Chloë Sevigny vendió su ropa usada y la gente acudió en masa a comprarla

Chloë Sevigny sonríe para una foto en la venta de algunas de sus prendas usadas, disfraces y otros artículos de su armario en el Día de las Madres en un espacio de estudio NoHo en Manhattan, 14 de mayo de 2023. (Dane Manary/The New York Times).
Chloë Sevigny sonríe para una foto en la venta de algunas de sus prendas usadas, disfraces y otros artículos de su armario en el Día de las Madres en un espacio de estudio NoHo en Manhattan, 14 de mayo de 2023. (Dane Manary/The New York Times).

NUEVA YORK — Para cierto tipo de fanáticas de la moda, era un sueño: comprar ropa del armario de la actriz Chloë Sevigny, con ella ahí presente.

Sevigny, alabada como una influente y entusiasta por la moda, organizó una venta el Día de las Madres en un estudio del barrio NoHo de Manhattan. Los clientes tuvieron la oportunidad de comprar artículos del propio armario de Sevigny, Academy New York, piezas que había diseñado con Opening Ceremony y atuendos de varios de sus papeles.

“Decidí cuidar o guardar bien algunas cosas en Los Ángeles”, comentó Sevigny, que llevaba un vestido de camisón negro de Comme des Garçons y sandalias de Manolo Blahnik. “Y, entonces, sobraron muchas cosas y pensé, sabes qué, tengo 48 años, soy madre, hay muchas cosas que ya no quiero ponerme. Se trata de una gran purga para pagar algunos años de almacenamiento, dar una parte a una organización benéfica y pagar algo más de almacenamiento”.

El evento fue organizado por Liana Satenstein, exescritora de Vogue cuyo servicio “Schmatta Shrink” ayuda a los apasionados de la moda a vaciar sus armarios y ha evolucionado en una serie de videos llamada “Never Worns”, donde cuenta las historias detrás de esas prendas.

La venta se anunció el jueves a través de Instagram, bajo el título “Sale of the Century”. A Sevigny se le unieron los editores de moda Mickey Boardman (antes colaborador de Paper Magazine), Lynn Yaeger (editora colaboradora de Vogue) y Sally Singer (antes de Vogue, ahora en Amazon). Todos pregonando su propia ropa.

A mediodía, cuando se inauguró oficialmente la venta, la fila daba la vuelta completa a la manzana; algunos clientes habían salido de sus casas en Nueva Jersey a las 5:30 de la mañana. “Es como el ouroboros o el ciempiés humano de la moda”, aseguró Satenstein.

La gente explora ropa a través de bastidores en la venta de prendas, trajes y otros artículos usados del armario de Chloë Sevigny en el Día de las Madres, en un espacio de estudio en NoHo en Manhattan, el 14 de mayo 2023. (Dane Manary/The New York Times).
La gente explora ropa a través de bastidores en la venta de prendas, trajes y otros artículos usados del armario de Chloë Sevigny en el Día de las Madres, en un espacio de estudio en NoHo en Manhattan, el 14 de mayo 2023. (Dane Manary/The New York Times).

Boardman estaba sentado en una sala lateral con su amiga Laura Wills, propietaria de la tienda retro Screaming Mimi’s, mientras Singer se ocupaba de la caja, que en realidad era sobre todo pagos hechos con la aplicación de billetera digital Venmo. ¿Era su primera experiencia en el comercio minorista? “Lamentablemente, no”, respondió Singer.

Cuando los primeros clientes salieron del ascensor, tuvieron que hacer una pausa. Allí estaba Sevigny, dando la bienvenida a los compradores, posando para tomarse selfis y dando consejos de moda. “Tienes que comprar eso”, le dijo a Bella Raykhman, una directora de arte de 24 años que estaba pensando adquirir unos pantalones de mezclilla de 145 dólares de Katharine Hamnett.

Raykhman dijo: “Puede que fuera una estrategia de mercadotecnia, pero fue eficaz”.

Sevigny levantó una minifalda de cuero diminuta que dijo que era de la década de 1990. “Es de Michael Kors para Celine”, aclaró. “Durante mi campaña de los Premios Oscar por ‘Los muchachos no lloran’, la llevé a diferentes eventos de prensa”. Cerca había una chaqueta de mezclilla y unos pantalones a juego con estampado de hojas, una colaboración entre Levi’s y Supreme. “Salí un tiempo con un chico que trabajaba en Supreme, así que solía conseguir cosas para mí”, explicó. “Todavía me mandan cosas, porque les caigo bien”.

Mientras sonaban canciones de Britney Spears, Madonna y Sonic Youth por un único altavoz, los compradores —en su mayoría mujeres veinteañeras— echaban un vistazo a prendas como un abrigo de piel de oveja de Hermès (1995 dólares), una americana de cuero de Lord & Taylor (135 dólares) y unos pantalones cortos negros de Supreme con el conejito de Playboy en el dobladillo (150 dólares). “Son prendas que estarán siempre en mi armario”, señaló Abby Tompkins, agente musical de 26 años. Vino en busca del “atuendo esencial de la chica de moda neoyorquina”. “Ya estoy planeando conjuntos en mi mente”.

Asha McDonald, estilista de 29 años, intentaba decidirse entre una falda a cuadros de Vivienne Westwood (450 dólares) y un montón de otras prendas. Había llegado el momento de tomar una decisión. “Es ahora o me va a dar una infección de vejiga”, comentó. No había baños.

A las 3 de la tarde, Sevigny seguía en la venta, ordenando ropa y trasladando mulos del suelo a un estante más prominente, donde el espacio se había despejado. Chelsea Manning pasó por allí, al igual que Ivy Getty, modelo y miembro de la alta sociedad, que admiró un diminuto vestido de camisola color cian. “Es Versace”, le gritó Sevigny desde un sofá.

Sevigny se quedó hasta el final, pues la venta se prolongó hasta las 6 de la tarde (se suponía que terminaría a las 5), cuando los últimos peregrinos cruzaron la puerta. Satenstein dijo más tarde que se había vendido alrededor del 90 por ciento de la ropa.

“Pensé que habría más gente que se arrebataría cosas de las manos”, dijo Rebecca Snyder, una estudiante de 22 años que había esperado más de cuatro horas con sus amigas. “Sinceramente, acabó siendo muy tranquilo. No es tan intenso. Es solo ropa”.

c.2023 The New York Times Company