Anuncios

Me conozco, me acepto

Creo que en la vida tenemos la posibilidad de realizar muchos tipos de tareas: creativas, productivas, sociales, operativas, etc., y cada una nos ayuda a aprender de qué se trata la propia vida. De todas las tareas que realizamos, una de las más difíciles es conocerse y aceptarse a sí mismo.

Aceptarse a sí mismo no equivale adoptar la postura cínica de “así soy, ¿y qué?”, pues, más que conocerse y aceptarse, es una forma de esquivar la incomodidad que produce el cambio de patrones negativos. Otras personas toman la posición contraria: “yo no era así, así me hicieron”, es decir, el lugar de la víctima desde el cual pueden culpar a los demás y evitar hacerse responsables de sí mismos. En ambos casos se vive a la defensiva y esa posición termina por torcer los vínculos y las relaciones.

La terapeuta Rachel Eddins se ha especializado en ayudar a la gente a superar problemas emocionales y a reconstruir el sentido de sus vidas a partir del reconocimiento del propio valor. Eddins plantea que existen seis estrategias para aceptarse a uno mismo y liberarse de patrones negativos.

1. Crea una voz de autoaceptación. Pon atención a los pensamientos negativos que surgen de manera automática. Haz una pausa y pregúntate “qué siento, qué necesito”. Enfócate en crear una voz que valida tus necesidades y provee comprensión.

Por ejemplo: ante un pensamiento negativo como “soy una estúpida, no puedo hacer nada bien”, la voz de la aceptación respondería: “sé que te sientes frustrada, inadecuada o impotente, es lógico que te sientas así porque llevas trabajando en ello mucho tiempo y parece no funcionar; todo está bien, este trabajo es un reto y a veces puede resultar frustrante, pero aunque no se trate de ti, eres capaz de hacerlo. ¿Qué tal si te tomas un descanso? A veces eso ayuda a mirar las cosas desde otra perspectiva. Date permiso de poner a descansar tu mente”.

La investigadora Kristin Neff añade que puede acompañarse esa voz con un gesto físico compasivo, reconfortante, como poner tus manos en el plexo solar o suavemente en tu rostro. La idea es establecer una nueva conexión entre tus emociones y tus pensamientos.

2. Atrévete a sentir emociones incómodas. Muchas veces, nuestra falta de aceptación se debe a que no queremos sentir emociones como la tristeza o la pesadumbre (que no es lo mismo que la depresión). Muchas personas no se aceptan a sí mismas porque temen ser “demasiado” intensas, serias, tristes, furiosas... Tal vez porque les hicieron pensar que eso era inadecuado o incómodo para los demás. Sin embargo, permitirse la intensidad y la “incomodidad” de esas emociones es necesario para conectarse con uno mismo y valorarse.

3. Revisa si tus expectativas son realistas. Si no lo son, ajústalas, porque de otra manera te llevarán a rechazarte a ti mismo por no poder alcanzarlas. Comienza por reconocer tus logros, no los minimices ni hagas comentarios autocríticos. Sé realista y habla positivamente de los esfuerzos que haces a diario. En vez de recriminarte por lo que no hiciste (“hubiera hecho esto”) reconoce lo que hiciste y siéntete bien. La pregunta, quizás, es cómo saber cuando tus expectativas son realistas. Si van acompañadas de “siempre/nunca”, “debería”, “jamás”, “no puedo”, “es muy difícil”, entonces no son realistas.

4. ¿Son tus expectativas o las de los demás? A veces uno sabe exactamente qué esperar de sí mismo, sin embargo, es inevitable que los demás proyecten sus expectativas en nosotros. Si las asumimos como propias y resulta que no son realistas, corremos el riesgo de sabotearnos con pensamientos destructivos. Lejos de aceptarnos, terminaremos apropiándonos de las expectativas ajenas. Por ejemplo: tú esperas que tu pareja te apoye en todo, pero a veces no lo hace. Mientras no reconozcas que esa es tu expectativa y no la de él, pensarás: “es un egoísta, no me ama, no le importo”. Cuando distingas cuáles son tus expectativas, te será más fácil dialogar con tu pareja y conciliar contigo mismo cuando se vuelva a dar la situación.

5. Sé consciente de tus pensamientos, especialmente aquellos en los que hay un juicio. Eddins dice que es como ver una película: “puedes ver tus pensamientos, pero tú no eres tus pensamientos”. ¿Cómo empezar a distinguirlos? Verbalízalo (“acabo de pensar tal cosa de mí o de los demás”) y revisa qué sensación física te produce.

6. Perdónate a ti mismo. Practicar la aceptación comienza por perdonarnos a nosotros mismos; es un proceso profundo en donde se honra la pérdida y se reconoce el dolor, no para quedarse ahí atorado y cultivar el rencor, sino para asimilar el aprendizaje, soltar y avanzar.

Los errores no son fracasos, son nuestra vía primaria de comprensión. ¿Has cargado cajas o bolsas pesadas durante mucho tiempo? ¿Qué se siente cuando lo sueltas? Practica esa misma sensación con lo intangible: los errores, los miedos, las decepciones. Aprende la lección y déjalo ir. Si te resulta muy difícil, piensa en la persona más compasiva que conozcas. ¿Qué te diría si le contaras sobre tus errores o tus fallas?

Finalmente, dice Eddins, las personas no somos problemas de matemáticas que necesitan ser resueltos; somos perfectamente imperfectos y necesitamos mirarnos de la misma forma en que vemos un atardecer, lo aceptamos tal y como es.

 

@luzaenlinea

 

Esto te interesa:

Soltar y avanzar

¿Por qué no me sale ser optimista?

Cambio de vida: 10 cosas que nadie te dice