La forma en cómo asumimos los defectos de la pareja puede salvar una relación

Al inicio de una relación, vemos todo color rosa. Nos esforzamos por mostrar nuestra mejor cara. Nos desvivimos por agradar a nuestra pareja. Evitamos los conflictos. Casi todo nos parece estupendo…

Con el paso del tiempo esa burbuja idílica se va desvaneciendo. La convivencia nos lanza a los brazos de la realidad y comenzamos a notar los defectos del otro. Nos damos cuenta de que no es tan perfecto como creíamos. Sin embargo, lo que determina el futuro de la relación es nuestra reacción a esas imperfecciones.

Las imperfecciones y defectos mutuos pueden poner fin a la relación pareja o consolidarla. [Foto: Getty Images]
Las imperfecciones y defectos mutuos pueden poner fin a la relación pareja o consolidarla. [Foto: Getty Images]

Cuando el amor "ciego” comienza a usar gafas

“El amor es ciego”, dice un refrán popular que no anda desacertado. Las Neurociencias han demostrado que cuando nos enamoramos, en especial durante las primeras fases de la relación, se producen cambios en el cerebro que atenúan nuestra capacidad crítica en relación con el ser amado.

Cuando estamos enamorados y vemos o pensamos en esa persona, la actividad de los lóbulos frontales disminuye mientras se liberan grandes cantidades de dopamina y serotonina que activan las áreas relacionadas con la recompensa y nos generan una inmensa sensación de placer y euforia. Nos sentimos en el séptimo cielo.

Sin embargo, esa “locura del amor” no dura para siempre. El paso del tiempo la va atenuando. Con la convivencia y el roce recuperamos nuestra capacidad crítica, lo cual nos lleva a percibir los “defectos” de nuestra pareja. Al quitarnos los lentes color rosa vemos las manías, diferencias y rasgos negativos que antes pasaban desapercibidos.

Descubrir que la persona que tenemos a nuestro lado no es tan perfecta como creíamos puede ser decepcionante. Nos enfrentamos a la necesidad de reemplazar la imagen idealizada que nos habíamos formado con una imagen más realista que no siempre encaja con lo que esperábamos. Sin embargo, esa reestructuración de expectativas no es el fin, sino que puede convertirse en una especie de “rito de paso” para consolidar la relación.

Psicólogos de la Universidad Purdue analizaron cómo respondemos a las imperfecciones de nuestra pareja. Comprobaron que descubrir los “defectos” del otro puede afectar negativamente el grado de satisfacción que experimentamos con la relación, pero en algunas parejas tiene un efecto reafirmante ya que les permite conocerse mejor.

En práctica, las características de personalidad negativas de los miembros de la pareja afectan la relación cuando las personas están menos comprometidas, pero cuando existe un compromiso sólido, las parejas usan esas situaciones para fortalecer aún más su relación.

Hay “defectos” y defectos, algunos son inocuos pero otros son auténticas señales de alarma. [Foto: Getty Images]
Hay “defectos” y defectos, algunos son inocuos pero otros son auténticas señales de alarma. [Foto: Getty Images]

Tomar perspectiva para poner cada defecto en su justo lugar

Hay “defectos” y defectos. Hay cosas que nos molestan infinitamente con las cuales nos resultaría casi imposible vivir y hay cosas que podemos tolerar. Hay pequeñas molestias cotidianas, como tropezar con los zapatos del otro en medio de la habitación o que escuche la televisión demasiado alta, y hay señales de alarma que nos indican que no es la persona más adecuada, como los comportamientos violentos o controladores.

Debemos intentar ser objetivos al evaluar la magnitud de los supuestos defectos del otro. Hay rasgos decisivos que pueden ser tóxicos o que simplemente nos drenan tanto que podrían terminar afectando nuestra salud mental. Por tanto, conviene preguntarnos cómo nos hacen sentir esos comportamientos.

En ese análisis también debemos considerar que a veces nos molestamos excesivamente por rasgos o hábitos de nuestra pareja que no son realmente tan relevantes. Cuando la frustración se va acumulando, es fácil perder la perspectiva y conferir una importancia desproporcionada a determinadas manías o características de personalidad que podrían calificarse casi como “inocuas”.

Una relación exitosa se basa en el equilibrio, de manera que también debemos sopesar todos los aspectos positivos. El hecho de que esa persona esté comprometida, sea emocionalmente estable y nos ame es mucho más importante que olvide algunas cosas de la lista de la compra o no tenga su armario perfectamente organizado.

Ser más tolerantes y compasivos con nosotros mismos nos ayudará a aceptar los defectos de la pareja. [Foto: Getty Images]
Ser más tolerantes y compasivos con nosotros mismos nos ayudará a aceptar los defectos de la pareja. [Foto: Getty Images]

Para aceptar los defectos de la pareja primero tenemos que aceptar los propios

Proyectamos lo que somos. Vemos el mundo a través de nuestro universo interior. Eso significa que una de las claves para convivir con los supuestos defectos de nuestra pareja consiste en hacer un ejercicio de introspección.

Un grupo de psicólogos de las universidades de Memphis, California y Nueva York descubrieron que la aceptación de los demás, en especial de la pareja, depende en gran medida de nuestra autoaceptación. Concluyeron que “ser compasivo con uno mismo puede extenderse a los demás pues aceptar las propias imperfecciones mejora a su vez la aceptación de las imperfecciones de los demás”.

Ser más tolerantes y compasivos con nosotros mismos nos permite ver los defectos del otro desde una óptica más comprensiva. En cambio, si somos demasiado autocríticos, nos convertimos en nuestros peores jueces y nos vapuleamos sin piedad por nuestros defectos, es más probable que asumamos esa misma actitud con las personas más cercanas, sobre todo con nuestra pareja.

Aprender a acallar ese crítico interior no solo nos hará sentir mejor con nosotros, sino que también nos ayudará a aceptar los supuestos defectos de nuestra pareja. Por tanto, debemos comenzar por tratarnos con amabilidad, respeto y compasión, aceptando nuestros defectos, sombras, equivocaciones y manías.

Una relación de pareja madura es aquella en la que ambos aceptan lo bueno y lo malo del otro mientras se esfuerzan cada día por dar lo mejor de sí. [Foto: Getty Images]
Una relación de pareja madura es aquella en la que ambos aceptan lo bueno y lo malo del otro mientras se esfuerzan cada día por dar lo mejor de sí. [Foto: Getty Images]

Hablar, hablar, hablar… y luego tomar medidas

En una relación, solemos ver todo lo que ocurre desde nuestra perspectiva, olvidando que siempre hay otra versión. De hecho, es probable que algunas de nuestras características de personalidad o hábitos también irriten a nuestra pareja.

Hablar francamente sobre los aspectos que nos gustaría que el otro moderara es un buen punto de partida. Clarificar los comportamientos irritantes o incómodos no solo ayuda a cada persona a ponerse en el lugar del otro, sino que también les permite llegar a acuerdos que faciliten la convivencia y consoliden su compromiso para que el amor pueda seguir madurando.

En cualquier caso, es importante no ceder a la tentación de querer imponer nuestra manera de ver las cosas. Quizá para nuestra pareja, determinados defectos no lo sean porque tiene otras prioridades o valores.

De hecho, es conveniente que antes de sentarnos a tener esa conversación revisemos el significado que atribuimos a esas “imperfecciones”. Podríamos descubrir que lo que está generando el problema es la capa de sentido que hemos añadido.

Por ejemplo, si nuestra pareja es descuidada, podríamos pensar que es una falta de respeto hacia nosotros. Esa interpretación nos irritará aún más, pero quizá su desorden tan solo significa que no siente la necesidad de mantenerlo todo bajo control y no es plenamente consciente de cuánto nos molesta. Esas capas de significado añadido pueden generar conflictos y si se acumulan pueden terminar enturbiando la relación.

Por último, pero no menos importante, es fundamental buscar soluciones prácticas. Aproximadamente el 69% de los problemas de pareja no desaparecen, se reactivan cada cierto tiempo conduciendo a las mismas discusiones en bucle. El secreto para evitar tropezar una y otra misma vez con ese defecto irritante del otro consiste en buscar opciones viables.

Cuando dos personas quieren salvar una relación, es normal que juren y perjuren que van a cambiar. Sin embargo, a veces ese cambio dura poco o no llega a materializarse. No siempre se trata de falta de compromiso, sino de que es sumamente difícil cambiar los hábitos heredados o instaurados desde hace años.

Por esa razón, es importante detectar las principales situaciones en las que aparecen los comportamientos irritantes y buscar soluciones alternativas que sean aceptables para ambos. A fin de cuentas, una relación de pareja madura es aquella en la que ambos aceptan lo bueno y lo malo del otro mientras se esfuerzan cada día por dar lo mejor de sí.

Más historias que te pueden interesar

VIDEO: Cómo detectar que tu pareja te presiona en el sexo

Relaciones tóxicas, ¿cómo cortar los lazos sin sentirte culpable?

5 señales para saber si vale la pena salvar tu relación de pareja

'Darse un tiempo' en la pareja: cómo hacerlo bien para que no acabe en una ruptura definitiva