Anuncios

El ciclo electoral se adelantó en los mercados

El ministro de Economía, Sergio Massa, se enfrenta a fuertes desafíos si busca una candidatura
El ministro de Economía, Sergio Massa, se enfrenta a fuertes desafíos si busca una candidatura - Créditos: @MINISTERIO DE ECONOMIA

El lunes 16 de enero prometía ser un día tranquilo en el mercado argentino, dado el feriado de Martin Luther King en Estados Unidos y que muchos participantes locales estaban de vacaciones. Sin embargo, al promediar la tarde era evidente que para los mercados era un día fuera de lo común. En los chats de traders, los que operaban se preguntaban qué pasaba.

Los bonos en dólares de la reestructuración, especialmente el que vence en 2030, estaban subiendo de precio. “En ningún otro feriado subieron en esa magnitud”, me comentó una experimentada operadora. Al día siguiente las subas fueron más violentas aún. Los volúmenes negociados de bonos salieron de lo normal; el lunes 16, comparados con otros feriados en Estados Unidos, y el martes 17 comparados con cualquier día.

El miércoles 18, antes de la apertura del mercado, el ministro de Economía, Sergio Massa, anunció que el Gobierno compraría bonos en dólares por “más de 1000 millones de dólares”. Los bonos siguieron subiendo ese día, trepando más de un 20% en solo una semana. El funcionamiento adecuado del mercado de capitales requiere, como dice en su página la Securities and Exchange Commission (SEC) de Estados Unidos, que “todos deben recibir un trato justo y tener acceso a ciertos datos sobre las inversiones y quienes las venden.” Es decir, entre otros requisitos, se requiere que todos los participantes tengan la misma información, lo que parecería, a partir de los datos de precios y volúmenes negociados el 16 y el 17, que no ocurrió en la Argentina.

Más allá de las dudas que eso genera, la pregunta que queda es por qué el Gobierno lanzó esta operación. Si estuviésemos analizando una empresa privada cuyos bonos cotizasen muy por debajo de su valor nominal, le recomendaríamos recomprar parte de su deuda, pero siempre que tuviese excesos de caja suficientes para hacer frente a sus obligaciones futuras. Ese no es el caso del Gobierno. Al final de cuentas, el mercado está cortando clavos, a ver si se viene una nueva reestructuración de deuda o no.

Las reservas internacionales netas del Banco Central eran de alrededor de US$6700 miles de millones de dólares a fines de 2022, casi nada para una economía del tamaño y las características de la Argentina. Y el Gobierno se comprometió con el FMI a acumular unos US$4800 miles de millones adicionales en 2023. Es decir, no sobra ni un dólar.

Además, ¿por qué no recompró los bonos cuando valían menos de US$20 como, por ejemplo, a fines de septiembre de 2022? Al momento de anunciar la recompra, el bono global en dólares que vence en 2030 cotizaba a US$33,35. Tampoco podemos pensar que luego de este rally en el precio de los bonos la Argentina podrá emitir deuda nueva en dólares en el mercado. Las tasas son aún muy altas para esperar eso.

Entonces, quizá el Gobierno está buscando hacerse de bonos con los cuales poder intervenir en los mercados cambiarios paralelos. Las cotizaciones MEP y contado con liqui (CCL) surgen de comparar el precio en pesos al que se compra un bono o una acción contra los dólares que se consiguen al venderlo, en la Argentina o en el exterior, respectivamente. Es decir, comprar dólares MEP o CCL implica vender bonos contra dólares. Con esta operación, el Gobierno se hará de más munición para intentar evitar una escalada en esos mercados.

Los dólares financieros se venían despertando desde noviembre. El CCL, que estaba cerca de $300 en octubre, llegó a $351 el 13 de enero. Su escalada ponía en peligro la sensación de control que intentaba transmitir el equipo económico.

Es que la apreciación del peso contra el dólar en términos reales –es decir, que el peso se deprecie contra el dólar menos de lo que suben los precios– es un clásico de los años electorales. Es, diría, una condición necesaria para que un gobierno sea competitivo en la elección. Si tienen dudas, pregúntenle a Mauricio Macri, cuyo gobierno llegó a la elección primaria de agosto de 2019 con una pérdida del valor del peso del 53% en los 15 meses anteriores.

Este año, sin embargo, el ciclo electoral parece haberse adelantado. En el mercado oficial de cambios, el Banco Central comenzó a bajar el ritmo de depreciación del peso. De un 6,5% mensual en noviembre, pasó a 5,9% en diciembre, y se encamina a un 5,5% en enero. Pero los paralelos se estaban disparando, lo cual, creo, generó la reacción del equipo económico.

¿Por qué se adelantó el ciclo electoral? En mi opinión, porque las decisiones políticas más importantes, como las alianzas y las candidaturas se toman en el segundo trimestre del año. Massa no puede aspirar a una candidatura oficial unificada si no tiene el dólar, o los dólares, bajo control. También tiene que lograr que la inflación no se reacelere. Por eso dijo: “El objetivo es poner el 3 delante de la inflación de abril”. El Indec dará a conocer el índice de precios de abril el viernes 14 de mayo. Para referencia, el video de YouTube con el que Cristina Kirchner entronizó a Alberto Fernández como cabeza de la fórmula presidencial es del 18 de mayo de 2019.

Pero las cosas no serán tan fáciles para Massa. El peso se depreció a 386 en el mercado blue, una suba del dólar de cerca de 10% en los primeros 26 días del año. Además, la inflación de enero se aceleró con respecto a la de diciembre y terminará cerca del 6% mensual. Quizás el Gobierno pecó de apresurado cuando se vanaglorió de haber evitado que la inflación llegara al 100% en 2022, incluyendo declaraciones de la portavoz presidencial referidas a que la inflación estaba bajando más rápido de lo esperado. “La gente va a reconocer la epopeya de este gobierno”, agregó. Cantaron “victoria” antes de tiempo. No es posible descartar que toque el 100% en el primer trimestre del año.

Un factor que ayudó a desacelerar la suba de precios a fines de 2022 comenzó a revertirse. La sequía llevó a los productores a sacrificar parte de su ganado. El precio de la carne subió solo un 2,9% en el mercado mayorista en el segundo semestre, y un 18,6% a nivel minorista (en este caso, incluyendo pollo y cerdo), mucho menos de la mitad de lo que subieron los precios al consumidor en general. Pero ya lleva dos meses seguidos de subas mensuales en el mercado mayorista, y habría pegado un salto en los últimos días, como registró Belkis Martínez en la nacion el miércoles último. Más temprano que tarde estos aumentos llegarán a los supermercados.

Cuando en unos meses se normalicen las lluvias y los productores comiencen a retener ganado, las subas escalarán aún más. En febrero, además, cae la demanda de dinero. Si el Banco Central no ajusta bien la política monetaria, la demanda de dólares crecerá y habrá más presión sobre precios. Pero ajustar la política monetaria no es gratuito.

Como pasa con la frazada corta, el ajuste monetario se siente en los números de actividad, empleo y salarios. El Indec informó que la actividad se contrajo un 0,7% en noviembre, la tercera caída mensual consecutiva. La fuerte retracción del gasto público y la suba de tasas de interés implementada desde agosto tiene impacto en la actividad y el consumo. El crédito no existe. Los bancos invierten la mayoría de los depósitos que reciben en Leliq y bonos públicos. En un par de meses, los números del Indec comenzarán a mostrar caídas interanuales de la actividad. Los de consumo ya caen hace meses. Para mayo, la economía estará en recesión.

El problema de Massa es que el típico ciclo electoral incluye incrementos de gasto público y una apreciación cambiaria para que la gente consuma más y sienta un mayor bienestar. Pero esta vez será distinto. El gasto público tendrá que seguir contrayéndose si el Gobierno quiere cumplir las metas con el FMI. Y el consumo, impactado por los ajustes fiscales y monetarios, se resentirá por la falta de dólares para importar insumos y bienes finales. Los datos de comercio internacional de diciembre son muy elocuentes. Las importaciones de bienes de consumo final e intermedios (insumos para la producción) se expandían a más del 30% interanual en el primer semestre de 2022, pero se contrajeron un 8,4% y un 19,3% interanual, en cada caso, en diciembre. El control de importaciones es muy férreo. Según Walter Giannoni, de La Voz del Interior, a la industria cordobesa no le aprueban dos de cada tres pedidos de importación, lo que empieza a afectar al empleo.

No hay dólares para todos. O se usan para comprar deuda o para que los comercios y las pymes tengan mercadería para vender y producir. El ciclo electoral se adelantó para ayudar a definir al candidato de la coalición de gobierno, pero, dadas las acciones del equipo económico, parecería que la foto para saber si Massa es presidenciable no se tomará en los talleres de Córdoba o en los comercios del conurbano bonaerense, sino en las pantallas de la City porteña.