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Comer pescado, ¿sí o no?

Si hay algo que obsesionaba a la generación de nuestros padres es que rebajáramos la cantidad de carne que comíamos semanalmente y aumentáramos la de pescado. Durante años, su consumo estuvo respaldado por estar considerados como una buena fuente de proteínas, grasas beneficiosas como Omega 3, vitaminas y minerales. Pescado azul frente a carne roja. Pero esto ha cambiado. Radicalmente. En la actualidad, son muchos los que han optado por dejar de comer carne, pero también pescado. Además de los motivos éticos ya consabidos, hay otros que tienen que ver con nuestra salud como consumidores.

El pescado está en entredicho.
El pescado está en entredicho.

La gran cantidad de plástico desechado que llega a los mares y océanos es un grave problema de contaminación medioambiental, pero también un riesgo para la salud humana. “Es posible que ingiramos pequeñas porciones de plástico presentes en peces y mariscos. Los océanos son actualmente un vertedero de plástico. Unos 8 millones de toneladas de plástico entran en nuestros mares cada año. Aún hay no hay muchos estudios sobre cómo afectan los microplásticos a la salud humana, pero se sabe que están presentes en los peces que ingerimos”, explica Cristina Rodrigo, portavoz de ProVeg España, una organización internacional para la conciencia alimentaria nacida hace más de 100 años en Alemania (y presente también en Reino Unido y Polonia) cuyo objetivo es reducir en un 50% el consumo de carne para el año 2040.

La polución en el mar va a más.
La polución en el mar va a más.

“Durante los últimos años, algunas de las muestras de peces capturados mediante arrastre mostraban la presencia de microplásticos en hasta el 36% de los animales capturados”, afirma Rodrigo. Pero las microperlas de plástico de cosméticos o la acumulación de bolsas de supermercado son solo uno de los problemas. “Otra cuestión a considerar es la presencia de mercurio. Los peces, especialmente aquellos de mayor tamaño (atún, bonito, pez espada) suelen tener una mayor cantidad de este metal, que es peligroso para toda la población, especialmente para niños y embarazadas. Incluso se relaciona la ingesta de pescado y marisco contaminado con
mercurio como un factor de riesgo de padecer esclerosis múltiple”, añade Rodrigo.

Desde ProVeg, además, explican la situación en la que se encuentra el ecosistema marino como un daño colateral de la ganadería industrial. “Hay una gran cantidad de fertilizantes que
se utilizan en el cultivo de alimento para el ganado y que acaba en los oceános, al igual que los excrementos del mismo. Todo esto da a lugar a zonas muertas, en las que hay tan poco oxígeno que la vida marina no es posible. Ya hay 350 en todo el mundo. Una de ellas tiene una extenxión de 22.729 kilómetros cuadrados, lo que equivale a unas 38 veces el tamaño de Madrid”, describe Rodrigo.

Hay pescados amenazados por la contaminación en el mar.
Hay pescados amenazados por la contaminación en el mar.

Con este panorama, parece difícil apostar por continuar con el consumo de pescado y, sin embargo, si obviamos el planteamiento ético y lo reducimos a una cuestión de seguridad alimentaria, se presentan algunas alternativas. Javier Ojeda es el gerente de Crianza de Nuestros Mares, un sello de calidad a favor de una acuicultura de calidad y de cercanía, son pescados producidos en diferentes costas de toda España. “Los microplásticos se introducen en los peces a través de su alimentación. Los peces silvestres se alimentan de otros peces que a su vez ingieren otros peces más pequeños que pueden haber ingerido los microplásticos. Esta es la teórica vía de entrada de los microplásticos en la cadena alimentaria humana. Los pescados de Crianza de Nuestros Mares se alimentan exclusivamente de piensos secos y esterilizados, que se analizan en su fabricación para no incluir micropartículas”.

Pero si hay algo en lo coinciden ProVeg y Crianza de Nuestros Mares es en el negro futuro que le espera al ecosistema marino si el ser humano no cambia su manera de proceder. “Si nuestra forma de pescar no cambia, en 30 años es probables que peces y mariscos hayan desaparecido. De hecho, algunas especies marinas, como el atún rojo o las vaquitas marinas, se encuentran al borde de la extinción debido a la sobrepesca o a los ‘daños colaterales’ de algunos sistemas de pesca como el de arrastre o las redes de enmalle”, cuenta Rodrigo. Según Crianza de Nuestros Martes, para el año 2050 habrá que aumentar un 70% la disponibilidad de alimentos para satisfacer las demandas de los más de 9.600 millones de seres humanos que entonces poblarán el planeta y, para esas fechas, es posible que ya no se cuente con alimentos de origen marino salvaje, por lo que la acuicultura tendrá una importancia capital. Dejar de comer pescado o comerlo si ha sido producido de manera sostenible se presentan como las dos únicas alternativas.