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Anabel Pantoja demuestra que no todo lo que vemos en Instagram es real y lo hace enseñando su cuerpo

MADRID, SPAIN - SEPTEMBER 30: Anabel Pantoja attends the Yves Saint Laurent fragrance 'Libre' presentation on September 30, 2019 in Madrid, Spain. (Photo by Pablo Cuadra/WireImage)
Anabel Pantoja muestra su cuerpo al natural dando una lección de autoestima (Photo by Pablo Cuadra/WireImage)

La sobrina de la tonadillera Isabel Pantoja acaba de compartir una importante lección de autoestima en su perfil de Instagram.

Anabel Pantoja ha querido enseñarles a sus seguidores que esos cuerpos denominados perfectos por la sociedad de consumo no siempre son tan reales como parecen en redes sociales. Gran parte de las influencers presumen de delgadez o curvas en sus fotografías en bikini pero, detrás de ese mensaje de aparente perfección, hay más de un truco.

La colaboradora de ‘Sálvame’ es conocida, entre otras cosas, por su naturalidad a la hora de mostrar su cuerpo. Ella es consciente de que tiene sobrepeso pero se quiere y se respeta a sí misma.

Anabel no esconde su cuerpo y está cansada de usar filtros para alisar la piel, para alargar las piernas y, en definitiva, para dejar de ser ella misma. Así, la ‘Pantojita’, que así la llaman sus compañeros de programa, ha subido esta fotografía en bikini.

En la imagen podemos ver a Anabel de espaldas, presumiendo de curvas y con las manos en la cintura. La joven lleva un bikini de dos piezas negro, posa de perfil y enseña sus nalgas con estrías de lo más naturales.

Sin embargo, de natural, esta fotografía no tiene nada y ella misma se ha encargado de desvelar la postura real que estaba manteniendo: “Postura, tiro de cámara, sin respiración, de puntillas y sacando pompis.”

Es decir que estaba incómoda y manteniendo la respiración, con los pies de puntillas y todo para salir perfecta (según esos estoicos cánones de belleza sociales) en redes sociales. Pero, veamos ahora la segunda fotografía que ha colgado Pantoja.

En esta segunda instantánea vemos a Anabel como ella es realmente. Su barriga sobresaliendo por encima del bikini, el tamaño de sus nalgas y su piel de naranja, todo natural, y, ¿acaso eso la hace más fea? Al revés, la muestra tal y como es.

Ella ha escrito junto a la foto: “Respirando, pies en el suelo y cogiendo mi piel de naranja”. El hecho de que una conocida influencer como ella se muestre casi siempre tal y como es ayuda muchísimo a otras mujeres que viven acomplejadas por culpa de estereotipos irreales que imponen los medios, la moda e, históricamente, la sociedad.

Claro que Anabel se siente mal cuando otros la llaman gorda (como pasó recientemente con Kiko Matamoros) o le preguntan si está embarazada como hizo Canales Rivera. A Anabel, como a cualquiera, le duelen las descalificaciones y los insultos gordófobos que sufre pero, la parte positiva, es que pasado el disgusto ella vuelve a reivindicar los cuerpos reales y sin artificio.

Las mujeres siempre hemos vivido sometidas a ciertos criterios estéticos normalmente impuestos por los hombres y lo cierto es que, con la llegada de las hermanas Kardashian, esos cánones de extrema delgadez de los años 90 cambiaron a lo que hoy se denomina “curvy” pero esta tendencia que se camufla de aceptación a la gordura tampoco es real dado que una mujer curva no puede tener flacidez, ni kilos de más sino que tiene que tener eso, curvas, o en otras palabras: Pecho grande, cintura de avispa y un enorme trasero.

Es necesario y reparador lo que hace Anabel Pantoja y, aunque ella use etiquetas que se ajustan a esa tendencia tan irreal como la delgadez (como #PantoCurvy), no deja de lanzar un mensaje de autoestima y amor propio que es admirable.

La verdad es que es triste tener que decir que alguien es ‘valiente’ por el simple hecho de mostrar su cuerpo al natural, ya sea por el peso o por el maquillaje etc. pero, a día de hoy, todavía debemos aplaudir a estas mujeres pioneras que quieren ser unas influencers distintas y de verdad, sin trampa ni cartón, dado que la tendencia general sigue siendo la de compartir físicos, vidas e incluso estados de ánimo de felicidad continua que son, desafortunadamente, falsos.

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