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Por la aceleración inflacionaria, reaparecieron las señales de estrés en la cadena de pagos

La recesión acentuó el deterioro de la cadena de pagos
Por la elevada inflación y su impacto en ingresos y ventas, reaparecieron las señales de deterioro de la cadena de pagos

La notable aceleración que registró la inflación en el último cuatrimestre (promedió el 6,725% mensual) está provocando que reaparezcan las señales de estrés en la cadena de pagos. Muestra de ello fue el aumento del 12% promedio que se observó en octubre con respecto a septiembre tanto en la cantidad (+12,4%) como en los montos (+11%) de pagos no realizados por cheques rechazados por haber sido librados sin la contrapartida de fondos suficientes en las cuentas. Esa desmejora interanual se eleva 43,3% en el número de documentos y al 47,5% en la cantidad de cancelaciones de transacciones afectadas.

En total, en octubre hubo 36.979 cheques rechazados por falta de fondos, según el último Informe de Pagos Minoristas divulgado por el Banco Central (BCRA).

El electrocardiograma del sistema de pagos
El electrocardiograma del sistema de pagos

A eso se agrega el repunte que en ese mes también comenzó a registrarse en las tasas de morosidad de los pagos de consumos financiados con tarjetas de crédito, según admitieron en varias entidades consultadas al respecto por LA NACION, algo que afecta a la cartera de clientes de los plásticos emitidos con capacidad de compra media o baja. Y en los atrasos en pagos de las pymes vinculadas a la actividad industrial (la cartera de créditos irregular creció del 6,2 al 6,3% en septiembre) interrumpiendo un ciclo de mejora sostenida.

En todos los casos, admiten en los bancos, “son aumentos leves”, pero no dejan de hacer notar que se registran en un contexto en que el sistema recortó notablemente su exposición al sector privado.

De hecho, el último Informe de Bancos del BCRA reconoce al respecto una retracción del 2,7% real en septiembre con respecto a agosto, o del 5,1% real en relación con un año antes, en los saldos de créditos otorgados en moneda nacional al sector privado y “con caídas en casi todas las líneas crediticias”.

Eso quiere decir que también aparecen síntomas de desmejora en la calidad de cartera crediticia de los bancos, aunque por criterios prudenciales y dados los incentivos que les dio el Gobierno para que aumenten su exposición al sector público -vía Leliq o comprando títulos al Tesoro- fueron más selectivos con sus clientes corporativos y restrictivos con los titulares de tarjeta, a la mayoría de los cuales les recortaron en términos reales el poder de compra al no actualizar los montos financiables al ritmo de la inercia inflacionaria.

Para el director de la consultora Focus Market, Damián Di Pace, lo que las estadísticas públicas comienzan a detectar es una consecuencia lógica de “la aceleración de la inflación con caída en paralelo del consumo” que se viene registrando. “Lo que crece por precio disminuye por cantidad en las ventas, por el impacto que la erosión inflacionaria tiene en los ingresos de la gente”, sostiene.

“Los comerciantes o encargados de empresas pagaron este trimestre los insumos o mercadería a un precio mayor al previsto, mientras que, por el otro lado, cobraron menos ante la caída de ventas. Ese desfasaje impactó en sus cuentas corrientes y los dejó muchas veces sin los fondos suficientes para acompañar el ritmo de los pagos comprometidos. Es una situación que se hizo habitual y se está agravando porque todos buscan mantener stocks, pero se enfrentan con la incertidumbre sobre la reposición o costos de insumos que se disparan al ajustarse cada vez más al compás de los dólares libres”, explica Di Pace, que asegura no dejar de recibir mensajes de afectados por situaciones de este tipo.

Los datos no permiten hablar de una situación disruptiva, pero muestran una cadena de pagos con menos fluidez que la que tenía hasta mitad de año y atrasos que se hacen cada vez más regulares.

Cuando estas señales aparecen, las empresas tienden a tratar de asegurar cobros y retrasar pagos, para evitar riesgo de caer en nuevos desfinanciamiento, lo que hace que los problemas en la cadena de pagos tiendan a reproducirse.