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Claves en la política económica del futuro gobierno

El ministro de Economía, Sergio Massa, junto al presidente Alberto Fernández
El ministro de Economía, Sergio Massa, junto al presidente Alberto Fernández

Hay que adoptar todas las decisiones sobre la base de que algún integrante de la oposición ganará las elecciones presidenciales de 2023. No porque ya se sepa el resultado electoral, sino porque las decisiones se toman a partir de la probabilidad y los costos de pifiar. Se terminarán equivocando quienes apuesten a que gana el oficialismo, si éste pierde; pero también se terminarán equivocando quienes apuesten a que gana la oposición, si el oficialismo obtiene más votos. ¿En qué puede consistir la política económica del integrante de la oposición que tenga la “mala suerte” de vencer en las urnas?

Al respecto conversé con el norteamericano Murray Lew Weidenbaum (1927-2014), porque fue el primer presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Ronald Reagan, cargo que ejerció entre enero de 1981 y agosto de 1982, cuando fue reemplazado por Martin Feldstein. “No te quedes ahí parado, haz algo”, era una de sus frases favoritas. Luego de su experiencia gubernamental volvió a enseñar. “Haber trabajado con un presidente me sirvió mucho como profesor”, declaró en 2005.

–¿Qué rescata de su experiencia como funcionario público?

–Fui el menos doctrinario de todos los miembros del equipo económico. Encontraba ideas útiles, tanto en los partidarios de la economía de la oferta como en los monetaristas, por lo cual ninguno de los dos bandos me consideraba uno de ellos. Los contactos directos con el presidente tienen mucha importancia. No necesité explicarle el impacto negativo de las elevadísimas alícuotas del impuesto a las ganancias, porque las había sufrido en Hollywood. Mi tarea no consistía en explicarle economía a la Nación, sino en llevar adelante el programa económico del presidente. Reagan no demandaba lealtad, sino que la inspiraba. En las reuniones que tenían lugar en la Casa Blanca discutíamos muy fuerte, hasta que ingresaba el presidente. El tono de la reunión cambiaba, hasta que él se iba. Entonces volvíamos a las acaloradas discusiones.

–¿Cuán importantes son las consideraciones políticas en la determinación de las políticas públicas que tienen que ver con la economía?

–Muy pocas decisiones públicas son adoptadas exclusiva o principalmente sobre la base del análisis económico o de la información proporcionada por los economistas. Reagan nunca hubiera sacrificado la seguridad nacional por consideraciones económicas.

–Esto me da pie para que nos ayude a imaginar la política económica a partir del 10 de diciembre de 2023.

–En cualquier país del mundo, en cualquier momento, la política económica surge de combinar ideas generales y circunstancias. A medida que avanza la gestión de un gobierno, el peso de las ideas generales disminuye, frente al de las circunstancias. Porque se producen novedades en el contexto internacional o, con mayor frecuencia, por la necesidad de ajustar el esquema inicial a dinámicas no previstas o circunstancias cambiantes.

–¿Las ideas generales de quién? ¿Del presidente de la Nación o del ministro de Economía?

–El próximo gobierno no debería arrancar con un conflicto en este sentido. En ausencia de conocimiento previo, el lapso que existe entre la elección y la asunción del cargo sirve para que se efectúen serias conversaciones entre ambos funcionarios. Estoy descontando que el próximo gobierno no cometerá el pecado que llevó a Mauricio Macri y a Alberto Ángel Fernández a no reunir el área económica de sus gobiernos en una sola persona.

–La política económica también dependerá de la futura composición de las cámaras legislativas...

–Fundamental. Vea lo que está ocurriendo en Diputados e imagine lo que estaría pasando si el oficialismo hubiera triunfado en la elección de medio término de 2021.

–La política económica es respaldo político, votaciones legislativas, pero también es sustancia.

–Así es. Una porción de la política económica que se lance el 10 de diciembre de 2023 dependerá de la situación económica del momento. Ejemplo: dicha política económica no puede ser la misma si la tasa de inflación de noviembre de ese año se ubica en 4% mensual o en 40% mensual. Pero esto no quiere decir que no se pueda ir avanzando en otros frentes.

–¿Por ejemplo?

–Si Sergio Massa y Gabriel Rubinstein evitan un estallido que les obligue a adoptar más medidas que las que están adoptando, al tope de la agenda del próximo equipo económico se ubicará la corrección de desequilibrios, como el tarifario o el cambiario.

–¿Por qué los ubica al tope de la agenda?

–Porque si continúan los desequilibrios, será imposible mejorar la credibilidad en la acción gubernamental y encarar la estabilización macroeconómica. En 2023, terminar primero con la inflación y luego corregir los desequilibrios es técnicamente imposible.

–Este planteo se conecta con otro: el de shock versus gradualismo.

–A la luz de los resultados del gradualismo, sobre todo a partir de fines de 2015, el shock tiene un gran atractivo. Pero le pone mucha presión a quienes diseñan e implementan las políticas económicas. Porque una política económica gradualista se puede ir corrigiendo, mientras que una de shock, una vez lanzada…

–¿Pueden el gradualismo y el shock ser aplicados de manera simultánea?

–Sí. En la descripción de la herencia recibida, el próximo gobierno tiene que aplicar un shock; en la corrección de los desequilibrios puede ser gradualista, pero sabiendo que hasta que no termine de corregir los desequilibrios no podrá enfrentar, por ejemplo, la lucha contra la inflación, teniéndose que bancar que lo acusen de no hacer nada en la materia.

–¿Cuán creíble será la acción del próximo gobierno?

–Pregunta fundamental. Guillermo Antonio Roberto Calvo ubica en un lugar destacado la cuestión de cuán creíble es la acción del gobierno, señalando que una misma medida de política económica puede tener resultados bien diferentes dependiendo de la credibilidad que el gobierno de turno despierte en la población. Esto es particularmente importante en el caso de las reformas; porque si el sector privado cree que llegaron para quedarse, modificará su comportamiento; mientras que si cree que serán transitorias, lo que hará es resistir, que es algo muy diferente.

–¿Pesará la historia cuando arranque el próximo gobierno?

–Ojalá que no, pero no hay que descartarlo. Porque, de repente, el mejor gobierno desde el punto de vista político, con mayoría en el Congreso y un equipo económico idóneo, inicialmente puede encontrar que la política económica no genera los resultados esperados, si en función del pasado el sector privado dice: “interesante, pero lo quiero ver”. La demora en la aparición de los resultados no debe ser leída como un error de la política económica, sino como un problema de falta de credibilidad.

–Don Murray, muchas gracias.