El astuto plan de British Airways para rescatar a pasajeros varados en Costa Rica

¿Alguna vez, al conducir, has tenido la inquietante y costosa experiencia de que un objeto extraño rompa tu parabrisas? En ese caso, puedes imaginarte la preocupación de los pilotos del vuelo 2237 de British Airways de Londres Gatwick a San José, Costa Rica, el pasado jueves 23 de diciembre.

Después de un retraso de dos horas en la salida de Gatwick y un vuelo de 11 horas desde Sussex al aeropuerto Juan Santamaría de la capital, no sé si los pasajeros estaban destrozados. Pero el parabrisas de la cabina definitivamente lo estaba, aparentemente por un bloque de hielo que cayó desde un avión que volaba 1.000 pies por encima.

“Nuestros pilotos altamente capacitados aterrizaron uno de nuestros aviones como de costumbre después de que experimentó un problema técnico en ruta”, es todo lo que BA dijo sobre el incidente que causó el daño.

Algunos han especulado que basura espacial, un meteorito o incluso desechos humanos son responsables del incidente. Cualquiera que sea la causa, British Airways tuvo un grave problema de programación. El 777 quedó fuera de servicio hasta que se pudieran reunir las partes y experiencia adecuadas.

Centroamérica es una región maravillosa, pero los parabrisas para aviones de cuerpo ancho y los ingenieros especializados para instalarlos no abundan precisamente, lo cual fue algo desafortunado para los cerca de 200 pasajeros que tenían boleto para viajar de regreso a Gatwick esa noche en el vuelo BA2236, así como para los pilotos y personal de cabina que tenían programado regresar la mañana de Nochebuena antes de las fiestas en familia.

Finalmente tocaron tierra en Sussex en la tarde del Boxing Day, después de haber pasado la Navidad en las habitaciones de los hoteles del aeropuerto esperando noticias.

Después de lo que resultó ser un retraso de 50 horas, varios pasajeros me han contado, bastante extensamente, sobre las deficiencias de comunicación durante el incidente.

British Airways ha aceptado, hay que reconocer, toda la responsabilidad. Un portavoz dijo: “Es claro que nos quedamos cortos esta vez, y por eso nos disculpamos”. A los pasajeros se les están reembolsando sus pasajes, además de una compensación legal de US$701.23 (£520) que BA debe pagar.

Habiendo pagado más de 100 habitaciones de hotel en San José por dos noches, y el costo de un nuevo parabrisas para un Boeing 777 varios cientos de veces más caro que el de un Vauxhall Corsa, el daño a British Airways debe acercarse a US$1.3m (£1m).

Sin embargo, la aerolínea merece crédito por encontrar con una solución creativa para una crisis que ocurrió en el peor momento en términos del impacto emocional para los pasajeros y la tripulación.

Su astuto plan se veía así: dos vuelos estaban programados para partir en la mañana de Nochebuena desde Gatwick a Jamaica: uno a la capital, Kingston, y el otro al principal aeropuerto turístico, Montego Bay.

Los ingenieros de Gatwick cargaron un parabrisas de repuesto en el segundo avión y lo abordaron ellos mismos.

Ambos aviones debían regresar de Jamaica esa noche. Pero con los vuelos a menos de la mitad para las salidas del 24 de diciembre a Gatwick, British Airways calculó que el avión de Kingston podía ser enviado de regreso a través de Montego Bay, a solo 84 millas de distancia cerca del otro extremo de la isla, para recoger pasajeros que viajaran a Gatwick.

Mientras tanto, el avión de Montego Bay continuaría viajando un par de horas hacia el suroeste de Jamaica hasta San José. Los pasajeros abordarían este avión, mientras los ingenieros reparaban el Boeing siniestrado, dejándolo listo para volar de regreso a casa vacío.

Algo salió mal con el plan de vuelo para el tramo Jamaica-Costa Rica. La tripulación se quedó sin horas de servicio, lo que supuso un retraso adicional de 24 horas. Los pilotos e ingenieros pasaron la mayor parte del día de Navidad en un hotel de Jamaica antes de volar a San José y rescatar a los pasajeros que, para este momento, estaban furiosos. Merecen simpatía, al igual que la aerolínea.

Cuando las cosas van mal en la aviación, pueden salir realmente mal.