Dieta alcalina: oncólogos y nutricionistas desmontan el bulo de que evita o cura el cáncer

Las dietas alcalinas recomiendan una ingesta de un 80 por ciento de alimentos alcalinizantes frente a un 20 por ciento de nutrientes ácidos para recuperar la salud en patologías tan diversas como osteoporosis, cáncer, enfermedad cardíaca o diabetes. Esto es lo que opinan los expertos

Nutricionistas y expertos en cáncer rechazan la idea de que la dieta alcalina reduzca el riesgo de cáncer porque <em>está basada en estudios de laboratorio aislados que sugieren que las células cancerígenas crecen en un ambiente celular ácido (pH bajo) y que no sobreviven en un ambiente alcalino (pH elevado).</em> Pero en realidad, el cuerpo mantiene cuidadosamente su equilibrio de pH (llamado <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Homeostasis" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:homeostasis;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">homeostasis</a>) independientemente de los alimentos que ingerimos. (Foto: Getty)

Existe la creencia de que ciertas enfermedades -muchas de ellas graves- son reversibles simplemente llevando una alimentación determinada. En concreto, las llamadas “dietas anticáncer” son aquellas que defienden que los alimentos o un conjunto de ellos tienen efectos beneficiosos sobre el cáncer y por tanto lo evitan, mejoran o incluso lo curan, lo que puede dar a entender que estas dietas sustituyen a los tratamientos convencionales (cirugía, quimioterapia y radioterapia). Algunas de estas dietas van más allá y relacionan las emociones con la aparición del cáncer.

La dieta alcalina (bautizada como 'La milagrosa dieta del pH') es una de las más mencionadas. Este método sugiere que comer algunos alimentos, como por ejemplo miel, huevos, pollo, entre otros muchos, hace que la sangre esté más ácida, lo que desequilibra el pH del cuerpo y provoca algunas enfermedades, como el cáncer. Por el contrario, los alimentos 'alcalinos' tendrían un supuesto efecto protector.

Sin embargo, tal y como asegura la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), “esta dieta ni cura el cáncer ni influye en su pronóstico o evolución”. Es cierto que "seguir una dieta saludable ayudará a prevenir enfermedades", pero ni la alcalina ni ninguna otra dieta "puede sustituir los tratamientos convencionales del cáncer (cirugía, quimioterapia y radioterapia)", añaden desde la AECC.

En qué consiste

La dieta alcalina se basa en la idea de que las dietas actuales hacen que nuestro cuerpo produzca demasiado ácido. La teoría es que el exceso de ácido en el cuerpo se convierte en grasa, lo que conduce a un aumento de peso.

Por otro lado, los altos niveles de acidez también se han atribuido a afecciones como artritis, osteoporosis, cansancio y trastornos renales y hepáticos. Sin embargo, no hay evidencia científica para esto. La dieta implica reducir los alimentos productores de ácido como la carne, el trigo y otros cereales, el azúcar refinado, los productos lácteos, la cafeína, el alcohol y los alimentos procesados ​​en favor de los "alimentos alcalinos", que reducen los niveles de acidez del organismo. Esto se traduce en una gran cantidad de frutas y verduras.

Esto es similar a las recomendaciones de la AECC, que indica que una dieta basada en verduras, frutas, legumbres y cereales integrales es una dieta saludable que contribuye a disminuir el riesgo de cáncer, y a los consejos del Instituto Americano para la Investigación del Cáncer (AICR por sus siglas en inglés) para reducir el riesgo de cáncer: una dieta principalmente basada en plantas, que limita la carne roja a no más de tres porciones por semana, equivalentes entre 300 y 500 gramos de peso crudo, y evitando la carne procesada.

Pero una cosa es hacer de nuestra dieta un hábito saludable, porque si hay un punto en el que se unen la medicina preventiva y la medicina curativa, es en la nutrición, y otra asegurar que con una dieta determinada el cáncer desaparece.

En concreto, la dieta alcalina propugna que el 80 por ciento de los alimentos ingeridos sean alcalinos o alcalinizantes (como son las frutas y verduras) y solo un 20 por ciento sean productos ácidos (alimentos proteicos y lácteos); sus promotores también recomiendan ingerir suplementos de calcio, magnesio, sodio, bicarbonato, potasio y colágeno, entre otros, así como el uso de máquinas para alcalinizar el agua de bebida hasta alcanzar un pH de 8,5.

Según esta dieta, los alimentos se clasifican en acidificantes o alcalinizantes en función de los “residuos” que dejan al metabolizarse.

  • Ácidos, aquellos cuyos residuos tendrían un pH entre 0 y 7, y en cuyo grupo las dietas alcalinas clasifican alimentos proteicos y lácteos.

  • Neutros, cuyos residuos metabólicos serían de un pH cercano a 7, en donde se incluyen pastas, cereales o huevos.

  • Básicos o alcalinizantes, que dejan residuos con pH entre 7 y 14, donde se suelen incluir frutas y verduras (incluso algunas de carácter ácido como limones, limas o tomates).

Esto es importante porque la clasificación de los alimentos en alcalinizantes y acidificantes no tiene nada que ver con su sabor (por eso el limón, por ejemplo, se considera alcalinizante). Entre los alimentos más alcalinos destacan: aguacate, remolacha, pimentón y pimienta, repollo, berenjenas, apio, endivia, ajo, jengibre, judías verdes, lechuga, espárragos, cebollas, rábano, rúcula, tomate y el té verde.

Sin base científica

Esta dieta es una de las múltiples informaciones falsas que circulan en redes sociales; se apoya en la hipótesis de Warburg (un científico alemán) según la cual se puede contrarrestar el cáncer a través de la alimentación y convirtiendo nuestro cuerpo en un “entorno alcalino”, con “menos ácido” ya que “las células cancerosas se desarrollan esencialmente en un ambiente ácido”. Una teoría que carece de base científica y que, según los especialistas, debemos rechazar.

Según recoge un informe del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) donde se analizan 31 Mitos y Pseudoterapias, esta afirmación no tiene sentido biológico. Es cierto que las células cancerosas no pueden vivir en un ambiente excesivamente alcalino, pero tampoco ninguna de las otras células del cuerpo. Detrás de esta teoría ha surgido todo un negocio para la venta sustancias alcalinas sin ninguna prueba científica que lo demuestre.

De hecho, la información científica sobre los efectos de la dieta alcalina en el riesgo de cáncer es muy escasa. Tan solo se ha identificado en la literatura médica una revisión sistemática que analiza esta cuestión e incluye un solo estudio de tipo observacional con importantes deficiencias metodológicas y otras limitaciones que hacen que la confianza en sus resultados sea muy baja.

Los otros trabajos que encontraron que las células cancerosas prosperan en un ambiente ácido se realizaron en un laboratorio. Sería casi imposible alterar el entorno celular para crear un entorno menos ácido en nuestros cuerpos. Por ejemplo, el estómago es muy ácido para una digestión adecuada, por lo que no queremos que sea más alcalino.

Atribuir propiedades milagrosas o curativas a los alimentos alcalinos puede provocar confusión y conllevar actitudes peligrosas para la salud. (Foto: Getty)
Atribuir propiedades milagrosas o curativas a los alimentos alcalinos puede provocar confusión y conllevar actitudes peligrosas para la salud. (Foto: Getty)

El problema, apunta Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos, es que estas dietas parten de una premisa falsa: que el pH de nuestro cuerpo puede regularse mediante la alimentación".

Además, añade Robles, "el pH de la sangre (al que se refieren principalmente estas dietas o trucos) se mantiene bastante estable gracias a los mecanismos homeostáticos del riñón y de los pulmones".

Es decir, tu cuerpo se ocupa de regular sus propios niveles de acidez, independientemente de la dieta. “Debes saber que nuestro pH sanguíneo es estable, es decir, nuestro organismo se encarga de compensar los estados de acidez si fuera el caso y por tanto, que los alimentos ingeridos sean alcalinos, no es ninguna garantía en sí misma para prevenir el cáncer y mucho menos para curar el cáncer. Si te apetece, come alimentos alcalinos muy saludables como la patata, las hortalizas verdes o la zanahoria, y deja el pH para tu organismo”, apunta la doctora María José García Guerrero, especialista en oncología radioterápica en el Instituto Oncológico Quirón Zaragoza.

En esa misma línea se muestra Aitor Sánchez García, dietista-Nutricionista y tecnólogo Alimentario en el Centro Aleris y autor del blog Mi dieta cojea, quien nos explica que “el cuerpo compensa los cambios para mantener siempre el pH sanguíneo estable, en 7,4. De no ser así podríamos acabar con un coma o muertos. Nosotros regulamos la acidez de nuestra sangre gracias a nuestra respiración, nuestros riñones y moléculas tampón que amortiguan estos cambios”.

“Si pudiésemos regular el nivel de pH con las dietas sería peligroso, porque alterar solamente en un punto el pH del cuerpo te puede llevar al otro barrio. Puede poner en peligro la salud de una persona con cáncer”, añade Julio Basulto, nutricionista y autor del libro Dieta y Cáncer.

Así pues, no hay una base argumentativa que nos diga que tenemos que comer alimentos alcalinizantes ni nada por el estilo; “la gente no enferma por comer ácido, la gente enferma por comer en exceso alimentos de mala calidad. Cosa que nos produce sobrepeso, inflamación, acúmulo de grasa visceral… que es muy distinto a “acidificarnos”, y eso no se corrige metiendo bicarbonato en sangre”, añade Sánchez.

Por otro lado, al reducir el consumo de productos lácteos como la leche, el queso y el yogur (unos de los contras de la dieta alcalina), se deben buscar otros sustitutos del calcio, ya que eliminar un grupo de alimentos completo nunca es una buena idea.

El pH es una medida de acidez / alcalinidad en una escala de 1 a 14. Siete es la medida neutra, cualquier cosa por encima de ese número es alcalino y por debajo se considera ácido.La idea es que una dieta alcalina ayuda a mantener la acidez del cuerpo en niveles saludables. (Foto: Getty)
El pH es una medida de acidez / alcalinidad en una escala de 1 a 14. Siete es la medida neutra, cualquier cosa por encima de ese número es alcalino y por debajo se considera ácido.La idea es que una dieta alcalina ayuda a mantener la acidez del cuerpo en niveles saludables. (Foto: Getty)

¿Un cuerpo sano es un cuerpo “alcalino”?

En realidad, como apuntábamos antes, no hay evidencia de que se pueda cambiar la acidez de la sangre del cuerpo (nivel de pH) a través de lo que se come y tampoco de que “alcalinidad” corresponda a “salud”, una generalidad que no es real, ya que el pH varía mucho de un órgano a otro en nuestro cuerpo.

  • El pH en nuestro estómago es muy ácido para posibilitar la degradación de las proteínas y eliminar patógenos.

  • El del intestino es más básico para facilitar la acción de las enzimas digestivas.

  • El de la mucosa intestinal, donde se absorben los nutrientes, es alcalino.

  • La sangre tiene un pH ligeramente alcalino también, lo que permite el transporte de oxígeno y dióxido de carbono en ella.

  • La piel requiere un pH ácido para ejercer adecuadamente de método de barrera, etc.

Desde Gepac insisten en que la alcalinidad varía mucho de un cuerpo a otro y aclaran que “tener ambientes más ácidos o alcalinos no causa ni predispone a ninguna enfermedad, solo asegura que funciones básicas e imprescindibles se desarrollen con normalidad”.

Esta terapia argumenta que las células cancerígenas crecen en ambientes ácidos, así que revertir la acidez de estos ambientes ayudaría a la curación. Numerosos estudios han demostrado que las células cancerígenas proliferan igual en ambientes alcalinos y no existe ninguna vinculación entre dieta ácida y cáncer. Por todo esto, la conclusión es que resulta dudoso que la dieta alcalina reduzca el riesgo de cáncer.

Por qué es tan popular

La dieta contiene muchos buenos consejos de alimentación saludable, como reducir el consumo de carne, evitar el azúcar, el alcohol y los alimentos procesados, y comer más frutas y verduras, nueces, semillas y legumbres. Esto favorece la pérdida de peso observada entre los seguidores, y es el resultado de comer muchas frutas y verduras.

Pero hay que tener presente que la dieta no está respaldada por ninguna evidencia. Según la Asociación Dietética Estadounidense, “faltan ensayos clínicos grandes y bien diseñados sobre la eficacia de las muchas afirmaciones hechas para la dieta alcalina ".

Grábatelo a fuego: las enfermedades no son reversibles con la alimentación, y no existe ninguna base científica que demuestre que un alimento por sí mismo cure ninguna enfermedad.

Sin embargo, una dieta equilibrada basada en frutas, verduras, y legumbres, con cereales integrales (arroz integral, pasta integral, etc…) ayuda a prevenir enfermedades. Pero, ¡ojo! Prevenir no es lo mismo que curar.

Lo aclara José Miguel Mulet, investigador en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (BMCP), “la dieta no cura el cáncer” pero es cierto que determinados patrones de dieta pueden tener un efecto preventivo en determinados tipos de cáncer, por ejemplo:

  1. Un consumo elevado de cereales integrales, legumbres, frutas y verduras.

  2. Un bajo consumo de carne y de bebidas alcohólicas.

  3. Y un bajo consumo de alimentos de alta densidad calórica (ricos en azúcar o grasa) y de bebidas azucaradas

Por otro lado, es importante matizar que una vez que aparece el cáncer, no hay ninguna dieta que consiga curarlo. Otra cosa es que una alimentación adaptada contribuya a que el tratamiento sea más efectivo e incluso pueda llegar a reducir los efectos negativos de la quimioterapia y la radioterapia. En conclusión, no hay que fijarse en alimentos aisladamente, sino en tener una alimentación equilibrada, adaptada a cada persona y a sus condiciones particulares.

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