Adiós al acosador, a los que observan (testigos) y a los que se ríen: Con el KiVA ya no hay ‘bullying’

El método finlandés contra el acoso escolar que está revolucionando Europa

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Quedarse al margen o subirse al carro del ‘abusón’, dos actitudes que hacen tanto o más daño que el acoso. (Foto: Getty Images)

KiVa es el acrónimo de “Kiusaamista Vastaan” (en finés, contra el acoso escolar); también traducido como “nice”, bonito. Así se conoce al innovador método filandés contra el ‘bullying’.

El 10% de los niños en edad escolar son susceptibles de sufrir ‘bullying’, que es la manifestación de una relación represiva, un abuso de poder y de fuerza. Consiste en un comportamiento hiriente y denigrante que se produce de forma deliberada y repetitiva hacia una persona relativamente indefensa o más débil, dado que todos participan en un hecho colectivo.

Este dato no es representantivo ya que, según revela una encuesta realizada por Aldeas Infantiles SOS entre más de 2.800 estudiantes de secundaria de todo el país, el acoso escolar o ‘bullying’ es una de las grandes preocupaciones para el 40% de los adolescentes españoles.

Según publica ABC, más de la mitad de ellos (54%) dicen protestar cuando una situación es injusta y el 56% apoya a un compañero si ve que lo está pasando mal (esta es la clave para frenar el acoso).

En la mayoría de los casos, el 'bullying’ es verbal (psicológico) y se manifiesta en forma de burlas e insultos, por la forma de llamar o dirigirse al alumno, al que se trata de deja en ridículo delante de los demás. Cuando a alguien se le hace el vacío (trato excluyente) o se emiten bulos y falsos rumores para aislarlo y poner al resto en su contra se trata de 'bullying’ indirecto. Si hay empujones, golpes o patatas ya pasa a ser 'bullying’ físico. Y cuando ese acoso se produce a través del móvil o el ordenador es ‘cyberbullying’ .

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Terapia ‘anti-bullying’ en Reino Unido. (Foto: Getty Images)

El programa KiVa desarrollado por la Universidad de Turku en Finlandia y el Ministerio de Educación y Cultura invierte el método tradicional (centrarse en la la confrontación entre víctima y acosador) y se basa en la reacción del resto de los alumnos (testigos) que se ‘ríen’ de la situaciónn.

Pero al hacer partícipes al resto del grupo el programa KiVa se pretende desenmascarar el problema, “fomentando el respeto de los alumnos por sus compañeros, así como la corresponsabilidad de todo el entorno, la resiliencia (capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas) y el buen manejo de las situaciones en las que se puedan llegar a sentir bajo presión", explica a El Mundo Sonia Díez, directora del Colegio Internacional Torrequebrada (Málaga), uno de los centros españoles pioneros en la implatación de este método.

En lugar de intentar acabar con la ‘vulnerabilidad’ y actitud pasiva de la víctima intentado que sea más extravertido y de cambiar al acosador para que desarrolle empatía, el KiVa implica una serie de implica “acciones, herramientas y medidas concretas para evitar el bullying”.

La clave está en que estas medidas se ponen en marcha de manera global (no individual), implicando a toda la comunidad escolar: alumnos y profesores, con el visto bueno y el apoyo (sin fisuras) de las familias.

Su eficacia se basa sobre todo en el cambio de actitudes y actuación de “by-standers” (los alumnos que no son ni víctimas ni bullies) que están contra del acoso y apoyan a la víctima, en lugar de fomentar el acoso.

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Ante un situación de acoso algunos compañeros suelen intentar darle ánimos a la ‘víctima’ o acercarse de alguna forma, pero lo normal es que, aunque se sientan incómodos, miren hacia otro lado y no hagan nada (probablemente por miedo a represalias o a que les ocurra lo mismo), o que les haga gracia.

El programa KiVa focaliza los esfuerzos en esa ‘pasividad’ para que nadie pase de largo ante un abuso. Y sobre todo, para que no lo vean como algo normal a lo que (te haya tocado a ti, a un amigo o a alguien a quien no conoces mucho o incluso con el que no simpatizas) hay que resignarse.

Dentro de las medidas que suelen implantarse está la ‘fase de aprendizaje o reconocimiento’ que trata de dar herramientas a los alumnos en tres etapas de su vida escolar: a los siete años, los 10 y los 13, asistiendo a clases para reconocer el acoso, donde realizan ejercicios para mejorar la convivencia.

Para ello se trabaja con el grupo desde la máxima 'I know, I Can, I Do’ (“Yo sé, yo puedo, yo hago”), que empuja a los alumnos a que adquieran conocimiento sobre el ‘bullying’, aprendan cómo atajarlo y apliquen y lleven a la práctica todo lo aprendido.

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No se trata de cambiar la actitud de la víctima, sino las normas que rigen el grupo. (Foto: Getty Images)

Además de llevarse a cabo acciones de prevención como estas 10 lecciones de 45 minutos, el KiVa tiene asociados unos protocolos de actuación y responsabilidades por estamentos dentro de la comunidad educativa.

Se desarrollan a lo largo del curso y abordan cómo tratar a los demás con respeto, cómo reconocer las emociones, cómo resistir al grupo de presión y cómo identificar el ‘bullying’. También se les enseña cómo reaccionar cuando presencian situaciones de esta índole. Así que profesores y alumnos aprenden qué hacer, cuándo y cómo. Además existe un sistema online anónimo para denunciar actitudes de ‘bullying’ directamente al equipo del colegio.

Aunque son los adultos los que supervisan todo el proceso, el trabajo lo hacen los alumnos a través de dinámicas de grupo y ejercicios de convivencia adaptados al día a día del centro. Por ejemplo, se suele elegir a un grupo de alumnos que actuará como ‘vigilantes’ cuya función es detectar actitudes de abuso o comunicar al tutor los problema o rencillas que puedan surgir en el patio, el comedor o en cualquier otro momento de la jornada.

Así en lugar de ‘aprobar’ silenciosamente el acoso o unirse o alentar a los acosadores, los niños comienzan a apoyar a las ‘victimas’ y al hacerlo transmiten la idea de que no lo aprueban. La idea es que todos sean responsables de la seguridad y el bienestar de todos.

Pero el programa KiVa no solo ‘detiene’ a los acosadores sino que según cuenta Christina Salmivalli al diario ABC, profesora de Psicología en Turku y una de las creadoras de KiVa, también aumenta el bienestar y la motivación por estudiar.

El objetivo es concienciar de lo importante de las acciones del grupo y empatizar, defenderse y apoyarse unos a otros. Y funciona, tras investigar durante dos años (2007-2009) los efectos del programa Kiva, los resultados concluyeron que reduce en un 98% los casos de acoso escolar en los centros educativos. Además, según la Universidad de Turku, durante el periodo de implantación, la víctima sintió que la situación había mejorado.

¿Cómo sabes si tu hijo sufre acoso?

Por sus actitudes y comportamientos. Aquí tienes algunos signos:

  • Tiene ir miedo de ir o volver caminando de la escuela o de ir por la ruta habitual.

  • Tampoco quiere ir en el autobús escolar.

  • Pide que le lleves en coche o le acompañes caminando.

  • Se inventa cualquier excusa para no asistir a clase.

  • Llega a casa muy desaliñado, con la mochila o la ropa rota.

  • Siempre está con hambre (porque evita ir al comedor) o pierde el apetito.

  • Está estresado y ansioso.

  • Se ha vuelto retraído, callado y parece que ha perdido la confianza en sí mismo.

  • Se va a dormir llorando y tiene pesadillas.

  • Pierde sus cosas: estuche, chaqueta, libros, cuadernos…

  • Siempre se enfada, está irritable y es ‘difícil’ tratarlo

  • Pide dinero o directamente mete la mano en tu bolso.

  • Nunca trae amigos a casa.

  • Tiene moratones o arañazos.

Es importante estar atento a los cambios, nadie conoce a tu hijo mejor que tú. Lo notarás. Los expertos dicen que es importante mantener una comunicación diaria con los hijos e interesarse por cómo les ha ido. No hace falta que le sometas a un cuestionario de tercer grado, pero tampoco basta con un “¿Qué tal el día?” y conformarse con un monosílabo como respuesta.

Prueba con estas: “¿Qué tal el camino de ida/ vuelta al cole, te encontraste con alguien?” “¿Qué fue lo mejor y lo peor que te pasó en el cole?” “¿Con quien jugaste en el patio?” “¿Fue divertido el entrenamiento o la clase de baile?”

Si las respuestas con cortas y evasivas, inténtalo de nuevo al día siguiente. Si la cosa no cambia y vas identificando los signos anteriores no dudes en acudir cuanto antes al colegio a hablar con el tutor y los responsables, y tampoco está de más ir al pediatra o al médico de cabecera para comentarle la situación.

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