Clickbait, los secretos de la música de la exitosa miniserie de Netflix

Clickbait, la serie de Netflix que se ubicó entre lo más visto por los argentinos en la plataforma
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Entre delitos informáticos, el uso de datos privados en las aplicaciones y cuestiones del corazón clásicas, Clickbait (cuyo nombre no ahorra sutilezas) va por la estela de Black Mirror en un registro menos distópico y mucho más convencional en términos de narrativa visual. La miniserie de seis capítulos de Netflix que cuenta la historia de Nick Brewer (Adrian Grenier) y Sophie Brewer (Betty Gabriel) no tiene un apoyo musical evidente pero lo que se toca (en auriculares, discotecas o gimnasios) apuesta a la producción de los últimos cinco años con cameos al pasado usados a veces como gesto retro y otras como arquetipos acústicos clásicos . Aquí, un top ten para descubrir nombres contemporáneos y otros que merecen revisitarse.

“Just One Look” (Doris Troy, 1963). En un soundtrack dominado por artistas muy nuevos o recién consagrados hay excepciones para la ola vintage que barniza las series. En Clickbait se deja escuchar (y se rescata) a Doris Tray con este número uno que versionaron los Hollies en los 60 y Linda Ronstadt en los 70. El mayor hit de la diva soul tuvo una sobrevida audiovisual intensa antes de terminar en este cíber policial. Sonó en un comercial de Pepsi protagonizados por Cindy Crawford en 1991, luego vuelto a usar en el Superbowl de 2001. El éxito de Troy le sirvió de anzuelo a una marca de edulcorante artificial en 2015 como también a la automotriz japonesa Mazda.

“Just Like a Woman” (Bob Dylan, 1966). Fuera de contexto, en cuanto a la poca música que se escucha en la serie, el clásico despechado de Blonde on Blonde se deja oír en una rara escena en la que dos hermanos lo bailan como si se tratara de un vals. Incluida entre las 80 canciones de Bob que LA NACION eligió para celebrar sus primeros 80. La aparición de Dylan en su modo más venenoso, arropado por ese sonido inmaculado del 66, sorprende tanto como un giro insospechado en la trama.

“Oh, How it Hurts” (Barbara Mason, 1968). En un flashback, en el casamiento de Nick y Sophie, suena la voz de Barbara Mason que se remonta a 1967 cuando obtuvo su segunda entrada en el Billboard 100. Mason empezó como compositora pero consiguió hacerse un lugar en el deep soul de fines de los 60. Se radicalizó en los 70 con canciones sexuales que ponían con franqueza cuestiones que no se abordaban así en el género antes de ella. En 1975 puso su voz en Sheba, Baby, la película de la futura chica Tarantino Pam Grier.

“Follow me Now” (Stardust, 2007). Algunas elecciones de la serie parecen salidas de un paseo por un outlet suburbano. Cómo los musicalizadores dieron con este hit bubblegum de 1977 a mitad de camino entre el peor glam y la mas rutinaria música disco es un misterio. Un grupo sueco al que le alcanzó este hit efímero para pasear su híbrido estilo Eurovisión por todas las ciudades del Viejo Continente y no mucho más. Para 1978 nadie se acordaba de ellos.

“Call Out My Name” (The Weeknd, 2018). El melodismo ominoso de The Weeknd es uno de los primeros sonidos de la serie dando el tono de neo melodrama digital que tiene este sucedáneo de Black Mirror demasiado pautado. La ficción no está a la altura de esta balada soul cyborg que afirma a The Weeknd como uno de los artistas más interesantes de la segunda década del siglo XXI. Capaz de echar mano a procedimientos radicales sin perder olfato masivo.

“Fake ID” (Riton, Kah-Lo, 2019). Mucha de la música tecno que se escucha en la serie suena de pasada en bares y discotecas. Hay que parar la oreja para advertir las novedades a las que los musicalizadores decidieron apostar. Lo mismo da si fue por razones estéticas o económicas. Son muchos los tracks grabados entre 2020 y 2021 lo que no deja de ser una buena rampa de lanzamiento para artistas nuevos. Esta colaboración entre el DJ Riton (Londres) y la nigeriana Kah-Lo aporta un número dance cardíaco que se escucha en el centro de una discoteca de la vieja normalidad. Kah-Lo consigue un flow insólito como doblado para una película japonesa.

“Algorythm” (Childish Gambino, 2020). Con apenas el nombre de la fecha de publicación (3.15.20) y una tapa blanca, Childish Gambino editó su último álbum del que la serie tomó “Algorythm”, de lo mejor que se escucha aunque sea un breve insert. El R&B redefinido desde los parámetros del experimentalismo usando la producción como perversión de los elementos reconocibles (melodía, ritmo) de la canción.

“Tangerine” (Glass Animals, 2020). En el primer capítulo, los Glass Animals de Oxford dan el tono contemporáneo e indie que casi toda la música de la serie va a tener. Desde 2014 forman junto a Metronomy un frente de grupos ingleses capaces de oscilar entre las convenciones de la electrónica y el pop de guitarras como en una síntesis de brit pop y el rave and roll de los 90. Aquí lo consiguen reformulando la canción y el dance al mismo tiempo. Abonados al calendario de festivales.

“Breathe” (Ásgeir, 2020). Una de las grandes sorpresas de este soundtrack es este cantautor islandés de 29 años que tuvo una larga carrera en la isla ártica hasta encontrar un lenguaje que le permitiese trascender en el resto de Europa. Su primer álbum se editó en Rejkjavik en 2012 y recién con Bury The Moon (2020) llamó la atención en Inglaterra. Su clasicismo se sale de los bordes por un registro agudo que lo emparenta al de Antony Hegarti y un imaginativo arsenal de arreglos.

“Twelve” (Shygirl, 2020). La tapa de Alias, el EP que Shygirl editó en 2020 es lo más tremebundo que se pueda asociar a una serie que tiene un secuestro extorsivo como núcleo narrativo. Blane Muise es el nombre de esta DJ, cantante y productora asociada al costado más cuttin edge del dance contemporáneo. Ha trabajado con Arca, SOPHIE, pero también Rihanna usó su música (un comprimido de grime, house y hip hop duro) en desfiles de modas presentados como performances de arte contemporáneo.