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Adiós al 'efecto Coolidge': la felicidad sexual no depende del número de parejas

Ya no tienes ‘excusas’ para echar un canita al aire porque para tener vida sexual plenamente satisfactoria no es necesario cambiar de pareja como dicta este patrón sexual

Un curioso fenómeno sobre el comportamiento sexual en los mamíferos podría aclarar <a href="https://es.vida-estilo.yahoo.com/la-ciencia-le-da-la-razon-scarlett-johansson-la-monogamia-no-es-natural-043551548.html" data-ylk="slk:por qué es tan difícil la monogamía;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas;outcm:mb_qualified_link;_E:mb_qualified_link;ct:story;" class="link  yahoo-link">por qué es tan difícil la monogamía</a>. (Foto: Getty)

Si ya no sabes dónde quedaron esos tiempos en los que tu pareja y tú os devorabais enteritos de arriba abajo y estás empezando a creerte eso de que hay que tener muchas parejas sexuales antes de sentar la cabeza para luego poder ser feliz cual perdiz por los restos y más, ¡atento! Las cosas no son como nos las habían contado.

Perdonad que me remonte un poco en el tiempo… Empecemos por aclarar que detrás del denominado ‘efecto Coolidge’ (el apellido de un conocido político norteamericano) hay una divertida anécdota que implica al trigésimo presidente de los Estados Unidos, Calvin Coolidge, y a su esposa Grace.

Ambos visitaban una granja experimental del Gobierno; en un momento dado se separaron y cuando la primera dama vió a las galllinas quedó impresionada por la capacidad y frecuencia con la que el gallo montaba a las gallinas, por lo que preguntó a su guía con qué frecuencia estos llevaban a cabo su faena (refiriéndose al acto sexual). “Decenas de veces al día”, le respondieron.

Entonces ella volvió a insistir en si eso era habitual y se le aseguró que así era. Entonces la señora Coolidge comentó: “No olviden comentárselo al presidente”. Cuando este llegó a la misma zona, le transmitieron la información y el mensaje de su esposa. Al conocerlo, él preguntó: “¿Con la misma gallina siempre?” La respuesta fue: “No señor presidente, con una distinta cada vez”. Al conocer la respuesta el mandatario comentó: “No olvide comentárselo a la señora Coolidge”.

Hasta aquí la anécdota; y de ahí tomó el nombre este fenómeno característico de la gran mayoría de mamíferos en el cual, tanto las hembra como los machos, experimentan un alto y continuo rendimiento sexual cuando aparece un nuevo compañero o una nueva compañera.

Es decir, que el hecho de descubrir a una potencial nueva pareja con la que aparearse despierta el deseo sexual que estaba dormido y nos hace percibirla como más atractiva por el mero hecho de ser una novedad.

La falta de sexo debido a la monotonía es la causa de muchas rupturas de pareja. (Foto: Getty)
La falta de sexo debido a la monotonía es la causa de muchas rupturas de pareja. (Foto: Getty)

Y esto repercute en el rendimiento del macho haciendo que el tiempo de recuperación sea mucho menor cuando el acto sexual va a realizarse con una nueva pareja y mucho mayor si se repite con la misma. Por tanto, según esta teoría estaríamos programados a nivel biológico para procrear lo máximo posible y, de esta manera, contribuir positivamente a la expansión de la especie.

Este fenómeno se debe a que ante una nueva pareja/relación sexual los niveles de dopamina se incrementan, como si de un nuevo reto o premio se tratase, lo que nos ‘obliga’ a estar preparados para un nuevo asalto mucho más rápido y con más ganas de satisfacer a esa nueva pareja sexual.

Por el contrario, nuestro sistema límbico no recibe ese chute de energía y estímulos emocionales tan rápidamente cuando se trata de repetir el encuentro sexual con la misma pareja, alargándose así el mencionado periodo refractario que necesitamos para ponernos de nuevo en marcha.

Según los expertos, en los humanos esto afecta más a los hombres que a las mujeres. Tras el experimento con las ratas, se propuso el mismo experimento con las hembras (en este caso con hámsters) y se observó exactamente el mismo comportamiento que en los machos pero con niveles más bajos.

De acuerdo con esta teoría no se podría ser feliz (en el terreno sexual) al mantener una relación perdurable en el tiempo con la misma persona porque cuando la rutina se adueña de la relación, empiezan a aparecer los temores de posibles infidelidades.

Con una pareja distinta estamos más activos y el periodo refractario de los hombres se reduce notablemente. (Foto: Getty)
Con una pareja distinta estamos más activos y el periodo refractario de los hombres se reduce notablemente. (Foto: Getty)

En efecto, muchos expertos se han interesado por la importancia del ‘efecto Coolidge’ en la infidelidad. Según los datos de las investigaciones, este fenómeno explicaría la sequía sexual que sufren las parejas que llevan mucho tiempo juntas. Por eso, con el tiempo es posible que busquen un subidón sexual con otra persona. Para evitarlo, conviene unirse a una tendencia poco romántica pero eficaz, el sexo positivo.

Además, los nuevos compañeros sexuales tendrían un efecto positivo en el comportamiento sexual, pues, por ejemplo, los hombres serían más vigorosos y se excitarían más con alguien nuevo que con sus parejas. De hecho, otras investigaciones han demostrado que mantener relaciones sexuales con alguien nuevo incrementa la producción de semen.

En resumen, aquellos que practican la infidelidad con frecuencia y se aferran al ‘efecto Coolidge’ para justificar las repetidas traiciones a su pareja preferirían (como la mayoría de mamíferos) la cantidad versus la calidad en las relaciones sexuales.

Conociendo el ‘efecto Coolidge’, ¿podemos salvar nuestra relación de pareja sin tener que ser infieles? ¿Crees en la monogamia o piensas que es un cuento chino imposible de cumplir? ¿Te angustia la idea de acostarte siempre con la misma persona? ¿Es posible mantener el deseo (sexual) por una sola persona?

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