Cuando el acosado es él

Foto Alon Flickr
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Ya no podía entrar en su perfil de las redes sociales porque siempre estaba allí. Esperando. Pese a todos los intentos anteriores de convencerla para que lo olvidara o ignorar sus ataques, la presencia era permanente. Ella le había escrito a los contactos de él para acusarlo de todas las canalladas posibles. Su vida se parecía a esas dos viejas películas Play Misty for me (con Clint Eastwood) o Disclosure (interpretada por Michael Douglas), en las que la víctima del acoso era un hombre. Luego siguieron las llamadas por mensajeros, recurriendo a perfiles falsos. ¿Qué debería hacer? ¿Desaparecer de las redes sociales? Si hiciera la denuncia en la policía o en la justicia, ¿le creerían?

La reconocida institución norteamericana analista del mercado de tecnología Pew Research Center publicó hace dos años que el 40% de los usuarios de Internet había sido víctima de acoso, de todos los calibres y tipos. Por su parte, ScienceNordic, un sitio integrado por científicos de los países nórdicos, tomó como universo de estudio a los periodistas de aquella región del planeta y encontró que cerca de la mitad de ellos, hombres y mujeres, había sido víctima del ciberacoso. El insulto habitual que recibían ellos era “idiota”, y ellas, “prostituta”.

Gabriel Zurdo, CEO de BTR Consulting, consultora argentina de riesgos y seguridad informática dijo que “si hablamos de ciberbullying contra los hombres, observamos que existe una tendencia, menor en cuanto a su volumen, pero en ascenso y no menos grave, al ciberacoso por despecho. La facilidad con que encontramos información sobre la nueva vida de un ex es asombrosa. El problema comienza cuando de manera repentina el hombre comienza a recibir todo tipo de amenazas, que van desde el ataque a él, a la “nueva ella” y a su entorno de amigos, familia y trabajo”.

Por otra parte, destaca que a diferencia del grooming y el cyberbullying entre menores, es poco frecuente encontrar foros o ámbitos de denuncia y registro de víctimas hombres.

“Cada vez son más numerosos los casos de hombres — jóvenes y adultos— que son víctimas de trampas, de seducciones con incitación a mantener cibersexo. Son grabados y chantajeados a cambio de no publicar el video que han registrado a través de la webcam”, explica Zurdo.

Agrega que “con independencia de que el extorsionador sea hombre o mujer, pueda ser detenido antes o después de viralizar el video, la víctima se enfrenta a un duro reto: asumir que con un clic la o el atacante podría causar un daño irreparable en su vida, pues las imágenes, por su naturaleza digital, son muy fáciles de guardar y compartir. Y virtualmente imposible de eliminarlas por completo”.

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