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Atenco: 20 años de un frente de pueblos que defiende la tierra

LLEGAMOS a las diez de la mañana, pero sabemos que los tiempos de Atenco siempre son otros. El evento es en un foro cubierto por una gran lona, “Hecha en tiempos priistas, costó dos millones de pesos y ni siquiera tapa bien del agua”, nos dice Javier, integrante del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra.

Veinte años del movimiento que nació debido al anuncio de expropiación de las tierras ejidales de Atenco, municipio del Estado de México, aquel 22 de octubre de 2001, auspiciada por el gobierno federal, encabezado por el presidente Vicente Fox Quezada.

“Sabíamos lo que estaba pasando, pero no lo supimos verdaderamente, hasta que ese lunes en el noticiero (creo el de Brozo) dieron el anuncio oficial”, recuerda César del Valle, quien tenía unos 12 años en ese entonces y ahora toma el micrófono como maestro de ceremonias en el evento.

Uno de los objetivos en el evento es presentar el actual proyecto del movimiento “Manos a la Cuenca” que, de acuerdo con las palabras de César del Valle, busca “detener la mancha urbana, defender la zona lacustre y mantener los mantos acuíferos”.

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Este proyecto enuncia que la subcuenca del Valle de México es el territorio hidrográfico más explotado de México debido a la sobrecarga que implica el crecimiento de la zona metropolitana de la Ciudad de México, esto aunado al desastre ambiental que ocasionó el intento de construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAIM) durante la gestión del presidente Enrique Peña Nieto.

De acuerdo con las denuncias del Frente, la construcción de este proyecto en suelo lacustre implicó el relleno de 4000,000 hectáreas con material pétreo devenido de más de 200 minas que se abrieron en la región causando estragos ambientales como deforestación y la acumulación de partículas de polvo que han traído enfermedades respiratorias a los habitantes.

El proyecto planteado por el Frente tiene como objetivo la recuperación de la zona lacustre, así como el rescate de los ejidos para la siembra con métodos agroecológicos, lo que significaría la restitución de las tierras, reclamo del movimiento desde 2001 y, posteriormente, en 2009, con la compra de cierta fracción de la propiedad ejidal por parte de Comisión Nacional del Agua (Conagua).

El perímetro lució carteles que dan cuenta de la historia del movimiento; los que refieren la represión de 2006 son escalofriantes. (Foto: Edgar Martínez)


Actualmente, algunos miembros del frente se encuentran negociando con el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador la posibilidad de llevar a cabo “Manos a la Cuenca” en vez del Parque Ecológico del Lago de Texcoco (PELT), el proyecto propuesto por el gobierno federal y encabezado por el arquitecto Iñaki Echeverría.

César del Valle explica que el propósito de “Manos a la Cuenca” no es paisajístico sino, sobre todo, recuperar la vocación campesina del territorio, mientras que el PELT es un proyecto desde la lógica urbana de embellecer el paisaje y que traería consigo presión demográfica, convirtiéndose en un negocio inmobiliario.

Se escuchan estruendosos gritos y los machetes golpeándose entre ellos. Un grupo del pueblo de Nexquipayac, perteneciente al municipio de Atenco, llega entre gritos de consignas como: “¡Zapata vive!, ¡La decisión está tomada, la carretera a la chingada!”. Felipe Álvarez Hernández, viene frente al grupo y sus gritos sobresalen por la potencia y la obviedad de la fuerza de su presencia en el grupo.

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El maestro de ceremonias comienza a dar paso a los saludos de los diferentes integrantes del movimiento, entonces sube el grupo de Nexquipayac y toma la palabra Felipe, quien denuncia la laxidad de quienes están negociando con el gobierno actual y han perdido ciertas demandas como la culpabilidad de Enrique Peña Nieto por la represión de 2006, la restitución de la tierra y que el proyecto “Manos a la Cuenca” no solo signifique un empleo. Las palabras de Felipe dejan entrever las grietas dentro del movimiento, pero también la apertura de decir abiertamente los desacuerdos y aún así articular presencia.

La carretera a la que se refiere el grupo de Nexquipayac es la “Peñón-Pirámides”, la cual está actualmente detenida por la casa de Nieves, una mujer que, apoyada por el Frente, no se ha rendido en la defensa de su vivienda evitando el paso de esta. La terminación de esta autopista implicaría la pérdida de la casa actual de Nieves y afectaciones a tierras del pueblo de Nexquipayac.

RESPUESTA TIBIA DEL GOBIERNO FEDERAL

El presidente Andrés Manuel López Obrador en sus diálogos con los pobladores se ha visto tibio sobre la cancelación de este proyecto, argumentando la inversión pública que se ha dado en este y, por tanto, deja el futuro incierto sobre la continuación de la pista. Lo que ha provocado que facciones dentro del Frente no se sientan cómodos con negociar con el gobierno actual y que busquen estar firmes en un no al proyecto.

Delineando el perímetro del evento se hallan carteles que dan cuenta de la historia del movimiento; entre estos, los que se refieren a la represión de 2006 son escalofriantes. Los recuerdos sobre los 3 y 4 de mayo de 2006 han dejado cicatrices, donde policías municipales, estatales y federales realizaron un operativo que tuvo como principal objetivo terminar con la resistencia del Frente, lo que dio como resultado dos muertes, al menos 31 mujeres que declararon abusos sexuales por parte de los cuerpos policiales y condenas de 165 años a quienes se consideraron líderes del movimiento: Ignacio del Valle Medina, Felipe Álvarez Hernández y Héctor Galindo.

Así, el Comité de Sobrevivientes de la Tortura de San Salvador Atenco se une al reclamo del grupo de Nexquipayac de no dejar pendientes la culpabilidad de Enrique Peña Nieto y no claudicar con esta demanda por las negociaciones actuales con el gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador.

Los tlacoyos como trabajos del maíz al comal marcan la tregua entre la milpa y el trabajo de cuidados, generalmente realizado por las mujeres. (Foto: Edgar Martínez)


De repente se observa cómo van poniendo fotos en una de las tablas recargadas en el escenario, son mujeres y hombres que han fallecido a lo largo de los años del movimiento. Sin embargo, las pérdidas han sido muchas durante esta pandemia. El covid-19 ha coartado la presencia física de muchos miembros activos, entre las últimas pérdidas se encuentra Jorge, quien archivaba el material audiovisual del movimiento desde sus inicios, y Obdulio, a quien recuerdan porque este año comenzó por sí solo a encauzar las lluvias abundantes de este año hacia la laguna de Xalapango, haciendo visible que el Lago de Texcoco aún existe.

Se realiza una misa en honor de los ausentes, y también se invita a hacer un homenaje a los hombres y mujeres más grandes del frente que siguen vivos, entre ellos, Nacho del Valle y su esposa, Trini. Al terminar la misa, el grupo con machetes en mano de Nexquipayac se retira dejando visible las asperezas actuales dentro del movimiento.

Pronto llegan las cazuelas con frijoles, chicharrón en salsa verde y un cazón con carnitas, acompañados de agua de Jamaica. A cada uno ofrecen estos manjares con dos tlacoyos y arroz. Para quien llega a Atenco con el Frente sabe muy bien que la comida jamás faltará, es el momento clave para proponer alianzas políticas y denotar la complicidad.

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Los tlacoyos como trabajos del maíz al comal marcan la tregua entre la milpa y el trabajo de cuidados, generalmente realizado por las mujeres que, lamentablemente, se encuentran en general ausentes dentro del podio, pero que alimentan los cuerpos que se dan cita en aquel espacio.

Los productos de la milpa no solo tienen el propósito de saciar el hambre de los asistentes, que ya habíamos compartido varias horas juntos, sino que además se convierten en una afirmación política al dignificar la actividad campesina como lo que sostiene al mundo. César del Valle dice: “Los campesinos somos defensores de derechos humanos al proveer la alimentación, proteger el medioambiente y el territorio”.

El evento continúa con participaciones culturales, entre estas, el poeta Mardonio Carballo es invitado a subir al escenario. Con taco en mano sube presuroso y dice que las palabras que realmente importa escuchar son las de los miembros del Frente que traen enseñanzas sobre la resistencia y defensa del territorio.

Para finalizar el evento, César pide que se ponga la música característica de los carnavales de febrero y exige no dejar atrás las costumbres. Con la panza llena, el corazón se pone contento para bailar. La alegría también es una postura política al insistir en las esperanzas para un futuro incierto de un movimiento que, después de 20 años, está buscando construir un relevo generacional. N