"Alacarte es una máquina que reduce el alcohol del vino tanto como uno desee"

No es como convertir el agua en vino, pero es igual de milagroso. ¿Alguien se imagina poder beber vino sin emborracharse? Suena como un sueño hecho realidad y la verdad es que cada vez está más cerca. Una empresa ha creado una máquina llamada Alacarte que tiene la capacidad de reducir el contenido alcohólico del vino. Pero, ¿de dónde nace este proyecto? Aleix Barandiaran, fundador y Product Manager nos da las claves de este invento que promete revolucionar el sector.

¿Vinos (buenos) sin alcohol? Un sueño que Alacarte puede hacer realidad
¿Vinos (buenos) sin alcohol? Un sueño que Alacarte puede hacer realidad. Foto. Getty Creative

“El contexto tiene que ver con el cambio en la legislación de tráfico y el momento en el que se introduce el carnet por puntos. Nace entonces el temor en el sector del vino de que el consumo se desplome. Aquí entra la figura de Pere Castell, que es uno de los socios del proyecto, y trabajó durante una década en el restaurante elBulli como jefe científico al lado de Ferran Adrià. Se plantea la posibilidad de reducir el alcohol del vino para buscar que el consumo no decrezca. Castell comienza con una investigación con el objetivo de bajar la graduación. Es verdad que ya había técnicas en el mercado para producir vinos sin alcohol, pero la calidad resultante no era satisfactoria”, comenta Barandiaran.

Es cierto que el mercado ofrece vinos sin alcohol pero es verdad que palidecen frente a los vinos “normales”. “Llevamos trabajando ya unos tres años, que es el tiempo que hemos tardado en buscar un proceso satisfactorio. Lo bueno de la técnica con la que hemos desarrollado Alacarte es que, pese a perder alcohol, la esencia del vino se mantiene. Es decir: sigue siendo el mismo vino, con unas propiedades organolépticas que se parecen muchísimo a los de la bebida original. Hemos hecho pruebas con sumilleres y la verdad es que se han mostrado muy sorprendidos por los resultados”, explica Barandiaran. “El alcohol, además de dar cuerpo, también enmascara determinados aspectos del vino y algunos son muy positivos. Cuando les quitamos ese alcohol, esa cualidades salen a la superficie. Si son vinos bien estructurados, la desalcoholización produce cosas muy interesantes”.

Pero, ¿de dónde sale esta tecnología? “Lleva bastante tiempo entre nosotros –explica el Product Manager de Alacarte– solo que, hasta ahora, se aplicaba en otras industrias, como la del petróleo o en sanidad, en tratamientos de sangre Básicamente, lo que hace esta tecnología es separar el líquido del gas. En el caso de un vino, el gas es básicamente alcohol, aunque también hay otros volátiles que nos interesa conservar y que, con esta tecnología, se mantienen”.

Uno de los prototipos de Alacarte. Foto: Alacarte
Uno de los prototipos de Alacarte. Foto: Alacarte

Al introducir el tema del gas, nos surge la pregunta de si este método no será similar al que llevamos a casa cuando añadimos vino o cerveza a un plato y calentamos hasta que se evapora el alcohol. Nada de eso: “Todo el proceso se realiza a la misma temperatura y no se calienta el líquido”, aclara Barandiaran.

Aún habrá que esperar “entre un año y dos” para que las primeras máquinas de Alacarte “con un tamaño similar al del microondas” lleguen al mercado. Los primeros interesados son los restaurantes y los hoteles: “Hay que tener en cuenta que los vinos sin alcohol que hay en el mercado tienen fecha de caducidad a diferencia de los resultantes de someterse al proceso de Alacarte y esto es importante para el sector de la restauración”, cuenta Barandiaran. Además, el nivel de alcohol puede personalizarse. “Si alguien quiere reducir la graduación de 15 a 9, perfecto. Si quiere bajar a 7, pues también estupendo. La ventaja de Alacarte es que se adapta a cualquier necesidad. Eso sí, los límites están en torno a una reducción del 60% como máximo. Si bajamos más, el vino comienza a modificarse demasiado”. Además buenas noticias para los aficionados independientemente del vino qué prefieran: Alacarte funciona con todos, da igual que sean tintos, blancos o rosados.

Pero, ¿metería Barandiaran un Vega Sicilia, por ejemplo, en Alacarte? “¿Por qué no? Hay que pensar que cada uno debe tomarse el vino como quiera. Esta máquina permite que una pareja vaya a un restaurante a cenar y que uno tome sus copas con alcohol y el otro sin”. Si hay algo de lo que están seguros en Alacarte es de que su invento “va a ayudar a vender mucho más vino del que se vende actualmente. El consumo de bebidas alcohólicas con menor graduación es una tendencia a nivel global y en países como Estados Unidos ha crecido muchísimo la demanda. Con Alacarte estamos permitiendo que el vino rebaje su graduación y comience a competir con bebidas como la cerveza”. De momento, y hasta que Alacarte sea una realidad y llegue a los restaurantes, bebamos con moderación.

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