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Las nuevas 'balayage' y todas las mechas que querremos este verano

A las españolas nos gustan, y mucho, las mechas. La explicación es lógica. La mayoría de nosotras somos morenas, castañas o trigueñas, por lo que dar movimiento a la melena con matices de diferentes tonos, más claros, siempre nos ha resultado de lo más exótico. Tanto que, según un reciente estudio realizado por la firma cosmética Garnier, el 40% de nosotras las elige a la hora de modificar su color natural de cabello. Aunque nacieron en los años 40 (se hacían a mano, una a una, con decolorante y separando el pelo con bandas de algodón), vivieron una década de ostracismo con el auge de los rubios planos a lo Marilyn Monroe, Grace Kelly o Kim Novak. Pero llegaron los 70, y la mecha se instaló en nuestras cabezas para siempre. Al principio, la técnica resultaba casi de ciencia ficción: un gorro ajustado, de goma, similar a los de natación, lleno de miniagujeros en los que se introducía una aguja para hacer ganchillo con la que se extraían las mechas, más (brillos) o menos finas (mechas) que luego se decoloraban (y matizaban), aunque poco después la técnica fue sustituida por el papel de aluminio.

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amelia-windsor-mechas
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Con los 90 llegaron las mechas californianas, una de las grandes revoluciones en color capilar, porque apostaban por la naturalidad: simular el efecto del sol sobre el cabello en verano. Se realizaban “a mano alzada” con la archifamosa técnica balayage (que significa “barrido”), y que pronto adoptaron los peluqueros más sagaces. Este efecto necesitaba de una raíz más oscura (lo que dejaba de ser el problema eterno para nosotras), y un cuidado degradado que se extendía hacia las puntas, exactamente como lo hubiera hecho el sol en una melena larga a lo largo de tres o cuatro veranos. Aunque las mechas californianas no han podido ser desbancadas aún, el siglo XXI dio la bienvenida a las técnicas y colores más dispares, a veces mezclando hasta cuatro tonos diferentes o “en negativo”, aplicando mechas oscuras sobre bases claras. Desde entonces, cada año surgen nuevos palabros que llevamos en la boca cuando acudimos al salón de peluquería para pedir el último grito en movimiento de cabeza.

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gisele
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¿Qué mechas pediremos el próximo verano?

Este verano, el de 2020, un año que jamás olvidaremos, será “más que nunca el de la globalización, la integración, la diversidad, y así serán también las tendencias cromáticas para el cabello”, dice la peluquera donostiarra Charo Arruti, propietaria del salón que lleva su nombre y que está aprovechando el confinamiento para encadenar formaciones online con las mejores marcas cosméticas. Según su testimonio, la tendencia serán los tonos naturales con sutiles puntos de luz. En los castaños profundos, las mechas no subirán de dos tonos más del color natural, con sutiles degradados para iluminar zonas estratégicas en balayage que irán desde los rojizos hasta los dorados (lo que se denomina fondos en negativo). Los rubios serán más cálidos, derivando hacia beiges y caramelo, “siempre aplicados con las técnicas babylight y melting para fundir el color y envolverlos de naturalidad, aunque también queda espacio para los tonos fríos muy suaves, empolvados, y tonos fantasía, desde el azul (rey del Pantone este año) hasta el rosa, siempre con técnicas de mano libre para conseguir un efecto ahumado”, agrega Arruti.

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dakota-johnson-mechas
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Nadia Barrientos, directora del madrileño salón The Madroom, también hace su apuesta para este verano: “para las mujeres con bases oscuras propongo unas sunlights (mechas muy finas con efecto rayos de sol) en tonos avellana o champán, que resultan ideales en cortes mini o bob (media melenita al mentón; en francés, corte “carré”). En bases más castañas, mi recomendación es aplicar babylights en varios tonos de rubio variando el grosor de las mechas. De esta manera conseguimos dar más movilidad al cabello y generar sensaciones de volumen”, explica la experta. Si se trata de cabellos más largos, a Nadia le gusta hacer las Mordam, una nueva técnica de su salón (variante del nombre de su salón, del revés) que lleva tiempo trabajando a partir de mezclar el sunlight y la mecha californiana. “Así conseguimos aportar más intensidad a los rubios y hacer que visualmente sea aún más natural”, detalla. Vaticina que los tonos que van a predominar este verano serán los dorados y caramelos, en definitiva tonos cálidos para aportar luz. Y recomienda hacer tratamientos previos para mejorar el estado del cabello.

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hoskelsa
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En una línea similar se encuentra David Lorente, director del salón que lleva su nombre, y peluquero de cabecera de algunas de las mejores mechas de la capital madrileña. Él siempre personaliza el color, pero para el verano apuesta por las mechas o reflejos babyeclipting, la fusión de babylights con el eclipting. “Las primeras requieren un mantenimiento un poco más flexible ya que el crecimiento deja un efecto difuminado y no una raya marcada, y el eclipting en la zona frontal aporta unos toques de luz que nos permite jugar con los matices para dar movimiento a los distintos tonos de aclarado, siempre rubios o avellanas”, cuenta Lorente. Pero si hay un color que marcará tendencia sin duda en bases claras, ese será el rubio blanco mantequilla, y en bases oscuras o morenas, el tono avellana con toques de rubio caramelo. “Sobre todo, lo que aconsejo en cabellos muy finos es optar por un rubio más natural (cálido) para dar relieve. Dará la sensación de tener más pelo (melena 3D). Se trata de un efecto óptico, para que el resultado no sea el de una melena plana”, aconseja.

Por último, no hay que olvidar las cejas. Uno de los tips que siempre nos aconsejan los profesionales cuando optamos por unas mechas es el tono en el que las deseamos. Nadia Barrientos recomienda lucirlas en un tono más oscuro que la base natural del cabello, “así resaltaremos la mirada”, termina.