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Dime qué vino vas a beber y te diré qué copa usar

El debate sobre cuál es la copa perfecta para tomar uno u otro vino puede provocar sonoras discusiones entre miembros de una misma familia. Un ejemplo es el champán: mucho ha cambiado la cosa desde que la copa Pompadour -la que es redonda y muy abierta- se consideraba como la ideal. Luego fue la aflautada la que se eligió como la perfecta y, finalmente, las dos han caído en el olvido. La primera, por dejar escapar aromas impunemente, y la segunda, por no permitir a la nariz penetrar adecuadamente. Actualmente, se tiende a servir el champán en las copas medianas que se utilizan para tintos y blancos. Así de importante es el tema de las copas: son capaces de influir de manera decisiva en cuánto disfrutemos lo que estamos bebiendo en cada momento… El tamaño, la forma, el grosor o el material son conceptos que debemos tener en cuenta a la hora de beber el vino y saborearlo. Bodegas Cartema nos ofrece unos sencillos trucos o pasos para degustar el vino en óptimas condiciones.

No todas las copas de vino son iguales.
No todas las copas de vino son iguales.

El tamaño importa. Dependiendo del tipo de vino se utilizará mejor una copa u otra. En el caso del tinto es mejor que sea una copa de gran volumen para que éste se oxigene bien. Así puede respirar y airearse. Para el blanco, en cambio, las copas son más pequeñas y delgadas porque deben mantener la temperatura. Ya sabemos que el blanco debe servirse más fresco para percibir mejor las notas frutales.

¿Cerradas o abiertas? Si la copa, independientemente del tamaño es algo más cerrada en la parte superior de la misma, los aromas se aprecian mejor, ya que son sustancias volátiles y esta forma en la copa evita que se pierdan rápidamente, matiza Daniel Orusco, enólogo de Bodegas Cartema. El fondo de la copa debe ser ancho y redondeado. De este modo se airea y libera sus propiedades, sin que se volatilicen rápidamente

Material y grosor. Lo recomendable para que el vino esté en óptimas condiciones es que la copa de vino sea de cristal, y que éste sea fino, con un grosor de menos de un milímetro. Así es más agradable al tacto y al paladar. No obstante, en función de las notas que se quieran potenciar, dependiendo del vino, la copa dispondrá de un diámetro u otro.

Las copas son diferentes para tintos y para blancos.
Las copas son diferentes para tintos y para blancos.

Cuanto menos color, mejor. Las copas deben ser lisas -sin dibujos-, transparentes e incoloras para poder apreciar el vino en su totalidad. Es importante que captemos su tono real y que no haya nada extraño, ya que la fase visual nos va a ir diciendo cosas sobre el tipo de vino y el estado en el que se encuentra, sobre todo fijándonos en el ribete (la parte exterior del vino) que se forma a través del cristal.

Un tallo largo ayuda a disfrutar más del vino. Algo que siempre hace un buen sumiller es coger las copas por el tallo o base para no calentar el vino con las manos ni ensuciar el cristal, por lo que idealmente aquel debe ser largo. De este modo, no se transmiten otros aromas. Si hay algo que debemos evitar es tomar la copa por el cáliz: tan solo lograremos calentar el vino a toda velocidad.

La copa, siempre limpia (pero no de cualquier modo). Otro punto a tener en cuenta es cómo limpiar la copa después de su utilización. Debe ser con agua tibia y hay que dejarla escurrir boca abajo. Después, debemos guardarla en un sitio seco para que no coja olores. De este modo, estará en perfecto estado de revista para la próxima vez que la utilicemos.