Alyssa Milano solo nos hace pensar una cosa con su película en Netflix (y no es nada bueno)
Alejada desde hace tiempo de los grandes éxitos como lo fue Embrujadas, Alyssa Milano aterrizó en la plataforma de Netflix el pasado viernes como estrella y productora de Brazen (Sin pudor). Ni el tráiler o cartel promocional prometían algo realmente apetitoso para los amantes del thriller, pero más de uno dimos al ‘play’ para saciar al gusanillo curioso que pedía descubrir lo nuevo de esta actriz después de tantos años desaparecida del radar artístico (que no polémico, pero de eso les hablo más abajo). Al menos es la única explicación que encuentro a que sea la película más vista de la plataforma actualmente en España, Reino Unido, Argentina y otro países.
Porque, en pocas palabras, aquí se cumple el refranero popular que dice que “la curiosidad mató al gato”. Pero los que salimos muertos fuimos nosotros.
Brazen -o Sin pudor en España- nos presenta a una escritora de novelas policiales exitosa, llamada Grace (Milano), que de repente pone en práctica todo lo aprendido en su carrera implicándose en el asesinato de su propia hermana, Kathleen. Grace descubre el cuerpo sin vida durante una visita familiar y justo al volver de una cita romántica con el vecino de su hermana, un detective de policía guaperas llamado Ed. Kathleen había justamente comenzado a reconstruir su vida tras superar una adicción, volviendo a su trabajo como maestra y a punto de comenzar una batalla judicial por la custodia de su hijo. Sin embargo, en lugar de procesar el luto y mantenerse al margen de la investigación, Grace se involucra usando toda su experiencia literaria sirviendo más como una especie de Poirot de poca monta mientras el drama real pierde toda coherencia posible.
Si bien los sospechosos son varios, no hace falta tener vena detectivesca para enseguida darse cuenta del misterio. No voy a desvelarlo en este artículo pero digamos que la película fuerza características villanescas en algunos personajes desde el principio. Sin embargo, es la actuación fría carente de emociones de Alyssa Milano y los arcos de su personaje, los que hacen que Brazen sea la apuesta desechable del momento.
Que su personaje pase de las lágrimas al encontrar el cuerpo de su hermana a investigar sin emoción alguna es el primer detalle cuestionable. Pasa de la culpa a buscar culpables, dando lecciones a la policía y yendo de sabelotodo, mientras no pierde el tiempo comenzando una relación con el detective guapo. Aquí no existen conflictos de intereses, sino que se mezcla sexo, amor, muerte y hasta dominatrix, todo en uno. Sí, dominatrix, poque Kathleen ofrecía servicios de vídeo en directo en una web sexual, y para atraer al asesino Grace no tiene mejor idea que vestirse de cuero e imitar a su hermana como cebo. Sin embargo, todo es poco creíble y absurdo, destacando más como una forma forzada de Alyssa Milano de satisfacer la exposición superficial de su belleza que cualquier talento posible.
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Básicamente porque Grace está siempre perfecta, maquillada, peinada de peluquería, lista para la acción e investigación, cuando ha encontrado a su propia hermana asesinada. Y si bien podríamos comprender sus ganas de justicia como motivación para hacer de detective, es la perfección superficial y frialdad que despliega lo que convierte a la película en la clásica TV-Movie de usar y tirar, que mira más por el enganche rápido que por perdurar en la memoria colectiva.
Es por todo esto que ver la película nos hace pensar solo una cosa, y es ¿en qué estaba Alyssa Milano pensando? Si tenemos en cuenta que ha rellenado titulares en los últimos años más por su enemistad y reconciliación con Shannen Doherty pero, sobre todo, por elevar su rol como figura del movimiento #MeToo y activismo político, siendo muy crítica contra el uso de armas en EE.UU, abusos de poder y derechos civiles en general, cualquiera pensaría que buscaría un proyecto más interesante en el que invertir y volver al candelero interpretativo.
Pasó por un episodio fugaz de Anatomía de Grey en 2019, apareció en la olvidable serie de Netflix Insatiable, y el resto de sus trabajos no llegaron a ojos del mundo a gran escala. Por eso, con una apuesta de la mano de Netflix basada en una novela de Nora Roberts, quizás podría haber aprovechado para pulir mejor el guion o apostar por una versión más interesante y creíble de su personaje. Se nota que Alyssa quiere incluir su activismo feminista en la trama con frases que hablan de empoderamiento femenino, pero ante una película que tiene más de TV-Movie pasajera que de buen thriller, se queda en el olvido.
Ver los 94 minutos que dura Brazen supone un verdadero ejercicio de paciencia. La película roza lo absurdo a lo largo y ancho de su metraje, sirviendo como puro vehículo de lucimiento para una actriz que parece dar más importancia a los planos de exposición superficial a realmente poner su talento a la elección de una trama mínimamente inteligente. Y es que Brazen es de las películas más previsibles vistas en muchísimo tiempo en la plataforma.
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