¿El fin de la escuela tradicional? Ante la pandemia, los padres consideran otras alternativas para la educación de sus hijos

Emma tiene ocho años. Está disfrutando los días de verano, pero también espera con entusiasmo volver a la escuela y reencontrarse con sus amigos, quizás con la esperanza de que todo vuelva a ser como antes. Sus padres, mientras tanto, revisan con angustia el calendario, pues cada vez faltan menos días para que inicien las clases y aún el panorama no está claro con relación a las modalidades educativas con las que se iniciará el nuevo año escolar.

En Estados Unidos, ya el CDC (Centros para Control y Prevención de Enfermedades) ha propuesto medidas para preparar los planteles que abrirán próximamente o que ya están activos.

Normas generales como preservar el distanciamiento de 6 pies; la toma de temperatura al llegar, ajustes de horarios y el uso obligatorio de mascarillas estarán orientadas a preservar la seguridad de los alumnos y el personal, pero aún nada es definitivo puesto que son muchas las decisiones que hay que tomar y muchos los entes involucrados desde distintos niveles.

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Amado Álvarez, educador de amplia trayectoria y subdirector de una escuela privada en Miami, Florida, explica que aunque se están preparando con estas medidas, no hay una dirección muy definida.

“Es muy difícil en estos momentos decir cuál sería la opción más recomendable para el comienzo del año escolar. Como educador con más de 25 años de experiencia profesional estoy totalmente convencido de que la vía más efectiva para desarrollar el proceso de enseñanza-aprendizaje, es la interacción activa, directa y presencial. Los recursos tecnológicos en favor de la enseñanza y la educación son de gran valor, pero nada sustituye la riqueza de las relaciones interpersonales y la comunicación que se establece entre maestros y estudiantes”.

Opciones sobre la mesa

El debate sobre las opciones de enseñanza presencial o virtual está sobre la mesa, incluyendo además alternativas creativas que pueden resultar muy interesantes.

El daycare, para niños pequeños, o el homeschool están tomando mucha más relevancia, así como las microescuelas y los modelos mixtos con los que se proponen días de asistencia a las instituciones y jornadas de aprendizaje virtual. Cada una de ellas tiene ventajas y desventajas.

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Daniela Soucy, madre y educadora de una institución privada en Orlando, Florida, asegura que, aunque hay opciones que pueden resultar más controladas por el mínimo número de niños en un espacio, es recomendable que a partir de los tres años los niños puedan asistir, con todas las medidas de seguridad e higiene, a un centro educativo donde desarrollen otras capacidades de índole social.

“La gran ventaja de las alternativas en casa es que, al tratarse de espacios con muy pocos estudiantes, la atención es más personalizada y cercana, pero lo ideal es que a partir de cierta edad puedan compartir con otros niños y otros entornos para aprender también con las experiencias”.

Gaby Trejo, educadora del colegio Montessori Internacional Lantana en la ciudad de Monterrey, México, tiene una visión muy optimista con relación a las modalidades de enseñanza más flexibles.

“Desde mi perspectiva, como educadora del método Montessori, la situación actual ha tenido un aspecto positivo en el sentido de que se ha puesto en evidencia que la educación que realmente necesitamos hoy en día debe estar basada en el ser y no en el hacer.

“Por un lado, el sistema de colegios que tradicionalmente demandaba tanto académicamente está decayendo porque los padres se están dando cuenta de que tenemos que rescatar un modelo centrado en el niño. Por otro, la educación online nos agarró desprevenidos. No todas las escuelas estaban preparadas para ello y es así como surge el interés en tendencias como la microescuela”.

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Este modelo, que va ganando terreno en Estados Unidos y otros países como México, consiste en grupos de entre 4 y 12 niños que reciben clases en una casa de su comunidad -un garaje o una habitación acondicionada- por parte de maestros acreditados que pueden turnarse con padres de forma colaborativa.

Según la Microschool Coalition, consultada por Good Morning America, este modelo busca transformar la educación, creando más y mejores entornos de aprendizaje para nuestros niños.

Entre las ventajas que se le adjudican está que minimiza la exposición entre las familias, crea estimulación social, es mucho más segura que las escuelas grandes y proporciona tranquilidad a los padres.

Sin embargo, Gaby Galdona, docente de primaria en Summit, New Jersey, cuenta que en varias reuniones han analizado esta opción y se concluyó que reunir a 12 niños en una casa viene siendo lo mismo que reunirlos en un aula. “De hecho, entre los lineamientos de los distritos escolar se ha establecido un número de niños máximo que respete la distancia social dentro del aula, así como también normas referentes a limpieza, mantenimiento y desinfección. Incluso hay salones cuyos pupitres cuentan con separadores y líneas en el suelo para mantener los pasillos lo más despejados posibles”.

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Amado Álvarez coincide en que, aunque el proyecto de microescuelas tiene la intención de reducir la cantidad de escolares en un mismo lugar, la vía presencial en las escuelas tradicionales también estará organizada siguiendo las reglas de distanciamiento físico.

Álvarez aboga por un modelo que permita tener algunos espacios presenciales, y sugiere que se mantengan las vías de contacto digital para comunicarse con las familias, los consejeros, terapeutas, evitando el acceso físico de más personas al centro educativo.

“La explotación de todos los recursos tecnológicos actuales será una poderosa herramienta si van de la mano de la dirección metodológica de maestros y especialistas de la enseñanza y la educación”.

Galdona agrega que “los niños necesitan contacto social, independientemente de que no se toquen o se abracen, necesitan verse, necesitan jugar entre ellos, hablarse. Es un tema complejo”.

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Trejo se une a esta misma opinión agregando que el método Montessori hace énfasis en que los niños pequeños no aguantan tanto tiempo con sistemas en línea pues ellos aprenden a través de sus sentidos. “Monterrey siempre ha estado a la vanguardia en temas educativos y tecnológicos, por lo cual se han desarrollado otras ideas que buscan educar a través de la experiencia, más que frente al libro. Lamentablemente, es muy bajo el porcentaje de hogares mexicanos que económicamente puede tener acceso a este tipo de opciones”.

La realidad latinoamericana

Arturo Espinoza Maldonado, profesor de educación primaria en una escuela rural en el estado de Michoacán, México, explica que la pandemia reveló datos interesantes sobre la crisis educativa ya existente.

“En el mundo había 258 millones de niños y jóvenes sin ser atendidos en la escuela y ahora esta cifra puede empeorar. Esto tiene que ver con infraestructura, metodología, inversión en el terreno de la formación de los maestros, y la pandemia dejó ver ese caudal de problemas al que se le sumaron otros”.

Por ejemplo, en México se desarrolló desde marzo el programa “Aprende en casa”, con el cual se trasladó la escuela presencial a los hogares de forma virtual, pero más que construir, según Espinoza, dejó efectos contraproducentes.

“El confinamiento en los niños ha causado estragos de corte emocional, incluso para muchos de ellos ha sido una odisea superar este periodo pues han sido víctimas de abuso y violencia en sus hogares. Sin embargo, hay que asumir que hubo experiencias donde las familias lograron crear lazos y ayudar a los niños en el proceso”.

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Este programa, según explica Espinoza, se enfocó en la evaluación y no tanto en la formación, pues planteaba tres escenarios: una plataforma online, la televisión, y la vía de trabajos impresos que se entregaban en la escuela, pero en México -así como en muchos otros países de Latinoamérica- 10% de los hogares no cuenta con televisión, y en 50% de hogares no hay computadoras ni Internet, quedando más de 14 millones de estudiantes sin acceso al sistema educativo.

Además, agrega Espinoza, la mayoría de los maestros no están formados para las tecnologías educativas, lo cual hace más difícil el éxito de estos programas emergentes.

El lado positivo es que maestros, estudiantes, padres e instituciones hicieron un gran esfuerzo porque la educación se mantuviese a flote, y se plantearon retos interesantes para afrontar la situación, incluso en este momento, cuando la cultura de la normalización parece hacer crecer las cifras de contagio por coronavirus.

Desafíos para el regreso a clases

Espinoza Maldonado resume los retos que se plantean para la educación latinoamericana ante la nueva realidad.

  • Reformular la formación de los maestros en tecnologías educativas, porque la educación va a ser híbrida. “Esto puede traer beneficios incluso económicos porque veremos transnacionales pactando con los gobiernos para desarrollar herramientas y plataformas”.

  • El segundo reto es que las escuelas deben ser resilientes, motivadoras y amorosas, sobre todo para recibir a los niños que han afrontado situaciones emocionales fuertes durante el confinamiento.

  • Un tercer desafío será consolidar una acción comunitaria participativa, que estimule el cuidado, la seguridad y la higiene, pero que además nos motive a cuidarnos mutuamente.

  • Deben generarse acciones financieras desde distintos ámbitos. “Hay que invertir, promover la matrícula y la asistencia de los niños a la escuela y apoyar a los estudiantes con menos posibilidades. En la clase media tal vez esto no se note tanto, pero en las más bajas, o para familias con padres que quedaron desempleados, va a ser muy difícil el regreso”.

La conclusión del debate, más que la elección de un modelo adecuado para el día a día es, quizás, tener la consciencia de lo necesario que resulta una metodología de enseñanza social y emocional, coordinada por estrategias globales que incentiven y estimulen el amor por el aprendizaje.

EN VIDEO: El cuentacuentos que entretiene a niños mexicanos confinados por la pandemia

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