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10 partes de animales que no sabías que se podían comer

‘Del cerdo, hasta los andares’. Hay personas que no están muy de acuerdo con esta frase, que insta a aprovechar al límite las partes comestibles de un cerdo. Son los mismos que no ven ningún problema en comer una pata de cerdo salada y curada (¿quién le va a ver inconveniente alguno en hincarle el diente a un jamón, verdad?), pero que huyen despavoridos en cuanto un plato de hígado asoma por la mesa. Y es que hay partes de animales que cuesta más ver en el plato… e incluso algunas nos resultan difíciles de comer. Aquí van 10 no aptas para tiquismiquis.

(Foto: Pixabay)

Cabeza de merluza. Tu pescadero de confianza lo denomina eufemísticamente ‘cogote’, pero, en realidad, lo que ves que te está ofreciendo es la cabeza del pescado, limpia y lista para hornear. Al horno, con un poco de vinagre, aceite, sal y guindilla, resulta un plato sabroso y jugoso.

(Foto: Wikipedia)

Ojos de atún. Los inmensos globos oculares de este pescado son considerados una delicia en Japón y China. ¿Que cómo se preparan? Asados, al parecer y los que los han probado hablan de una textura muy parecida a la del calamar.

(Foto: Wikipedia)

Aleta de tiburón. Son muchos los que entran en un restaurante chino y al ver la ‘aleta de tiburón’ piensan que se trata de una licencia poética. No lo es, es un plato en el que el caldo lleva la sustancia de esta parte del escualo y que se suele tomar en celebraciones de todo tipo en el país asiático.

(Foto: srjaviersanchez)

Rabo de cerdo. Estamos acostumbrados a comer estofado el rabo de vaca, de buey o de toro. Sin embargo, no solemos pensar en términos gastronómicos en la cola del cerdo, enroscadita y graciosa. Lo cierto es que sí que se toma guisada. Su textura es más bien gelatinosa.

(Foto: restaurante Materia)

Glándulas salivares del cerdo. Seguimos avanzando por la anatomía del mejor amigo del hombre, -cuando se trata de comer-, y nos detenemos en las llamadas ‘castañuelas’, habituales en lugares en los que hay fiesta de la matanza. Ahora comienza a popularizarse su consumo y tienen consistencia cartilaginosa.

(Foto: Wikipedia)

Pulmón de vaca. El bofe se consume en algunos países iberoamericanos y no es otra cosa que el pulmón de la vaca, convenientemente cocinado. Hay personas que tienen su fuerte olor grabado a fuego en la memoria y huyen de él como de la peste pero, ojo, tiene muchas vitaminas.

(Foto: Wikipedia)

Crestas de gallo. Premio para el primer ser humano que imaginó que podían ser comestibles. Se suelen preparar guisadas en alguna salsa y hay que cocinarlas quitándoles una telilla que tienen y esperando a que blanqueen un poquito.

(Foto: Flickr)

Patas de gallo. Ojo, que no nos estamos refiriendo a los muslitos de pollo sino al final de las extremidades del ave. En China se suelen ver, listas para ser cocinadas, en mercadillos callejeros. Se preparan en sopas y caldos, aportando una buena cantidad de colágeno.

(Foto: Wikipedia)

Corazón de vaca. En este caso, y pese a todos los reparos que nos pueda dar, estamos hablando de un plato de moda: el anticucho peruano. Se coge el corazón del animal, se limpia de nervios y grasa, se corta en trocitos y se hace en forma de pinchito moruno.

(Foto: Wikipedia)

Intestino de la vaca. Se usa como contenedor de uno de los embutidos más preciados por los entendidos: el botillo, típico del Bierzo, en la provincia española de León. A su vez, el botillo se guisa en distintas preparaciones.