Dólar blue a $223: el Gobierno reconoce que monitorea el mercado informal

El dólar blue obtuvo un récord nominal en $222, cuya brecha con el tipo de cambio oficial se encuentra por encima del 110%, máximo desde noviembre del 2020. La cifra encendió la alarma en Casa Rosada, donde admitieron que observan de cerca la oscilación de la moneda.

En su habitual conferencia de prensa, la Portavoz de Presidencia Gabriela Cerruti fue consultada sobre el tema y consideró al respecto del alza que "termina generando expectativas que impactan en otros órdenes de la economía", al tiempo que reconoció que el Gobierno sigue de cerca el tema.

"Si bien no impacta en la economía real el momento en el que esto sucede, y que tiene que ver con una cantidad de variables y con movimientos y expectativas de los mercados financieros, sabemos que en largo plazo termina generando expectativas que impactan en otros órdenes de la economía, con lo cual también el Gobierno tiene una mirada sobre el tema para ver cómo se puede mejorar esa situación", fue la respuesta de la funcionaria.

Brecha histórica

A diferencia de lo que sucede en la mayoría de los países del mundo, hablar del dólar en la Argentina es de lo más habitual, pues prácticamente nadie desconoce su cotización, al menos en el segmento del blue.

Entonces, no sorprende que desde hace algunos días vuelava a ser noticia, más que nada por la forma en que ha venido trepando su cotización. No obstante, si bien este es el dato que más trasciende, existe un lado B del mismo y está dado por la brecha que lo separa del dólar oficial.

En tal sentido es interesante repasar brevemente qué sucede con este indicador, cuales son sus consecuencias y finalmente en que posición se encuentra frente a los máximos históricos.

Para ello, lo primero que hay que mencionar es que desde mediados de octubre del año pasado la brecha rondó el 95% con algunos fogonazos que la ubicaron por encima del 100%, mientras que desde fines del año pasado promedia el 103%, aunque en los últimos días fue trepando hasta rozar el 111%, con un mayorista a $104,73 y un blue a $221).

Haciendo un breve repaso de las mayores brechas, y considerando los últimos precios del blue y del dólar mayorista, se puede afirmar que la actual es una de las más altas de los últimos cincuenta años, pues se ubica en el cuarto lugar según el siguiente orden:

1. Junio 1975 (Rodrigazo): 370%

2. Agosto 1982 (post Malvinas): 183%

3. Octubre 2020: 150%

4. Enero 2022: 111%

5. Junio 1989 (hiperinflación): 110%

¿Por qué es grave una brecha que ya se ubica cerca del 100%? Porque siempre involucra la posibilidad de que en el corto o mediano plazo desemboque en una devaluación.

Ello se debe a que frente a este tipo de expectativas, se desincentiva la liquidación de divisas y se adelanta la demanda de importaciones, en una economía necesitada de dólares. Pero no solo eso, sino que también traba el crecimiento y reduce la productividad de la economía.

Pero hay que tener en cuenta un dato no menor: las brechas muy elevadas tienen mecha corta y es que la economía no se las puede bancar por mucho tiempo.

Lo llamativo del caso es que es una regla aceptada por todos los gobiernos negar en forma enfática la trascendencia que tienen tanto el blue como la brecha en la economía del país, pese a que bien se sabe el primero de ellos es el "driver" elegido para fijar una gran cantidad de precios, en particular los que tienen algún componente importado.

Lo que cuenta la historia

A la espera de algún tipo de definiciones que aporten claridad a la cuestión, en momentos en que la incertidumbre alcanza niveles elevados ante la indefinición de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, es interesante repasar que sucedió en el pasado, como una forma de tratar de avizorar que puede suceder en el corto o mediano plazo.

Para ello, cabe mencionar que según Santiago José Gahn el control de cambios y por ende la brecha cambiaria "apareció por primera vez, en el siglo XX, mediante un decreto del Poder Ejecutivo el 10 de octubre del año 1931 bajo el gobierno de José Félix Uriburu, tres semanas después que Gran Bretaña abandonara el patrón oro".

Como consecuencia de ello, la brecha promedio para los dos años siguientes promedió el 40 por ciento.

Varias décadas después, tanto en los 70 como en los 80 se registraron varios "fogonazos" en la relación entre el dólar paralelo y el oficial, ante lo cual la primera reacción oficial era intentar bajar la cotización del primero con medidas incluso de tipo policial, aunque sin mayores resultados, por lo que a la larga siempre la salida consistió o en devaluar el tipo de cambio oficial o en desdoblar el mercado oficial de cambios.

De hecho, ello fue lo que sucedió hacia finales de 1971 cuando el mercado cambiario se dividió en dos, pues en él convivían un tipo de cambio comercial, que por lo general era fijo y de carácter casi simbólico, con uno financiero mucho más alto, que también era regulado por el Banco Central y por el que se liquidaban las importaciones y algunas exportaciones.

Este mecanismo generó fuertes distorsiones en los mercados, con una brecha que demostró ser muy volátil ya que tuvo picos de hasta el 150%, que obligaron en repetidas ocasiones al gobierno de turno a aplicar algún tipo de "correctivo", que solo lograba hacerla descender aunque fuera en forma transitoria.

Pero todo se complicó en octubre de 1974 cuando la brecha superó el 370%, marcando el récord histórico, debido a la disparada del dólar paralelo, que solo se corrigió con la devaluación del dólar de importación del 50% en marzo de 1975, es decir tres meses antes del célebre Rodrigazo.

Luego de un período de relativa calma, ya a fines de 1981 nuevamente surgieron presiones cambiarias y la brecha entre el dólar oficial y el marginal subió a casi 60%, lo cual obligó al Gobierno a devaluar un 40% en tres meses, con lo que logró eliminar, al menos en forma transitoria dicha distorsión.

Ya en la década del 80 hubo dos momentos con brechas muy elevadas, que se registraron en dos momentos clave de la historia reciente: los meses siguientes a la guerra de Malvinas y la hiperfinflación de fines de la década, aunque ambos fueron "fenómenos fugaces", según escribieron Jorge Vasconcelos y Guadalupe González, economistas del Ieral de la Fundación Mediterránea.

En efecto, una vez concluida la Guerra de Malvinas el indicador tocó un techo por encima del 180%, a partir de lo cual se ingresó en un período de fuertes correcciones del tipo de cambio que se extendió por espacio de un trimestre, acumulando una devaluación del tipo de cambio oficial del 100%.

Superado ese episodio, la brecha ingresó en un ciclo de relativa baja volatilidad que concluyó abruptamente en julio de 1989, es decir en plena hiperinflación, cuando volvió a tocar un pico del 110 por ciento, es decir prácticamente el mismo porcentaje que se registra en la actualidad.

Ya en pleno Siglo XXI, la primera gran estampida se registró en el verano de 2013, aunque fue de menor cuantía, pues "apenas" superó el 60%, un porcentaje relativamente bajo si se lo compara con el registrado en noviembre del año pasado, que fue de prácticamente el doble (116%). No obstante, en términos diarios, el extremo superior se registró el 23 de octubre de 2020, cuando el "sismógrafo cambiario" tembló al alcanzar el 150 por ciento.

Por qué se registran estas brechas: según los analistas consultados por Iprofesional, "claramente el comportamiento del blue y la forma en que se despega del oficial es un indicador del grado de confianza en el gobierno y en el futuro económico".

¿Qué tienen de común, según el economista Roberto Cachanosky todos los períodos de altas brechas cambiarias? En breve síntesis, los siguientes aspectos:

1. En cada pico, la crisis económica estuvo acompañada de una crisis política.

2. Cuando la brecha bajó luego del pico, por lo general fue porque el tipo de cambio oficial alcanzó al blue y no porque este bajó para igualar al primero.

Otra enseñanza que dejan estos períodos de gran inestabilidad es que no hay medida cambiaria aislada que pueda revertir la desconfianza en el peso. Para ello se necesita un plan económico consistente, como el que viene exigiendo el FMI, en el que la cuestión fiscal es el punto central pero no sólo el único a tener en cuenta.

Es más, si el gobierno mantuviera el diagnóstico de que la inflación y la brecha cambiaria se deben a la acción de "especuladores" y "formadores de precios" en busca de "ganancias excesivas", el recurso de la emisión monetaria para financiar al Tesoro pasaría a ser excluyente y la distorsión de precios relativos que ya se observa se acentuaría, al igual que las trabas al proceso productivo por falta de insumos importados". De ahí, según los economistas del IERAL a un "Rodrigazo" sería cuestión de tiempo.