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3 autoreflexiones para quitarse la 'coraza' y disfrutar del sexo

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Sentir crecer la libido, sentir atracción por alguien, sentir deseo es estar vivo. ¿Por qué no? ¿Estamos tan domesticados que nos da miedo la vida? (Foto: Getty)

A ver, los bloqueos sexuales existen, no son excusas para evitar mantener relaciones con la pareja. Muchas personas están muy desconectados de su interior y han construido un muro infranqueable que los separa del exterior. Puede que se hayan protegido y aislado para que no les hagan daño o se han dejando invadir tanto por los demás que hasta condicionan su conducta sexual. Con estas actitudes han ido desviando su fuerza sexual y espiritual a base de compulsiones, de bloqueos, de frigidez, y sobre todo, han destruido lo mejor de nosotros mismos: esa unión profunda que garantiza nuestra capacidad de amar y de vivir vuestra sexualidad.

Es lo que afirma la psicoterapeuta canadiense Marie Lise Labonté, creadora del Método de Liberación de Corazas cuyo fin es liberar el cuerpo de tensiones musculares enquistadas, encontrar la posición natural del cuerpo, reencontrar la energía perdida con los años y sentirnos mejor con nosotros mismos.

Porque “el amor no está separado de la sexualidad ni la sexualidad del amor”, explica esta revolucionaria sexual que está convencida de que “reunir amor y sexualidad es un proceso de individuación que conduce a amarse a uno mismo, a su cuerpo, su corazón y su energía sexual por encima de todo”.

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Para vivir tu sexualidad plenamente tienes que dejar a un lado condicionantes ajenos, como las influencias de tus padres y otras personas que han pasado por tu vida, y evitar un uso excesivo del cerebro izquierdo, el lógico y racional. (Foto: Getty)

Y es que el cuerpo está hecho de tal manera que incluso cuando llegamos a la edad adulta intentamos reprimir a Eros. No sabemos usarlo. Tomamos sustancias que lo desinhiben y lo desviamos de la función que es suya, y que consiste en elevarnos. En nuestra sociedad la fuerza de Eros es o bien evacuada por el efecto ‘válvula’, para aliviar un exceso de estrés, o bien dispersada hacia quien quiera atraparla, o bien utilizada para dominar al otro.

Usar de esta manera el sexo no trae nada bueno. Si lo reprimimos, si lo provocamos o si lo domesticamos, nos hacemos daño, porque lo desviamos de su línea, que consiste en conectar con las formas más altas del espíritu: armonizar el mundo de los instintos con el del corazón.

Así lo explica Labonté en su obra ‘Hacer el amor con amor’, donde a través de sencillos consejos, movimientos suaves y ejercicios reflesivos nos ayuda a reconectar con nuestra fuente íntima para “transformar la fuerza del corazón y la fuerza de la sexualidad en fuerza de amor”. ¿Cómo? Preguntándonos a nosotros mismos cuestiones tan poco comunes como estas:

1.-“¿Cómo es la parte femenina que vive en mí?” (PRIMERA ETAPA)

Seas un hombre o una mujer, intenta visualizar, percibir de forma simbólica lo femenino que hay en ti. ¿Cómo es tu parte femenina? Dibújala, imagínala, habla de ella con alguien en quien tengas confianza. Si cuando te preguntas cómo es esa parte femenina que hay en ti, acude la imagen de tu madre, de tu hermana o de una exnovia, dale las gracias y pídele que abandone tu espacio psíquico. Repite el ejercicio y hazte la pregunta en tu interior: No te preocupes, quizá no haya una respuesta inmediata. Repite el ejercicio en estado de relajación. Respira.

2.- “Cómo es la parte masculina que hay en mí” (SEGUNDA ETAPA)

Ya seas un hombre o una mujer, intenta visualizar o percibir cómo es la parte masculina que hay en ti. Un símbolo, una sensación… Tómate tu tiempo y respira. Si a tu mente acude la imagen de tu padre, de un hermano o de un exnovio, dale las gracias y pídele que abandone tu espacio psíquico. Con paciencia y amor por ti mismo, repite el ejercicio. También aquí puede no haber una respuesta inmediata. Repite el ejercicio en estado de relajación.

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3.- “¿Por qué no puedo aceptar ambas partes?” (TERCERA ETAPA)

Ahora imagina que se unen tu femenino y tu masculino interior. Vive este proceso en estado de relajación, siéntelo en tu cuerpo como si intentaras unir tus lados izquierdo y derecho. No fuerces el proceso, la unión de estas dos partes de ti se vive en tu mundo interior y se siente en tu sistema nervioso central. Dales tiempo.

Con este ejercicio de introsprección podrás conocerte mejor y deshacerte de aquellos prejuicios que que te bloquean. Porque, tal y como asegura la experta, hacer el amor con amor tiene una clave que reside en la expresión sexual, y libera una energía vital. Esta última se traduce en oleadas de placer que llegan al corazón y a todas las células de nuestro cuerpo, a nuestra conciencia en el mejor de los casos.

Nuestro cuerpo posee centros de energía, plexos asociados a diafragmas, que son puertas de comunicación. Cuando la energía vital emprende su ascenso hacia el orgasmo, toma la vía sagrada de la escalada del placer a lo largo de la columna vertebral (verticalidad) y hasta la parte superior del cráneo.

“El orgasmo es una oleada de energía que nos invade y nos hace perder la conciencia durante un segundo, un minuto. De pronto se suspende el pensamiento y el tiempo, hay un momento de resplandor, de eternidad, una muerte de nuestra personalidad. Nos expandimos, nos volvemos vastos, nos llenamos de amor, de felicidad. Ese momento de no respiración, de vacío absoluto para abandonarnos a la gracia, puede, por sí mismo, cambiarnos hasta transformar la visión que tenemos de nosotros mismos, del otro, del amor y de la vida. Eso es hacer el amor con amor”, concluye la escritora y educadora canadiense.

¿A qué das más importancia en tus relaciones: a la complicidad, al cariño, al amor que sientes por la otra personas o al sexo?

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