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Crusaders: la dinastía de un equipo campeón, la contratación a Pablo Matera que “rompió con la regla” y el impacto de último momento

El festejo de Matera con su hijo, Dartagnan
El festejo de Matera con su hijo, Dartagnan - Créditos: @@Crusaders

Crusaders ya disfruta y sigue en plena celebración; el objetivo está cumplido con honores. El equipo de Christchurch se coronó campeón del Super Rugby Pacific, tras superar en la final a Blues como visitante por 21-7. Y con este triunfo, confirma su dominio en el hemisferio sur con Pablo Matera, el primer argentino en la historia que es campeón del torneo. Pero que, a la vez, habrá durado poco en la franquicia y en el certamen: a última hora del sábado trascendió en un medio neozelandés que el tercera línea no continuará en Crusaders en la próxima temporada, y que en su momento anunciará en qué club seguirá su carrera.

Patricio Noriega, aquel brillante pilar formado en Hindú, que representó a los Pumas y luego al seleccionado de Australia, había estado cerca en dos oportunidades: en 1997 y en el 2000 jugó las finales del por entonces Super 12 con la camiseta de Brumbies y en ambas ocasiones su ilusión se hizo añicos. En un 2019 que hoy parece lejano en el tiempo, Jaguares se topó en el encuentro cumbre ante Crusaders, que le hizo pesar su jerarquía. Hoy, dentro de la estructura del equipo más dominante, Pablo Matera se convirtió en el primer argentino campeón de la competencia más importante del sur. ¡Vamos carajo!, gritó visiblemente emocionado tras el pitazo final.

Scott Barrett, capitán de Crusaders, y la celebración tras conquistar el Súper Rugby
Scott Barrett, capitán de Crusaders, y la celebración tras conquistar el Súper Rugby - Créditos: @MICHAEL BRADLEY


Scott Barrett, capitán de Crusaders, y la celebración tras conquistar el Súper Rugby (MICHAEL BRADLEY/)

El deporte no siempre da revancha, sino nuevas oportunidades. Lo está viviendo Matera, figura de Jaguares en aquella final de Super Rugby hace tres años, y hoy, en la noche de sábado en Auckland, uno de los puntos altos de un Crusaders absolutamente superior a Blues. También, porque en la semana había estado en el ojo de la tormenta, tras su expulsión en la semifinal con chances concretas de ser suspendido para la final. “Estamos muy agradecidos de que el proceso haya sido realmente sólido y estamos contentos de que haya salido bien para él y para el equipo”, expresó en la previa el entrenador Scott Robertson, que se mostró feliz de poder contar con un jugador importante para el pack de forwards. “Es una final y para él venir hasta acá y jugar al rugby en un gran nivel y luego darse cuenta de que podría haberse perdido la final…trajo a su joven familia al otro lado del mundo para jugar y ganar un campeonato. Nunca ha ganado nada, por lo que habría sido muy difícil no haberlo visto en la final”.

En el Eden Park, Matera tuvo una producción positiva en ataque –10 acarreos– como en defensa -10 tackles-. Además, participó en los dos tries de su equipo: en el primero tomó la pelota y quedó a centímetros del ingoal, antes de que apoyara Bryn Hall. En el segundo asistió con el pie a Revu Reece con un pique cómplice que le jugó a su favor. Un recurso que suele utilizar y en general lo hace bien, más allá de su condición de forward. El formado en Alumni completó 77 minutos y salió reemplazado cuando el partido ya estaba liquidado.

Crusaders es un equipo camaleónico. Cambia y se adapta según las circunstancias. No se ata a una forma y tiene una virtud que lo convierte en el equipo que reina en la tierra donde mejor se juega al rugby: es el que más rinde cuando está bajo presión. Fue sometido por Chiefs en la semifinal y se vieron obligados a realizar 246 tackles, récord histórico en el Super Rugby. Hoy, en cambio, propusieron juego con la pelota y tuvieron formaciones fijas dominantes. Una de las claves fue el lineout, en el que robaron 10 de los 19 lanzamientos de su rival. Scott Barrett, el capitán, y el experimentado Sam Whitelock fueron vitales en esta faceta. Dos caudillos en la segunda línea, con una entrega admirable al servicio del equipo. Tom Christie fue un perro de presa en la tercera línea y Leicester Fainga’anuku el que más buscó por afuera. Un plan de juego llevado a cabo adentro en la cancha por Bryn Hall y el genial Richie Mo´unga, autor de 11 puntos y posiblemente el jugador más representativo de esta era de Crusaders.

Pero el hombre más importante en este ciclo ganador es Scott Robertson, el cerebro fuera de la cancha. Asumió como head coach en 2017, cuando el equipo acumulaba años de frustraciones y nueve temporadas sin campeonatos. Su impacto fue inmediato y en seis años ganó seis títulos. Nadie puede con esta dinastía liderada por quien fue un excelente octavo en su época de jugador y hoy es un entrenador que está marcando una época. Carismático, expresivo y muy cercano al jugador, ya ganó casi la mitad de los 13 títulos que suma Crusaders en su historia y como en cada año, festejó con su baile tradicional y los aplausos de sus dirigidos. En algún momento el camino de Robertson se cruzará con el de los All Blacks.

Vale resaltar que los equipos de Nueva Zelanda son reacios a contratar jugadores extranjeros que no pueden representar a los All Blacks. La idea principal es desarrollar jugadores y alimentar la competencia interna con el fin de mejorar la calidad del seleccionado. Un sistema instrumentado por la unión del país que los ayuda para ser la máxima potencia de este deporte. La contratación de Matera en esta temporada fue una excepción y rompió con esta regla. Un jugador que llegó como una figura internacional, reconocido en Nueva Zelanda por su heroica actuación en la victoria de los Pumas sobre los All Blacks en 2020, y que cuando se adaptó al ritmo de la competencia, mostró todo su potencial. El tercera línea salió de su zona de confort en el Stade Francais de París y redujo su sueldo en pos de crecer como jugador y lograr algo que ningún otro jugador del país logró. En todos los sentidos, el objetivo está más que cumplido.

La gran incógnita es si Matera seguirá jugando en el rugby neozelandés en 2023. “Esa es una conversación para la próxima semana”, expresó Scott Robertson, cuando le consultaron en la previa de la final. En principio, el argentino no volvería a París y deberá definir su futuro. En las próximas semanas arranca el calendario internacional y se sumará a los Pumas para los tests frente a Escocia en el norte argentino. Llegará con el envión de ser campeón del Super Rugby y será clave tanto en el juego como en el liderazgo. De cara al Mundial de Francia, no hay un mejor lugar para continuar que en la dinastía de Crusaders.