Yahoo Estilo Sin olvidar el hambre de la isla: Ana María Aldón cuenta lo que siente al hacer la compra
La normalidad va poco a poco regresando a su vida. Después de pasar más de cuatro meses participando en la edición más extrema y complicada de Supervivientes, Ana María Aldón recupera de forma paulatina la rutina que tenía antes del reality, en el que logró llegar a la final y batirse en duelo con Jorge Pérez, el Guardia Civil que finalmente se alzó con el maletín del premio. La mujer de José Ortega Cano no es la misma que la que en febrero puso rumbo a Honduras, esta experiencia la ha cambiado no solo por fuera -ahora luce melena muy corta rubio platino y ha perdido diez kilos-, sino también por dentro. Era ella misma quien reconocía que su paso por la isla le ha dado muchas cosas positivas, y es que ha hecho que se supere y deje atrás la falta de confianza en sí misma. Su estancia en los Cayos Cochinos, donde dice que ha dejado todo lo malo, le ha regalado momentos inolvidables como las fructíferas jornadas de pesca, la fortaleza en las pruebas o la convivencia con sus compañeros, pero también le ha dejado alguna secuela que tardará en irse tal y como ella misma ha explicado.
En todas las ediciones de Supervivientes, lo que más acusan los concursantes es la falta de comida. En este caso parece que el hambre ha pasado especial factura a Ana María Aldón. Ya en la isla algunos participantes como Rocío Flores, Jorge y Barranco se confesaron preocupados por el ansia de la concursante con lo poco que tenían para comer, pero ahora ha sido la propia diseñadora quien ha reconocido que tiene un problema. "Una cosa que aún no he superado es el hambre. Voy al supermercado y lo miro todo con ansia", decía en sus redes sociales a la vez que compartía el paso a paso de uno de sus dulces preferidos, los pepitos rellenos de crema de los que tantas veces se acordó en Honduras. Y es que ahora la de Sanlúcar de Barrameda aprovecha el tiempo libre para meterse entre fogones y preparar todos esos platos que ha echado de menos durante el reality.
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Durante su estancia en los Cayos Cochinos, Ana María contó con el respaldo de sus familiares y amigos, pero también de la audiencia. Con la finalidad de devolverles todo ese cariño y de que la gente que la ha apoyado la sienta más cerca, la diseñadora es más activa que nunca en las redes sociales. Así, comparte algunos aspectos de su día a día, planes de futuro o anécdotas como la que le ocurrió hace unos días al darse un baño en la piscina. "No sé si os habéis enterado, pero resulta que me he tirado en la piscina con las gafas de bucear y casi me ahogo. No me lo puedo explicar. No me podía separar del borde de la piscina. Luego me han dicho que en el mar es muy fácil flotar con las gafas por la sal", comentaba con gran sentido del humor la mujer de Ortega Cano, añadiendo que este año no le apetece veranear en la playa y que si va será solo para estar al lado de sus seres queridos.
Un importante paso
Desde que salió del hotel de Madrid en el que pasó la cuarentena exigida por las autoridades sanitarias al volver de Honduras, Ana María no se separa de sus seres queridos, en quienes no ha dejado de pensar durante su estancia en Supervivientes. Es habitual verla de paseo con su marido, su hijo José María y su madre, montando en bici con el diestro, saliendo de compras... Además, en la primera entrevista que ofrecía en Sábado Deluxe nada más terminar el concurso, aseguraba que comenzaba a escribir un nuevo capítulo en lo relativo a la salud. Muy sincera, revelaba a Jorge Javier Vázquez que sufre depresión desde 2014 pero que después de casi seis años tomando medicación, había decidido dejar este problema en los Cayos Cochinos puesto que la isla le ha servido de cura para todos sus miedos.
