantener el orden interno, los pasdarán nacieron con la misión de proteger el sistema islámico tanto de las amenazas extranjeras como de las desviaciones internas. Es decir: un ejército para defender la ideología del partido gobernante.

El ayatollah Khomeini recibe el saludo de sus seguidores en Irán, cuando regresa luego de quince años de exilio, en febrero de 1979
El ayatollah Khomeini recibe el saludo de sus seguidores en Irán, cuando regresa luego de quince años de exilio, en febrero de 1979


El ayatollah Khomeini recibe el saludo de sus seguidores en Irán, cuando regresa luego de quince años de exilio, en febrero de 1979

De todas maneras, la línea divisoria entre las dos fuerzas armadas se fue desdibujando con el tiempo en favor de la Guardia Revolucionaria que hoy está presente en todos los estamentos. “Más allá de su poder militar, de las 290 bancas de la Asamblea legislativa, unas 30 pertenecen a oficiales superiores de los pasdarán. Además tienen un enorme poder económico en las empresas estatales. Se estima que hasta un tercio de la economía del país depende de compañías que controla la Guardia Revolucionaria. Para muchos iraníes poder ingresar a una empresa de los pasdarán es asegurarse ascenso social, estabilidad y futuro económico”, agregó Botta.

Todo eso sin olvidar que en un país asfixiado por las sanciones, el narcotráfico y el contrabando son una importante fuente económica. La provincia iraní de Sistan y Beluchistán, en la frontera con Afganistán, es uno de los puntos más calientes del planeta en el tema del tráfico de drogas.

Presencia en América Latina

Las redes de la Guardia Revolucionaria se extienden además por todo el mundo en los países aliados de la república islámica. Desde comienzos de siglo, junto con el auge del llamado “socialismo del siglo XXI”, Irán fortaleció sus lazos con América Latina, una relación que los analistas siempre miraron con sospechas.

Nicolás Maduro junto al presidente de Irán, Ebrahim Raisi, reunidos en Teherán el 11 de junio pasado
Nicolás Maduro junto al presidente de Irán, Ebrahim Raisi, reunidos en Teherán el 11 de junio pasado - Créditos: @-


Nicolás Maduro junto al presidente de Irán, Ebrahim Raisi, reunidos en Teherán el 11 de junio pasado (-/)

El especialista italiano Nicola Pedde, explicó a LA NACION que el incremento de las relaciones con la región es para Teherán una forma de contar con vías económicas alternativas frente a las sanciones que impuso Estados Unidos por el desarrollo del programa nuclear iraní.

“Iran siempre buscó legitimidad y cooperación con los sistemas políticos hostiles a los Estados Unidos. Y en este sentido encontró gran apertura en América Latina durante el pasado reciente, especialmente en Venezuela. Pero las relaciones con estos países despiertan muchas sospechas y son vistas como una forma de eludir las sanciones, y permitir que Teherán acceda a tecnología industrial y militar mientras comercializa productos civiles y bélicos en países latinoamericanos. Todas las acciones de Irán en la región, así como su relación con el avión retenido en Ezeiza, parecen destinadas a quedar envueltas en el misterio”, dijo Pedde, director en Roma y Bruselas del Institute for Global Studies (IGS), que viaja en forma asidua a Teherán.

En un país donde las Fuerzas Armadas regulares tienen unos 600.000 soldados, los miembros de la Guardia Revolucionaria suman unos 125.000 efectivos, pero a eso hay que sumarle un número incierto de miles de milicias paramilitares Basij, que tuvieron un rol clave en la represión de las manifestaciones de 2019, y la fuerza de elite Quds -considerada por Estados Unidos como una organización terrorista, y a la que habría pertenecido uno de los pilotos retenidos en la Argentina-, enfocada en la guerra no convencional, que incluye operaciones en el extranjero, como vínculos con el Hezbollah en los países árabes o Hamas en Gaza.

Mohsen Sazegara, uno de los miembros fundadores de la Guardia Revolucionaria en 1979, que actualmente vive exiliado en Estados Unidos luego de haber repudiado el abandono de los “nobles ideales” del comienzo de la revolución, tiene una visión muy crítica del presente de los pasdarán. “No conozco ninguna otra organización en ningún otro país como lo que es hoy la Guardia Revolucionaria. Es algo así como, en una sola agrupación, el Partido Comunista, la KGB, un conglomerado de negocios y la mafia”.