La comunidad peruana de Accomarca busca cerrar las heridas de una masacre de hace 37 años

Accomarca (Perú), 19 may (EFE).- La comunidad peruana de Accomarca, en la región andina de Ayacucho, comenzó este jueves a cerrar las profundas heridas que dejó la masacre de 69 personas perpetrada por el Ejército el 14 de agosto de 1985 durante la lucha contra Sendero Luminoso.

Tras 37 años de espera, los pobladores de este remoto pueblo recibieron y velaron los restos óseos y simbólicos de sus familiares asesinados en esta matanza para poder darles sepultura y avanzar así en su incansable lucha para la reparación y la justicia de uno de los más graves casos de violaciones de derechos humanos cometidas por agentes del Estado durante el conflicto armado peruano (1980-2000).

En la masacre de Accomarca, hubo 69 ejecuciones extrajudiciales, una veintena de ellas de niños, por las cuales la Justicia condenó a penas de entre 10 y 25 años de cárcel a diez miembros de las Fuerzas Armadas.

EL SELLO DEL "CARNICERO DE LOS ANDES"

Según el informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), cuatro patrullas del Ejército, dirigidos por el subteniente Telmo Hurtado, conocido como "el Carnicero de los Andes", incursionaron ese 14 de agosto de 1985 en la quebrada de Huancayoc, en la parte baja de Accomarca, donde las Fuerzas Armadas ya habían ejecutado a 12 personas en 1983.

Su misión era capturar a los "elementos terroristas", pero acabaron buscando a los pobladores choza por choza y, pese a no encontrar propaganda senderista, a muchos los llevaron a una casa ubicada en el anexo de Lloqllapampa, que luego incendiaron con una granada.

Anastasio Quispe lo vio todo con sus propios ojos. "Yo estaba en frente, lo vi. Metieron en esa casa a 65 personas y luego las quemaron", relata a Efe el hombre, de 78 años.

Aquel día, antes de ver esta escena que aún tiene clavada en su retina, Quispe había permanecido retenido por más de una hora por tres soldados que, finalmente y tras contarles que había hecho el servicio militar, lo soltaron.

"Yo estaba crucificado como Jesucristo. Después sale el teniente y dice 'anda, desaparece en un minuto y, si no, te matamos'", cuenta el anciano, quien perdió su madre en la matanza del 83.

Tras escuchar las palabras del teniente, Quispe escapó y, escondido en el monte con otros paisanos suyos, se encontró con la casa que el Ejército había hecho estallar con sus vecinos dentro.

Para él, era "como un horno de pan".

UNA ROMERÍA ANTES DEL ÚLTIMO ADIÓS

En la entrada de esta construcción de adobe que aún hoy permanece destruida, los sobrevivientes y familiares de las víctimas de la masacre llevaron a cabo esta mañana una romería, prendieron velas, dejaron flores e hicieron un minuto de silencio en honor a los fallecidos.

Más tarde, en la Municipalidad de Accomarca se hará entrega simbólica de ataúdes vacíos a familiares de víctimas que no han podido ser identificadas por la Fiscalía.

Allí, Terensia Gamboa Polido recibirá un cajón sin los restos de su madre, que "hasta hoy no la encuentran", según declaró a Efe la mujer, entre lágrimas.

Pero Gamboa, de 60 años, sí pudo ayer tener entre sus manos "pedacitos" de los esqueletos de su hermano y de su hermana, quienes también terminaron "quemados" a manos del Ejército aque día de 1985.

El martes, el Ministerio Público empezó a entregar a los familiares los restos óseos de 37 de las 69 víctimas de esta masacre, dentro de unos ataúdes blancos que luego llevaron a la iglesia del pueblo, un episodio más en la senda para la reparación colectiva de este crimen.

La ardua batalla de los familiares para alcanzar justicia, sin embargo, continúa y continuará hasta garantizar que se cumpla la histórica sentencia condenatoria de 2016, cuando se desmintió la versión oficial.

"No hay justicia para nosotros. Para la gente que tiene plata sí, para la gente pobre no tenemos justicia. Son 37 años de sufrimiento", asegura Gamboa.

En la región andina de Ayacucho, donde se encuentra la remota Accomarca, estalló la actividad subversiva de Sendero Luminoso durante el conflicto armado peruano, que dejó 69.000 muertos entre 1980 y 2000, según el informe final de la CVR.

(c) Agencia EFE