Anuncios

Más del 75 por ciento de los pacientes con COVID-19 prolongada no fueron hospitalizados por su enfermedad inicial

Una paciente con COVID-19 prolongada en Burr Ridge, Illinois, recibe terapia física para algunos de sus síntomas el 6 de octubre de 2021. (Alex Wroblewski/The New York Times)
Una paciente con COVID-19 prolongada en Burr Ridge, Illinois, recibe terapia física para algunos de sus síntomas el 6 de octubre de 2021. (Alex Wroblewski/The New York Times)

Más de tres cuartas partes de los estadounidenses diagnosticados con COVID-19 prolongada no presentaban la gravedad suficiente para ser hospitalizados por su infección inicial, según informó el miércoles un nuevo análisis de decenas de miles de reclamaciones de seguros privados.

Los investigadores analizaron los datos de los primeros meses después de que los médicos empezaron a utilizar un código de diagnóstico especial que se creó el año pasado para la enfermedad. Los resultados esbozan un panorama aleccionador sobre el impacto grave y continuo de la COVID-19 prolongada en la salud de las personas y en el sistema de salud estadounidense.

La COVID-19 prolongada, una compleja constelación de síntomas persistentes o nuevos tras la infección, que pueden durar meses o más, se ha convertido en uno de los legados más desalentadores de la pandemia. Los cálculos respecto al número de personas que pueden verse afectadas oscilan entre el 10 y el 30 por ciento de los adultos infectados; un informe reciente de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de Estados Unidos asegura que entre 7,7 y 23 millones de personas en Estados Unidos podrían haber desarrollado COVID-19 prolongada; sin embargo, aún queda mucho por saber sobre la prevalencia, las causas, el tratamiento y las consecuencias de esta enfermedad.

El estudio nuevo se suma a un conjunto creciente de pruebas de que, si bien los pacientes que han sido hospitalizados corren un riesgo mayor de padecer COVID-19 prolongada, las personas con infecciones iniciales por coronavirus leves o moderadas (que constituyen la gran mayoría de estos pacientes) pueden seguir presentando síntomas debilitantes después de padecer COVID-19, como problemas respiratorios, fatiga extrema y problemas cognitivos y de memoria.

“Esto está generando una pandemia de personas que no fueron hospitalizadas pero que terminaron con esta discapacidad”, señaló Paddy Ssentongo, profesor adjunto de epidemiología de enfermedades infecciosas de la Universidad Penn State, quien no participó en el estudio nuevo.

El análisis, basado en lo que el informe llama la mayor base de datos de reclamaciones de seguros de salud privados en Estados Unidos, encontró 78.252 pacientes que fueron diagnosticados con el nuevo código de la Clasificación Internacional de Enfermedades (código de diagnóstico U09.9 para “Condición de salud posterior a COVID-19, no especificada”) entre el 1 de octubre de 2021 y el 31 de enero de 2022.

Claire Steves, académica clínica y médica del King’s College de Londres, quien no participó en la investigación nueva, dijo que el número total de personas que recibieron el diagnóstico fue “enorme”, dado que el estudio solo cubrió los primeros cuatro meses después de la introducción del código de diagnóstico y no incluyó a personas cubiertas por programas de salud gubernamentales como Medicaid o Medicare (aunque incluyó a personas con planes privados de Medicare Advantage). “Probablemente sea una gota en el mar comparado con la cifra real”, comentó Steves.

El estudio, llevado a cabo por FAIR Health, una organización sin fines de lucro que se centra en los costos de la atención médica y las cuestiones relacionadas con los seguros, reveló que el 76 por ciento de los pacientes con COVID prolongada no requirieron hospitalización a causa de su infección inicial por coronavirus.

Otro hallazgo sorprendente fue que, mientras dos terceras partes de los pacientes tenían enfermedades preexistentes en sus registros médicos, casi un tercio no las tenía, un porcentaje mucho mayor del que Ssentongo esperaba. “Se trata de personas que han estado sanas y que dicen: ‘Oigan, algo no va bien conmigo’”, dijo.

Los investigadores planean continuar el seguimiento de los pacientes para ver cuánto duran sus síntomas, pero Robin Gelburd, presidenta de FAIR Health, señaló que la organización decidió publicar ahora los datos de los primeros cuatro meses, “dada la urgencia” del asunto.

Gelburd dijo que los investigadores estaban trabajando para tratar de responder a algunas de las preguntas que no se abordan en el informe, incluyendo el suministro de detalles sobre las enfermedades previas de algunos pacientes para tratar de identificar si ciertos problemas médicos ponen a las personas en mayor riesgo de padecer COVID-19 prolongada.

Gelburd comentó que la organización también planea analizar cuántos pacientes del estudio fueron vacunados y cuándo. Más de tres cuartas partes de los pacientes del estudio se contagiaron en 2021, la mayoría de ellos en la última mitad del año. En promedio, los pacientes seguían experimentando síntomas de la COVID-19 prolongada que calificaban para el diagnóstico 4 meses y medio después del contagio.

Los resultados sugieren un impacto abrumador de la COVID-19 prolongada en personas en la plenitud de la vida, y en la sociedad en general. Casi el 35 por ciento de los pacientes tenía entre 36 y 50 años, mientras que casi un tercio tenía entre 51 y 64 años, y el 17 por ciento tenía entre 23 y 35. Los niños también fueron diagnosticados con afecciones posCOVID-19: casi el 4 por ciento de los pacientes tenía 12 años o menos, mientras que casi el 7 por ciento tenía entre 13 y 22.

El 6 por ciento de los pacientes tenía 65 años o más, una proporción que quizá refleje el hecho de que los pacientes cubiertos por el programa regular de Medicare no fueron incluidos en el estudio. Estos pacientes eran mucho más propensos que los grupos más jóvenes con COVID-19 prolongada a padecer enfermedades crónicas preexistentes.

Según los investigadores, los datos de los seguros analizados no incluían información sobre la raza o el origen étnico de los pacientes.

El análisis que, de acuerdo con Gelburd, fue evaluado por un revisor académico independiente, pero no revisado formalmente por pares, también calculó una puntuación de riesgo para los pacientes, una manera de calcular la probabilidad de que las personas utilicen los recursos de la atención médica. Al comparar todas las reclamaciones de seguro que los pacientes habían ingresado hasta 90 días antes de contagiarse de COVID-19 con sus reclamaciones 30 días o más después de haberse contagiado, el estudio descubrió que las puntuaciones promedio de riesgo aumentaron en los pacientes de todos los grupos etarios.

Gelburd y otros expertos afirmaron que las puntuaciones sugerían que las repercusiones de la COVID-19 prolongada no se limitan a un gasto médico mayor, pues señalan “cuántas personas están renunciando a sus trabajos, cuántas están siendo incapacitadas, cuánto ausentismo hay en la escuela”, afirmó Gelburd. “Es como cuando lanzas una piedra al lago, y estas ondas que rodean ese guijarro son círculos concéntricos de impacto”.

Debido a que el estudio se centró solo en una población con seguro privado, dijo Ssentongo, es casi seguro que subestima el alcance y la carga de la COVID-19 prolongada, en especial porque las comunidades de bajos ingresos se han visto afectadas por el virus de manera desproporcionada y a menudo tienen menos acceso a la atención médica. “Creo que incluso podría ser peor si añadiéramos la población de Medicaid y todas estas otras personas que no se incluyeron” en los datos del estudio, dijo.

Según el estudio, el 60 por ciento de los pacientes con diagnóstico posCOVID-19 eran mujeres, en comparación con el 54 por ciento de los pacientes con COVID-19 en la base de datos de FAIR Health. No obstante, en los grupos de mayor y menor edad había, más o menos, la misma cantidad de hombres y mujeres.

“Creo que hay una preponderancia femenina en lo que respecta a esta enfermedad”, comentó Steves, y añadió que las razones podrían incluir diferencias en los factores biológicos que hacen a las mujeres más propensas a las afecciones autoinmunes.

Las reclamaciones del seguro mostraron que casi una cuarta parte de los pacientes posCOVID-19 presentaban síntomas respiratorios; casi una quinta parte tenía tos; y al 17 por ciento se le había diagnosticado malestar general y fatiga, una categoría de gran alcance que podría incluir problemas como niebla mental y agotamiento que empeoran después de la actividad física o mental. Entre otros problemas comunes estaban un pulso anormal y los trastornos del sueño.

El estudio nuevo trató de determinar la frecuencia de ciertos síntomas antes de que los pacientes se contagiaran, en comparación con el periodo en que a esos mismos pacientes se les diagnosticaron enfermedades atribuidas al posCOVID-19. Se descubrió que algunos problemas de salud, que por lo general eran poco frecuentes, tenían más probabilidades de surgir durante la COVID-19 prolongada. Por ejemplo, los problemas musculares se producían 11 veces más a menudo en los pacientes con COVID-19 prolongada; las embolias pulmonares se presentaban 2,6 veces más a menudo; y ciertos tipos de trastornos relacionados con el cerebro surgían con una frecuencia dos veces mayor, según el estudio.

Al igual que los estudios anteriores, el informe reveló que, si los pacientes necesitaban ser hospitalizados por su infección inicial, corrían un riesgo mayor de padecer síntomas a largo plazo que los pacientes que no fueron hospitalizados. El informe llegó a esa conclusión porque alrededor del 24 por ciento de los pacientes diagnosticados con una enfermedad posCOVID-19 habían sido hospitalizados (más hombres que mujeres), mientras que solo alrededor del 8 por ciento de todos los pacientes con coronavirus necesitaron hospitalización.

Aun así, dado que la inmensa mayoría de las personas no necesitan ser hospitalizadas por esta enfermedad, los expertos médicos afirmaron que este y otros estudios indican que muchas personas con una enfermedad inicial leve o moderada acabarán teniendo síntomas persistentes o nuevos problemas de salud posCOVID-19.

© 2022 The New York Times Company