Bienvenidos a bordo: un taxista se llevó dos de los premios más importantes del programa

Leonardo, taxista y fanático de Led Zeppelin, cruzó las puertas del estudio de Bienvenidos a bordo, sin saber que se iba a convertir en uno de los grandes ganadores que tuvo el programa.

De imagen tranquila, en contraste con su gusto rockero, el hombre contó emocionado acerca de la simpática costumbre de su hijo de tres años cuando llega del trabajo: "Llego de trabajar y me mete las manos en los bolsillos buscando la golosina que le llevo todos los días". De ese momento tan tierno de cotidianeidad surgió el entusiasmo por llevarse los ocho cajones de golosinas que puso en juego el programa.

Claro, siempre y cuando se adivine el número exacto de productos que hay en total. Cuatro cifras, las dos primeras par, y una gran cantidad de errores en los últimos días. Las estadísticas no pintaban favorables para Leonardo, pero a todo o nada se jugó: "¿2408, Guido?".

Y eran 2408. Manos a la cara, contener la emoción para no llorar en cámara, pero sabiendo que la alegría de su nene esa noche se multiplicaría por un par de miles. Inmediatamente después llegó el juego por el que en realidad había ido a participar: el verdadero o falso.

Cultura general y algo de suerte en un cuestionario de diez preguntas que podía redundar tanto en 20 mil como en 10 mil pesos, de acuerdo a cómo se juegue. El taxista nuevamente se jugó entero y eligió el camino mayor. Así, el hombre buzo gris transitó cada una de las preguntas con una semisonrisa y mucha seguridad, hasta que llegó la última: "En qué año sucedió la llamada Asamblea del Año XIII". Con haber prestado atención en la primaria tenía que salir bien. Y salió.

Hernán Drago fue el encargado de darle su premio, y el hombre subió a su auto con el baúl cargado de dulces, un fajo de 20 mil pesos en el bolsillo, y la satisfacción de haber dejado, como pocos, una huella en Bienvenidos a bordo.