'Ben-Hur' y la ley de antaño que explica la imagen de Jesucristo

Seas amante del cine clásico o no, podemos estar de acuerdo en que no existe Semana Santa sin una dosis de cine péplum. Ya sea porque las vemos al completo o las pasamos haciendo zapping, no me cabe duda que el género de las espadas y sandalias se ha consagrado como sinónimo televisivo de Pascua. Los diez mandamientos, La vida de Brian, Espartaco y, por supuesto, el clásico por excelencia, Ben-Hur, nunca fallan.

Todas están repletas de curiosidades y anécdotas al tratarse de superproducciones de su época, con esfuerzos magnánimos para sacarlas adelante. Sin embargo, hoy quiero hablarles de Ben-Hur y su relación con una ley de antaño que le hizo cambiar todos sus planes en torno a la figura del mismísimo Jesucristo.

Charlton Heston y Stephen Boyd en el set de Ben Hur, dirigida por William Wyler. (Photo by Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)
Charlton Heston y Stephen Boyd en el set de Ben Hur, dirigida por William Wyler. (Photo by Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)

Reconozco que esta película de 1959 dirigida por William Wyler siempre fue mi favorita, una especie de aliada infalible a lo largo de unas cuantas tardes de Pascua. Tanto por la inteligente alegoría que presenta para la vida de Jesús como por sus inmensos decorados y esfuerzos artísticos pero, sobre todo, por conseguir la ardua labor de mantener un pulso palpitante cuando el visionado supera las tres horas y media de metraje.

Si la has visto tantas veces como yo, o eres de esos espectadores que reconoce la película con tan solo ver imágenes de sus planos más emblemáticos, seguramente recordarás la presencia de Jesucristo en varias secuencias. Pero… ¿te diste cuenta que el personaje religioso aparece siempre de espaldas, nunca habla y jamás le vemos el rostro?

Claude Heater delante de sus seguidores en una escena de 'Ben-Hur', 1959. (Photo by Metro-Goldwyn-Mayer/Getty Images)
Claude Heater delante de sus seguidores en una escena de 'Ben-Hur', 1959. (Photo by Metro-Goldwyn-Mayer/Getty Images)

Las trivias más simplistas dicen que se debe a una “reverencia” o “respeto” a la figura bíblica. Sin embargo, aquella aparición esconde una historia mucho más interesante que incluye una ley y a un cantante de ópera de “cara espiritual” que ni siquiera apareció en los créditos del filme.

El Jesús que vemos siempre de espaldas fue interpretado por Claude Heater, un tenor nacido en Oakland, California, en 1927, que por aquel entonces expandía su carrera por Italia después de haber servido como misionero y en el Cuerpo de Marines de EE.UU. Curiosamente, él no se presentó al casting para la película sino que fue descubierto por el jefe de producción Henry Henigson, quien se quedó prendado de su voz y rostro espiritual, según escribió la reportera Louella Parsons en 1958 (vía The Hollywood Reporter).

Según contó el cantante con el paso del tiempo, la producción estaba más interesada en encontrar “manos fuertes pero sensibles” y tras una prueba de cámara, el papel fue suyo. Al parecer, su parecido con la figura religiosa impactaba tanto que muchas personas en el rodaje se ponían de rodillas y hacían la señal de la cruz al verlo pasar.

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Sin embargo, ese parecido no terminó sirviendo de mucho. Y es que a medida que la producción progresaba fueron dándole más presencia en la trama con secuencias más extensas y diálogo ante las cámaras. Pero sin tener en cuenta que existía una ley que tiraría todo por la borda.

Se trataba de una legislación británica que prohibía que Jesús mostrara el rostro o hablara en una película si cumplía el rol de papel secundario. Por eso tuvieron que cortar todas sus escenas y solo mostrarlo de espaldas en la sala de montaje, dejando la famosa secuencia que da agua a Ben-Hur esclavizado tal y como la conocemos.

Es más, Claude Heater ni siquiera pudo aparecer en los créditos. De todos modos, Charlton Heston habló maravillas de él en su biografía e incluso aparecieron juntos a una proyección especial de la película en 2003 al ser los dos últimos supervivientes del reparto.

Lo curioso de todo esto es que Jesús es un personaje clave en la historia de Ben-Hur al tratarse de una alegoría que relaciona ambos personajes. Porque si bien la película de 1959 protagonizada por Charlton Heston era un remake de una película muda de 1925, que a su vez lo era de un cortometraje de 1907, lo cierto es que la historia parte de una de las novelas más populares del cristianismo.

El autor americano Lewis Wallace publicó Ben-Hur: una historia de Cristo en 1880, siendo una obra de ficción que incluye la figura de Jesucristo. Fue la novela más vendida del siglo XIX y la primera obra de ficción bendecida por un Papa (León XIII). Y es que si bien se trata de la historia de Judah Ben-Hur y su búsqueda de venganza, su vida transcurre en paralelo a la de Jesús, existiendo al mismo tiempo y siendo judíos en el Israel ocupado por los romanos mientras los capítulos de sus vidas transcurren al unísono.

Es decir, si bien Ben-Hur es la historia de venganza de un personaje acusado falsamente de un crimen y esclavizado como castigo, sus encuentros con Jesús en momentos importantes de su viaje sirven para cambiar su perspectiva. Sobre todo al ser testigo de la crucifixión y la aceptación de Jesús ante su muerte, abriendo en Ben-Hur una ventana para comprender el valor del perdón por encima del odio que embriagaba su sed de venganza.

No fue hasta 1961, dos años después del estreno de Ben-Hur, que Hollywood se atrevió a desafiar las reglas y enseñar el rostro de Jesús. Fue en otra producción épica, Rey de Reyes, con Jeffrey Hunter en el papel (quien más tarde saltó a la fama como el primer capitán del Enterprise en Star Trek).

Pero volviendo a la historia, lo cierto es que con o sin exposición en Ben-Hur, Claude Heater disfrutó de una prolífica carrera en el mundo de la música. Completó sus estudios en Milán y participó en obras cantando en España, Alemania, Suiza participando en giras clásicas por todo el mundo. Y si bien se retiró en los años 70, siguió conectado con la profesión como profesor de ópera en su estudio de San Francisco, como director general de la Ópera de Oakland y con su propia fundación dedicada a apoyar a músicos y artistas. Contrajo matrimonio con una cantante de ópera llamada Juyeon Song y tuvieron seis hijos.

Su vida fue tan interesante que escribió un libro sobre su pasado mormón y llegó a postularse como candidato republicano para el Congreso en 1992. Murió a los 92 años en junio de 2020.

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