En este centro de recuperación, la policía enfrenta los costos de salud mental del trabajo

HAVRE DE GRACE, Maryland— Ken Beyer no puede pensar en un día de los últimos meses en el que su teléfono no haya revoloteado con llamadas, mensajes de texto y correos electrónicos de un departamento de policía, una oficina del jefe de Policía o una estación de bomberos en busca de ayuda para un empleado; un agente de patrulla amenazando con suicidarse con su arma de servicio antes de pasar lista; un bombero veterano que se ahoga en vodka hasta caer rendido; o un agente con una sobredosis de fentanilo en su coche patrulla.

"Es lo peor que he visto en mi carrera", dijo Beyer, cofundador y director general de Harbor of Grace Enhanced Recovery Center, un centro privado de recuperación y tratamiento de la salud mental y el uso de sustancias para los primeros respondedores en la ciudad de Havre de Grace, frente al mar, en Maryland. Fundado en 2015, Harbor of Grace es uno de los seis únicos centros de tratamiento de Estados Unidos aprobados por Fraternal Order of Police (FOP), la mayor organización mundial de agentes de la ley.

La seguridad pública es una profesión plagada de altos índices de problemas de salud mental y adicción. Teniendo en cuenta las incesantes presiones a las que se ven sometidos los primeros intervinientes, Beyer dijo que los centros de tratamiento no pueden enfrentar la demanda.

Los centros de recuperación especializados, como Harbor of Grace, se centran en el tratamiento de los agentes de la ley, los bomberos, los técnicos de emergencias médicas y los operadores, personas que se enfrentan regularmente a la violencia y la muerte en el trabajo. De acuerdo con Beyer, en los últimos dos años se ha triplicado el número de policías admitidos a tratamiento en su centro. "Y siempre tenemos hasta 20 policías en la fila", dijo. Otros centros de tratamiento para primeros intervinientes informaron de un aumento similar de pacientes.

La ira contra la policía y las prácticas policiales se disparó después de que un agente de Minneapolis asesinara a George Floyd en 2020 y eso supuso una presión adicional para la salud mental de los agentes, dijo el doctor Brian Lerner, psiquiatra y director médico de Harbor of Grace. "Los oficiales se sienten menospreciados por el público y, a menudo, también se sienten sin apoyo de sus agencias", dijo.

Esta es una de las razones por las que "estamos viendo una tasa significativa de agotamiento entre los agentes de policía", dijo Jennifer Prohaska, una psicóloga clínica de Kansas City, Kansas, que se dedica a ayudar al personal de las fuerzas del orden.

El mal estado de la salud mental de muchos agentes, combinado con la baja moral, ha contribuido a un éxodo de policías en todo el país que ha dejado a los departamentos sin personal suficiente y a los agentes restantes con exceso de trabajo y agotados. Atlanta, Seattle, Phoenix y Dallas se ven especialmente afectadas por la escasez de agentes. "Eso está creando una enorme tensión en el sistema", dijo Prohaska. "Es una tormenta perfecta".

Incluso antes de las tensiones más recientes, los índices de agotamiento y depresión aumentaban entre los primeros intervinientes. Las tasas de trastorno de estrés postraumático son cinco veces más altas en los agentes de policía que en la población civil. Algunos estudios estiman que hasta el 30 por ciento de los policías tienen problemas de consumo de sustancias. La dependencia del alcohol encabeza la lista.

Solo el año pasado, 138 agentes de policía murieron por suicidio, más que el número de muertos —129— en acto de servicio, de acuerdo con el FBI. Un informe reciente de Ruderman Family Foundation sugiere que los suicidios policiales suelen estar infravalorados a causa del estigma.

Harbor of Grace tiene un pequeño campus de ocho edificios de ladrillo de una sola planta con detalles en azul claro y amarillo y parece más una posada junto al mar que un entorno clínico. El centro puede tratar a 47 pacientes a la vez y tiene siete camas de cuidados intensivos, la mayoría para desintoxicación.

Ofrece ayuda para una amplia gama de problemas de salud mental, como la adicción, los trastornos del sueño, la ansiedad, la depresión, la ideación suicida y el TEPT (PTSD).

Hasta la fecha, más de 500 organismos policiales —federales, estatales y locales— han enviado empleados a Harbor of Grace. El centro cuenta con 45 empleados clínicos de tiempo completo, entre ellos un médico de urgencias y varios psiquiatras, enfermeros y consejeros. Muchos de ellos han trabajado anteriormente como personal de primera intervención, desde médicos y bomberos del ejército hasta agentes de policía.

Una mañana reciente en Harbor of Grace, el sol ardía sobre la bahía de Chesapeake. Un grupo de pacientes, en su mayoría hombres y algunas mujeres de unos 30 años, se reunieron en el pequeño patio. Algunos se sentaron solos, mientras que otros permanecieron en pequeños grupos, charlando.

"Recibimos todo tipo de pacientes, de todos los orígenes y en todas las etapas de ruptura", dijo Beyer, de 66 años, un exbombero y paramédico que superó un problema con el alcohol hace varias décadas. "Todos nuestros pacientes y la mayoría de nuestro personal saben lo que es sostener a un niño muerto o moribundo", dijo.

El sargento Ryan Close ha sostenido a varios niños muertos. Este agente de policía de 37 años trabaja como supervisor de patrullas para una pequeña agencia policial de Nueva Inglaterra que no quiso identificar para proteger la identidad de sus colegas. Lleva 15 años como policía y ha trabajado para varios departamentos. Cuando empezó, dijo, los agentes no recibían formación psicológica ni tenían acceso a programas de apoyo entre compañeros designados.

Dijo que casi siempre que se veía envuelto en un incidente crítico —como un tiroteo o un accidente con cuerpos quemados y desfigurados— "mi supervisor me ordenaba ir al bar después". Un incidente en particular se le ha quedado grabado en la memoria: cuando un joven se disparó en la cabeza con un rifle. La cultura de la época consistía en "lavar el horror con alcohol", dijo.

Pero Close no bebía mucho en aquella época y sus compañeros se burlaban de él por pedir solo cervezas pequeñas. No fue sino hasta años más tarde, cuando los recuerdos de sus experiencias en el trabajo resurgieron y tuvo problemas para dormir, que empezó a automedicarse con alcohol. Desarrolló ansiedad social y su matrimonio se vio afectado.

Su departamento lo empujó a buscar ayuda, por lo que entró en Harbor of Grace en abril de 2021 para un ciclo de tratamiento de 28 días. Allí aprendió a dejar de lado su endurecido barniz y su impulso de tener siempre el control. Vio a muchos otros policías luchar también con eso cuando llegaron al centro. "Fui testigo de cómo hombres adultos tenían un ataque como un niño de seis años porque un miembro del personal no les dejaba usar su celular".

Muchos de los primeros en responder desarrollan fuertes mecanismos de defensa y son "inseguros, no confían, son controladores", dijo Beyer. A menudo esperan demasiado tiempo antes de buscar ayuda, dijo.

Los policías tienden a ser "muy cerrados, muy poco dispuestos a ser vulnerables", dijo Lerner. Pero considera que la mayoría de los socorristas se convierten en pacientes modelo después de dar los primeros pasos. "En ese momento, están metidos de lleno", dijo. "No hacen nada a medias".

En Harbor of Grace, el estilo de comunicación refleja el tono de una comisaría de policía o un parque de bomberos, dijo Beyer. "No perdemos el tiempo en las cosas que ayudan a sentirse bien", dijo. "Somos francos. Llamamos la atención a la gente si es necesario".

La psicóloga Prohaska dijo que es importante que existan centros de tratamiento conductual especializados para los primeros intervinientes, pero, dijo, también debe haber una mejor inversión en el frente, para iniciativas prácticas que enseñen resiliencia a los empleados de seguridad pública, como la que ella desarrolló para el Departamento de Policía de Kansas City.

Una sólida formación en salud mental debe formar parte del plan de estudios de la academia e integrarse en la cultura policial, dijo. "Al igual que enseñamos seguridad a los agentes, tenemos que enseñarles resiliencia", dijo. "Un curso de PowerPoint de dos horas no servirá".

Beyer espera que la situación empeore antes de mejorar. En los últimos dos años, ha visto que más policías renuncian mientras están en tratamiento. Antes, la mayoría volvía al trabajo. "Ahora, una vez que lo tienen claro, muchos dicen 'Quiero estar sano y la forma de estarlo es dejar el trabajo policial'", dijo.

Ryan Close decidió volver a trabajar en las fuerzas del orden. Se convirtió en un defensor del apoyo entre pares en su agencia y fuera de ella. Dijo que su propio viaje de salud mental lo ha convertido en un mejor agente de policía, con más empatía y mejores habilidades de comunicación.

Su consejo a sus compañeros es que se informen acerca de los posibles efectos de los traumas antes de que desarrollen un problema grave. Además, dijo, "establece un buen diálogo con tu familia, tus supervisores, tus compañeros, conoce cuáles son tus limitaciones y a aprende habilidades de afrontamiento saludables. El alcohol no es una de ellas".

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KHN (Kaiser Health News) es una redacción nacional que produce periodismo en profundidad en torno a temas de salud. Junto con Policy Analysis and Polling, KHN es uno de los tres principales programas operativos de KFF (Kaiser Family Foundation). KFF es una organización sin ánimo de lucro que le proporciona información acerca de temas de salud a la nación.