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En democracia el Estado es fundamental

A partir del pasado sábado primero de octubre Aguascalientes transitará por un nuevo capítulo entre gobernantes y gobernados, un matrimonio difícil y complejo que pocos comprenden, según nos demuestra la historia. La posmodernidad no respeta nada ni a nadie y se apodera de todo. La ciudadanía debemos proponernos no permitir que lo efímero, que la irresponsabilidad, la ausencia de valores se apodere de esa relación de Estado en la que los gobernados han dado un ejemplo de laboriosidad, solidaridad, dignidad, en fin, un abanico de virtudes que perfilan a Aguascalientes como un estado de excepción, a pesar de los estilos de gobernar. Es preciso estimular un “Leviatán” reconciliador de las esperanzas plurales.

Hoy más que nunca es urgente reivindicar a las instituciones de la República. Las alboradas cotidianas del Alcázar han depredado la función de Estado. Es preciso rescatarlo. Que pueblo y gobierno justifiquen al Estado por vía del diálogo, la verdad, la exigencia. Es el Estado el único garante de la vida, personal, colectiva y de sus derechos. En el Estado se topa con pared “el crimen organizado”, que muchas veces se revela como “estrategias” de la geometría política; solo el Estado revela, poder, legitimidad, legalidad. El Estado es la única expectativa de las y los aguascalentenses.

El Estado, además de ser libertador de las ideologías para centrarse en el Derecho como ruta colectiva y de convivencia es fiador de la autonomía, por si fuera poco, la comunidad adquiere unidad política y cultural. Llegó el momento de reflexionar con responsabilidad y seriedad para afinar los motores de la dinámica del Estado y su gobierno, que prevea, provea, atienda, proyecte, con libertad y justicia, en el pentagrama de la ley que se ubica por encima de las personas, los grupos, los partidos.

Dice Castells que somo una sociedad “red”, sociedad de la comunicación, debido a que nos define la velocidad de la luz a través de sus tecnologías y “mente factura”. Hoy estamos definidos por la publicidad que controla y manipula la opinión, misma que regula la mayoría de las actividades de la sociedad, “ergo”, un nuevo control de la libertad, como lo amagó Orwell en “1984”, una nueva realidad que nos ha preocupado precisamente por el impacto posmoderno en la cultura, la ciencia, la filosofía, la posverdad.

El Estado nos une en la participación y la deliberación, da piso a un diálogo fecundo y esperanzador; ponerse de acuerdo es caminar por las avenidas del Derecho. Es el instante de las instituciones de los poderes del Estado en acción por la vida compartida en las mejores condiciones. No importan las modernidades con sus racionalidades de justificación del poder. En frente se colocan otras realidades que, como serpientes amenazantes, desubican al Estado, son expresión de ambientes que avanzan engañosamente de manera instantánea. El Estado tiene como asignatura pendiente una pedagogía política que lleve de la mano al pueblo en sus expectativas, que entienda el horizonte y los fines que le ofrece como ruta de la vida social. No debe perder su acción legislativa y política que es alma estructura del Derecho.

La nueva etapa deberá cobijar la esperanza colectiva, impulsar una estatalidad que por vía de políticas públicas sea garante de la fuerza del derecho para atener las soluciones a los problemas. La propaganda inversa de enconarle problema a toda solución es manipulación dictatorial. La nueva racionalidad pública de gobierno del Estado demanda legitimidad legislativa, leyes que sean crisol de convivencia popular para adecuar, justicia, moralidad, eticidad, igualdad, libertad… Es preciso reconocer a los sujetos que integran el pueblo, ponerlos a salvo de los cánceres políticos, la violencia, el crimen, los frenéticos, los políticos de publicidad, las ideologías agónicas…, el camino es sencillo, reivindicar el poder jurídico ejercitado por un Estado que jamás anule los impulsos, humores, esperanzas, utopías…, libertarias, igualitarias y pedagógicas … de todas y de todos.

Es preciso reorientar el ejercicio de gobierno, pero también la participación colectiva. Es preciso pensar el futuro por vía de proyectos y estos en base a políticas públicas, lucidas, coherentes, inteligentes, tecnológicas, virtuales… afirmar el presente es ponerle luz al camino del porvenir. El diálogo estratégico abre posibilidades sobre todo si se habla con verdades, es preciso crear la arquitectura en prospectiva de aprendizajes recíprocos, aplicar prospectiva a las políticas públicas tendrá cosechas insospechadas, llenas de innovación, creativas, necesarias para atender las necesidades. La prospectiva ennoblece el pensamiento, integra la gerencia, determina la estrategia adecuada, produce los métodos y maneras del mundo de las soluciones, se sustenta en rango educativo, democrático, político, que orientan la prospectiva como formula para atender la vida social en que la pluralidad es marco de referencia de todo, donde el conversatorio es garante de los consensos, digamos en términos académicos, es ruta de la sostenibilidad de las sociedades.