Big data, big dinero

Foto: luckey sun/Flickr
Foto: luckey sun/Flickr

Cada vez que uno visita una página en la web, efectúa una compra por Internet, pone un Me gusta en un texto o una imagen que un conocido subió en una red social, va dejando rastros de sus preferencias aunque no se quiera. Esas huellas digitales, si se multiplican por los miles de millones de personas conectadas, constituyen lo que se denomina big data. Antiguamente, el poder de cálculo para manejar, analizar y sacar deducciones de patrones de conducta de esas multitudes de usuarios no existía, pero hoy sí. Y puede ser monetizada, es decir, convertirse en dinero. La información tiene un valor de mercado.

Mientras que en algunas naciones la venta, entre empresas, de los datos personales de sus usuarios, o de cualquier archivo que contenga información sensible sobre particulares, está prohibida, en otros países existen huecos legales. Pero por lo visto, en los Estados Unidos, de prosperar un proyecto de regulación impulsada por los republicanos, la cosa estará bien clara. Se podrá convertir en dinero los datos de la navegación de cada uno de los internautas de aquellas latitudes, sin su consentimiento explícito.

La semana pasada, en la Cámara de Senadores de aquel país, se aprobó, por dos votos (50 a favor y 48 en contra), una decisión por la cual los proveedores de Internet (las empresas a través de las cuales uno se conecta a la red de Redes) podrán vender los registros de navegación de sus clientes. Ahora el proyecto tendrá que pasar por la Cámara de Representantes, pero teniendo en cuenta que allá los republicanos también tienen mayoría, no es difícil suponer que en algún tiempo la privacidad digital en los Estados Unidos dará un paso atrás.

Por supuesto, esta medida no implica un carácter global, pero puede marcar un peligroso antecedente para las naciones que todavía no han decidido una política de manejo de big data en cuanto a la información personalísima.