5 hábitos (a los que no quieres renunciar) que hacen mucho daño a tu hígado

Lo has notado, pero te haces el loco. El alcohol cada vez te sienta peor y tu cuerpo lleva tiempo enviándote señales. Este es el motivo por el que deberías dejarlo

Esperar a tus amigos a la salida del trabajo para tomarte una caña o un vino puede acabar dañando tu hígado. Es difícil pero puedes hacerlo: pide algo que no contenga alcohol ni tampoco azúcar. (Foto: Getty)
Esperar a tus amigos a la salida del trabajo para tomarte una caña o un vino puede acabar dañando tu hígado. Es difícil pero puedes hacerlo: pide algo que no contenga alcohol ni tampoco azúcar. (Foto: Getty)

Vayamos al grano: no hay una cantidad “buena” de consumo de alcohol. Y no no creas estás a salvo porque bebes con moderación; da igual que tomes solo un par de cañas con el aperitivo o un par de copas con los amigos (después de la cena), y sólo el fin de semana; ni siquiera que tomes algo de manera ocasional como una copita de cava para brindar en eventos puntuales. Qué sería de la vida sin estas pequeñas alegrías, ¿verdad? Pues sí, pero ¡cuidado! Porque todo va sumando y aumenta el riesgo.

¿Por qué te cuento todo esto? Pues porque se acaba de celebrar el Día Mundial Sin Alcohol, un día en el que la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) nos ha recordado las nocivas consecuencias que el consumo elevado y prolongado de alcohol tiene para la salud en general y para el hígado en particular, y en especial, porque quieren alertar sobre los peligros del consumo social del alcohol muy especialmente entre los jóvenes.

En este sentido los expertos consideran importante desmentir algunas falsas creencias sobre el consumo del alcohol, un factor de riesgo de mortalidad y de reducción de la calidad de vida.

Acostúmbrate: en tu día a día debes comer con agua, fuera o en casa. (Foto: Getty)
Acostúmbrate: en tu día a día debes comer con agua, fuera o en casa. (Foto: Getty)

Según explica el Dr. José Miguel Rosales Zábal, especialista del aparato digestivo y portavoz de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD): “un reciente estudio, publicado en la prestigiosa revista The Lancet, muestra que el alcohol es responsable de un aumento del riesgo de mortalidad por cualquier causa, y específicamente de los cánceres, que incrementan el riesgo con los niveles crecientes de consumo, y comprobando que el nivel de consumo de alcohol que minimiza la pérdida de salud es cero”.

Según el estudio el alcohol constituye el séptimo factor de riesgo de mortalidad y de reducción de la calidad de vida (a nivel mundial), y el primer factor si se considera el grupo de edad de 15 a 49 años.

“El consumo de alcohol en jóvenes es igual de perjudicial o más que en adultos y frenar el consumo en la edad adulta no repara ni mejora los daños ya provocados” argumenta el experto, que además deja claro que “por beber sólo en fin de semana el daño no es menor”; se ha demostrado que el consumo de fin de semana implica ingestas de mayor cantidad de alcohol en menos tiempo con un mayor riesgo de desarrollar daño hepático y en otros órganos.

Así que revisa tus costumbres y ten en cuenta que si eres de los que..

  1. No perdona las cañas del aperitivo.

  2. Sueles irte de farra/botellón casi todos los sábados (o/y los viernes).

  3. Calmas tus nervios, el estrés o la ansiedad con una copa después del trabajo aprovechando la happy hour.

  4. Cuando sales a comer o cenar fuera de casa terminas la comida con un chupito, o dos.

  5. Cuando estás fuera de casa por trabajo recurres a las botellitas del minibar para poder dormir.

  6. Y si te sientes solo o deprimido echas mano de lo primero que pilles en la nevera.

¿Qué? Visto así, todo seguido y de golpe, parece mucho, ¿verdad? Pues es lo que pasa, que no bebemos tan poco como creemos y al final no somos conscientes de que el alcohol produce en el hígado lo que llamamos hepatopatía alcohólica, que es un espectro de lesiones que se agrupan en tres síndromes fundamentalmente y que además son evolutivos en gravedad y dificultad de tratamiento: la esteatosis hepática alcohólica o hígado graso por alcohol en fase inicial, y la hepatitis alcohólica y la cirrosis hepática alcohólica, que son etapas más graves de la misma enfermedad” explica el Dr. Zábal.

La cultura del ‘afterwork’ está modificando los hábitos de los españoles, que cada vez empiezan a beber antes. (Foto: Getty)
La cultura del ‘afterwork’ está modificando los hábitos de los españoles, que cada vez empiezan a beber antes. (Foto: Getty)

Además, puede facilitar el desarrollo de cáncer de hígado. En España se estima que el alcohol es el responsable del 40-50 por ciento de los casos de cirrosis hepática, siendo así la principal causa de cirrosis. En cuanto al cáncer de hígado, entre un 20- 50 por ciento de los cánceres de hígado que se someten a trasplante hepático son debidos al alcohol.

Y son patologías con una alta gravedad y dificultad de tratamiento, con bajas cifras de supervivencia a largo plazo. Solo sobreviven más de cinco años el 58 por ciento de los pacientes con hepatopatía alcohólica, el 49 por ciento de pacientes con cirrosis provocada por el consumo de alcohol y el 33 por ciento de pacientes con hepatitis alcohólica sobre una cirrosis previa.

“Los efectos nocivos del alcohol sobre el hígado vienen definidos por múltiples factores, por un lado, relacionados por los efectos sobre el propio órgano y su metabolismo, y, por otro lado, relacionados con la propia susceptibilidad de cada persona, pues los daños no son iguales en todos”, añade el especialista.

Así actúa alcohol
El 90 por ciento del alcohol que absorbe el organismo se metaboliza en el hígado a través de unas células llamadas ‘hepatocitos’ en las que el alcohol se “oxida” transformándose en acetaldehído, una sustancia que es considerada la principal responsable de los efectos nocivos del alcohol.

El acetaldehído es capaz de estimular el sistema inmune y activar sustancias inflamatorias que dañan las células del hígado, degenerándolas y produciendo su destrucción. Además puede provocar fibrosis, es decir, la sustitución de tejido sano del hígado por un tejido “cicatricial” que no puede cumplir con las funciones de un hígado sano.

El acetaldehído también estimula los procesos que generan cáncer. La oxidación del alcohol en el hígado favorece una serie de mecanismos que aumentan el depósito de grasa y la aparición de hígado graso.

La susceptibilidad individual no se conoce con exactitud, pero hay varios factores que influyen en aumentar el riesgo de desarrollar hepatopatía alcohólica:

  • La edad (es más frecuente entre los 40 y 50 años),

  • El sexo (las mujeres son más susceptibles),

  • La raza (es más común en americanos, africanos e hispanos),

  • El consumo de tabaco,

  • La obesidad,

  • El tipo de bebida y la forma de consumirla,

  • Factores genéticos

  • O el consumo de alcohol con medicamentos que puedan potenciar su efecto dañino y que son tan habituales como el paracetamol.

Por tanto, tal como recuerda el Dr. Zábal, “la abstinencia al alcohol es el mejor tratamiento, si no se consigue, los tratamientos serán poco efectivos y lo más importante, puede dificultar la realización de otros tratamientos como el trasplante hepático”.

En la fase más inicial del daño hepático, cuando se trata de hígado graso o hepatitis leve, el abandono del alcohol evita la progresión del daño e incluso puede revertirse. Pero las hepatitis agudas por el alcohol necesitan hospitalización, tratamiento nutricional y, a veces, con corticoides.

En fases avanzadas (con cirrosis) el daño es irreversible. En estos casos, el abandono del alcohol disminuye, aunque no lo suprime, el riesgo de poder desarrollar un cáncer de hígado o bien otras complicaciones de la cirrosis, como la aparición de líquido en el abdomen (ascitis), hemorragias digestivas, encefalopatía hepática (alteraciones del comportamiento y del nivel de conciencia), etc. El trasplante hepático es una opción en situaciones de muy mala función hepática y siempre que la persona no beba nada de alcohol desde hace más de 6 meses.

En conclusión, la FEAD quiere recordar que los estudios actuales concluyen de forma clara e inequívoca que el alcohol es un problema de salud mundial de gran magnitud, y que la pequeña reducción de daños relacionados con la salud que podría esperarse de un consumo moderado o pequeño son superadas por el aumento del riesgo de sufrir enfermedades graves como el cáncer.

¿Eres incapaz de resistirte a tomarte una caña al salir del trabajo? ¿Crees que no es un hábito tan nocivo?

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