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Un almacén sostenible para los tesoros artísticos del Estado neerlandés

Amersfoort (Países Bajos), 11 sep (EFE).- Medio millón de obras colocadas en salas con temperatura adaptada al material suman cuatro colecciones nacionales, incluida la del Rijksmuseum, que ya conviven juntas en el depósito de arte más grande de Países Bajos, un edificio sostenible que sirve de centro de conocimiento y conservación.

El Centro de Colección de Países Bajos (CC NL) de Amersfoort, que busca promover el tráfico de préstamos, será inaugurado el lunes próximo por la ministra de Cultura, Ingrid van Engelshoven, y, durante una visita previa, el gerente, Wim Hoeben, desengrana a Efe este proyecto, que empezó a “cocerse” en 2011 con las primeras conversaciones, y cuyo plan se definió en 2015.

“Es un edificio enorme de 31.000 metros cuadrados y es el resultado de la colaboración entre cuatro grandes instituciones responsables de gran parte de la colección de arte estatal. Todos teníamos problemas de espacio en los almacenes y decidimos diseñar un edificio que es ideal para nosotros cuatro”, explica, descartando la posibilidad de que otras instituciones puedan sumarse en el futuro.

El edificio fusiona las colecciones de arte del Museo al Aire Libre de Países Bajos (Arnhem), el Palacio Het Loo (Apeldoorn), el Rijksmuseum (Ámsterdam) y la Agencia del Patrimonio Cultural (RCE), instituciones que tenían estas piezas esparcidas por diferentes ubicaciones, ante la falta de espacio en sus depósitos.

Las obras van desde cuadros y esculturas, hasta mobiliario, una plancha, botes antiguos de detergente, carruajes, espadas o equipamiento de equitación.

También incluye a Tarzán, una locomotora de vapor de 7.200 kilos; un órgano de 7,60 metros de ancho que sobrevivió a las grandes inundaciones de mediados del siglo pasado en Países Bajos; y el trono real en el que se coronó la reina Guillermina (1890-1948), con una W gigante grabada en el respaldo, la inicial de Wilhelmina, su nombre en neerlandés.

EL TRAYECTO A LA NUEVA CASA

Cada obra tiene su propio código de barras adaptado al sistema del CC NL, con todos los datos que la definen, incluido el nombre de la institución propietaria, y antes de colocarlos en el cuarto correspondiente, los empleados los revisaron, les tomaron nuevas medidas, los desinfectaron y les hicieron varias fotografías.

La mudanza fue una aventura, entre temores de que la pandemia retrasase las tareas de traslado desde 14 ubicaciones diferentes a lo largo y ancho de Países Bajos, hasta el centro del país, donde las piezas se ordenan en grupos que dependen del objeto, su tamaño, y las condiciones climáticas requeridas: el exceso de humedad causa moho, y su ausencia, grietas.

Al final se necesitó un año, 869 viajes en camiones grandes, generalmente con remolque, e innumerables bolas de poliestireno y rollos de papel para empaquetar y proteger jarrones, pinturas preciosas o alfombras históricas, así como dolores de cabeza y malabarismos para evitar rasguños a objetos gigantes o frágiles que ahora descansan en el almacén.

UN EDIFICIO SOSTENIBLE

La construcción del almacén, que se asemeja a un hangar donde las ventanas brillan por su ausencia, tuvo la sostenibilidad como prioridad desde el primer día, por lo que el techo está recubierto de 2.100 paneles solares, se usa un sistema de almacenamiento de energía térmica y el agua de la lluvia se reutiliza para los inodoros.

El edificio no está abierto al público en general y son los conservadores del museo los que deciden qué piezas exhibir y dónde, pero el CC NL cuenta con una instalación para la recepción de estudiantes e investigadores y si alguien del público está interesado en uno de los objetos en concreto puede concertar una cita para una visita a Amersfoort.

Para los empleados, el CC NL tiene talleres para restaurar e investigar las piezas de arte, espacios para organizar proyectos y el montaje de exposiciones, un estudio fotográfico, una sala de rayos X, una cámara frigorífica, otra de tratamientos de plagas y dos de oxígeno bajo para someter a cuarentena las obras y depurarlas de humedad o insectos.

El edificio, revestido por fuera con aluminio, tiene tres secciones: la cabeza, el cuello y el tronco, siendo este último el almacén, totalmente protegido de la luz exterior, mientras que la cabeza está abierta a los rayos de sol y acoge las oficinas y salas de recepción.

“Intentamos fijarnos en la sostenibilidad en cada uno de sus aspectos individuales”, asegura Hoeben, mientras cierra arrastrando con todos sus músculos las gigantes y pesadas puertas correderas que dividen el almacén. No son automáticas, precisamente para ahorrar energía. E

Imane Rachidi

(c) Agencia EFE