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Resulta incómodo ver cómo en la nueva película de Brad Pitt intentan forzar la risa

Tres años después de actuar por última vez en Érase una vez en Hollywood, sin contar su cameo en La ciudad perdida con Sandra Bullock, Brad Pitt hace su regreso triunfal en la gran pantalla con Bullet Train, adaptación de la novela del mismo título de Kotaro Isaka que se erige como un thriller adrenalínico cargado de acción, violencia y emociones fuertes. La cinta, que llega a los cines este viernes 5 de agosto, se aleja así de la vertiente académica y dramática en la que el actor transitó en los últimos años para prestarse al puro disfrute. Sin embargo, esta diversión también viene dada por una fuerte apuesta por el humor que no atina lo suficiente para encajar en esta alocada y entretenida historia de asesinos a sueldo.

Brad Pitt y Aaron Taylor Johnson en 'Bullet Train' (Scott Garfield; cortesía de Sony Pictures)
Brad Pitt y Aaron Taylor Johnson en 'Bullet Train' (Scott Garfield; cortesía de Sony Pictures)

Bullet Train cuenta cómo varios asesinos, cada uno con propósitos diferentes, coinciden entre sí en un tren bala que viaja desde Tokio a Morioka. Pero poco a poco se darán cuenta de que sus misiones no difieren tanto entre sí, dando lugar a un juego de encontronazos, colaboraciones inesperadas, acción por doquier y muchos giros sorprendentes. Es decir, un thriller adulto al uso caracterizado por la locura e intensidad de sus secuencias. Por esta razón, cuando entre medias empiezan a introducir toques intensos de humor, la película empezó a chirriarme mucho.

Sentía que la mayoría de gags no encajaban, que pecaba de querer ser graciosa en exceso y que recurría a una comedia demasiado infantil y tonta que se alejaba de lo que uno espera al entrar a ver un thriller violento e intenso para el público adulto. Precisamente, me recordó al humor de la última película de Thor, donde el director Taika Waititi llevó muy al extremo el querer descolocar y sorprender al espectador con la comedia hasta el punto de írsele de las manos y provocar el efecto contrario. O al menos esa fue mi sensación viéndola recientemente en el cine. Y con Bullet Train me ha pasado exactamente lo mismo, que todos los momentos cómicos me resultaban pasadísimos de rosca.

Como bien requiere su propuesta, hay mucho humor negro y situaciones donde encaja a la perfección con la acción sangrienta y desenfrenada, pero siento que ha habido un intento de “marvelizar” esta historia y acercarla al tono de estas películas de superhéroes que tanto furor generan en taquilla. No hay más que ver que el director tras Bullet Train es David Leitch, quien se encargó de la segunda entrega de Deadpool. Y si recordamos, aunque esta cinta nada tenga que ver con la saga superheroica de Disney, era otra apuesta fuerte por la acción y la comedia, aunque llevada al terreno adulto. Y Bullet Train tiene un enfoque prácticamente similar, solo que mientras Deadpool se prestaba de lleno a las bromas pasadas de rosca aquí hablamos de un thriller con ingredientes muy diferentes.

Desconozco la novela en la que se basa la película y no sé si su humor se construye bajo este mismo enfoque, pero siento que la comedia debería haberse enfocado desde un punto más maduro y negro y no desde el toque tontorrón que se ve en pantalla. Por ejemplo, sobre el final de la película, después de que una botella de agua haya pasado por manos de muchos de los protagonistas y haya sido esencial en determinados momentos de la trama, se nos hace una presentación a modo broma sobre la historia de este objeto, presentándolo como un personaje más. Se supone que debería ser una situación graciosa, pero lo único que me produjo es la total indiferencia y la incomodidad de ver cómo se intentaba forzar la risa de algo tanto tonto. Y así me pasó con la mayoría de sus puntos cómicos.

No quiero decir que Bullet Train sea una mala película. De hecho, me lo pasé en grande con ella gracias a su frenetismo, giros y batallas sangrientas, por no hablar de su reparto estelar comandado por Pitt y repleto de personalidades de alto estatus Joey King, Aaron Taylor-Johnson, Logan Lerman, el cantante Bad Bunny e incluso un montón de divertidos cameos, como el ya revelado de Sandra Bullock. Pero sí pienso que podría haber lucido mucho mejor de no haber apostado por este enfoque tan agotador y rutinario con su comedia.

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