El truco del agua en muchos de los alimentos que compras en el supermercado

La descripción de ingredientes de un alimento procesado puede darnos mucha información acerca del mismo. No solo acerca de lo que no contiene (o no), sino que también el orden de aparición importa. Sucede como en el reparto de una película, los que se enumeran al principio son los actores principales, mientras que los que no se nombran más que al final son los secundarios. Así, nos damos cuenta de que hay algunos en los que hay, sobre todo... agua. Así lo denuncia la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en sus campañas de alimentos que no son lo que parecen o en la de envase vs. realidad. Estos son algunos de los alimentos que compramos a diario y en los que el agua es un ingrediente demasiado presente, en detrimento de otros que preferiríamos que llevaran.

Ojo con la carne marinada que compramos en el súper, lleva agua por un tubo. Foto: Getty Creative
Ojo con la carne marinada que compramos en el súper, lleva agua por un tubo. Foto: Getty Creative

Carne marinada. Esto te hace pensar en una preparación sofisticada, pero en realidad los productos marinados lo que de verdad llevan es agua añadida, que aparece en el segundo lugar de la lista de ingredientes. Descuenta el porcentaje de carne que te indica la etiqueta y verás que lo que te queda es agua con aditivos e ingredientes que ayudan a conservarla. También incluye elementos como especias y aromas para dar sabor. Y tú que pensabas que era una delicatessen.

“Producto cárnico”. Si pone eso en la etiqueta en lugar de una denominación más sencilla como “filetes de pollo” o “chuletas de cordero” lo que estás comprando no es solo carne, sino un producto que además puede incluir especias, agua, conservantes, colorantes y otros aditivos e ingredientes. Es un caso similar al del marinado pero que aquí nos despista más ya que tendemos a pensar que la carne debe llevar carne... y poco o nada más.

¿Jugoso? Eso es debido a más agua y menos carne. Foto: Getty Creative
¿Jugoso? Eso es debido a más agua y menos carne. Foto: Getty Creative

“Jugoso o extrajugoso”. ¿A qué suena como un calificativo positivo? Pues no lo es cuando se trata de alimentos preparados. En realidad se suele usar esta denominación para dar brillo a un producto (fiambres como pechuga de pavo o jamón cocido, normalmente) de una calidad inferior. El ‘truco’ para que tengan sean más jugosos, de hecho, es reducir el porcentaje de carne y aumentar el de agua. Más que jugoso, podríamos decir aguado, y estaríamos siendo más fieles a la realidad.

Néctar envasado. Esta palabra nos remite a algo exquisito, selecto… acordémonos de la expresión “néctar de dioses” y pensemos en lo que se nos viene en la cabeza. El problema es que, en realidad, es un zumo diluido con agua, al que se añaden azúcar o edulcorantes y aromas para compensar el sabor que pierde. El néctar, por tanto, no es un producto de calidad superior al zumo natural envasado, por mucho que se empeñen en hacernos pensar lo contrario

Combinaciones de leche y zumo. Las bebidas de leche y fruta son un clásico en las meriendas de los niños. ¿Lácteos y fruta en un mismo envase? ¡Compro!, responderán muchos padres. Sin embargo, si leemos la lista de ingredientes, vemos que de leche apenas tienen el 10-12 % y de fruta, andan a la par (10-14 %). Esto quiere decir que el sabor que tienen procede principalmente de los azúcares, acidulantes y aromas y, en algunos casos, incluso, edulcorantes. ¿Y el resto? Pues agua, evidentemente para diluir todo esto de manera correcta.

Cremas de verduras y del súper: nada que ver. Foto: Getty Creative
Cremas de verduras y del súper: nada que ver. Foto: Getty Creative

Crema de verduras. Un vistazo a cualquier receta de crema de verduras de cualquier recetario familiar no deja lugar a dudas: agua, lo que se dice agua, lleva muy poquita. En realidad, no hace falta porque las verduras que se suelen incluir en cualquier crema llevan suficiente agua por sí mismas para que no haga falta añadirle más. Suele pasar, por ejemplo, con el calabacín. Por eso nos debe escamar que en las cremas envasadas el agua aparezca en segundo lugar, incluso por encima de algunas de las verduras que se supone que lleva la receta...

Caldo en brik. No se trata de negar que el caldo no lleva agua. Al contrario, un buen caldo casero debe llevar agua en abundancia en la que cocer carcasas de pollo o espinas de pescado durante un rato largo. El problemas de los caldos envasados es que muchos de ellos (los de inferior calidad) no especifican el contenido de pollo o pescado que llevan o lo especifican y este es bajito, lo que nos lleva a pensar que deben ser productos en los que, sobre todo, el agua, que aparece en primer término en la lista de ingredientes, se impregna de aromas para dar ese toque “casero”.

Si queréis convertiros en profesionales de la lectura de etiquetas del súper, tenéis las claves en este vídeo.

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