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Dolor y erupción en la piel, ¿podrías tener un herpes zoster?

Quien ha padecido esta enfermedad, sabe bien que hablamos de un problema de salud que puede llegar a ser muy doloroso y que tarda en curarse en ocasiones. Se ha descrito, incluso, como posible efecto de la vacuna de la COVID-19, pues parece que puede reactivar el herpes zóster por una bajada de defensas. Por eso, hemos querido trasladarle a la doctora Aida Díaz, especialista en medicina familiar y miembro de Doctoralia, las preguntas más frecuentes sobre esta dolencia.

¿Qué es un herpes zóster?

Es una enfermedad infecciosa causada por el virus varicela-zoster (VVZ). Afecta a un nervio sensitivo y se caracteriza por la aparición de dolor intenso, seguido de una erupción cutánea, típicamente vesículas en línea, que evolucionan a costras y se extienden a lo largo del trayecto de dicho nervio. Es por esto que vulgarmente se conoce como culebrina o culebrilla. La localización más frecuente es en el tórax y suele darse solo en un lado del cuerpo. Se estima que hasta el 50% de las personas con más de 80 años lo han padecido en algún momento de su vida.

Es una infección vírica, ¿cómo nos contagiamos de un herpes zóster? ¿Tienen algún vínculo con la varicela?

Se trata del mismo virus de la varicela, que produce dos enfermedades distintas. En la primoinfección se produce varicela, una vez pasada, el virus queda inactivo pero latente en los ganglios del sistema nervioso. Años más tarde, por distintas circunstancias, el virus puede reactivarse y producir entonces herpes zóster.

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herpes zoster
herpes zoster

¿Puede llegar a ser un problema de salud grave?

La mayoría de los casos son leves y tienen buen pronóstico. El dolor y las lesiones en la piel desaparecen tras unos días. Sin embargo, pueden darse ciertas complicaciones, y formas clínicas especiales, las más frecuentes son:

  • Neuralgia postherpética: dolor que dura meses después de que se haya curado la erupción cutánea del herpes zóster. Se describe este dolor como urente, incisivo y punzante, o bien intenso, sordo y persistente. Es la complicación más común y sucede sobre todo en personas de edad avanzada.

  • Zóster oftálmico: se da entre un 10 y un 20% de los pacientes, las lesiones aparecen en este caso en un lado de la cara (frente, parpado y nariz) y puede llegar a afectar al ojo, ocasionando uveítis, queratitis e incluso pérdida de visión. La aparición de vesículas en la punta de la nariz (signo de Hutchinson) es un signo típico de esta variante, que debe ser valorada siempre por un oftalmólogo.

  • Síndrome de Ramsay-Hunt: implica a una rama del nervio facial, que inerva pabellón auricular, conducto auditivo externo y faringe. Como síntomas se producen parálisis facial, sordera y vértigo.

  • Meningoencefalitis: es infrecuente pero grave, ocurre cuando hay afectación del sistema nervioso central por la infección.

  • Herpes Zoster diseminado: atañe a varios dermatomas de forma bilateral, por lo que pueden existir lesiones en el trayecto de más de un nervio. Esta forma es más habitual en pacientes inmunodeprimidos.

  • Infección local: si las heridas causadas por las vesículas y ampollas no se curan y desinfectan apropiadamente, pueden sobreinfectarse por bacterias de la piel. Es una complicación leve que normalmente se resuelve con tratamiento antibiótico tópico.

¿Es una dolencia contagiosa, podemos contagiar a otra persona si padecemos un herpes zóster?

Las vesículas contienen líquido, en el que encontramos el virus varicela-zoster. Al romperse, pueden contagiarse por contacto a otra persona de varicela, bien porque no esté vacunada, o porque no haya pasado la enfermedad.

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herpes zoster
herpes zoster

¿Cuáles son los síntomas que nos pueden indicar que padecemos este problema de salud?

El dolor es el síntoma inicial y en ocasiones el único en presentarse. Puede llegar a ser muy intenso y confundirse con otras patologías. Las lesiones en la piel se presentan días después, primero un enrojecimiento de la zona y más tarde vesículas que evolucionan a costras. Van apareciendo en línea porque siguen el trayecto de un nervio sensitivo (metámera). La localización más frecuente es torácica, seguida de la abdominal, y acostumbra a ser unilateral.

Una de las preguntas que más se repiten quienes lo padecen es: ¿Cuánto tarda en curar?

La duración es variable, por lo general el cuadro dura entre 2 y 4 semanas. Sin embargo, en los casos complicados o variantes clínicas puede durar meses, incluso años desde el comienzo de los síntomas.

¿Es un problema que se puede prevenir?

La vacunación es la única medida preventiva de la que disponemos que pueda evitar la aparición de esta enfermedad.

¿Hay personas con un mayor riesgo de padecer este problema?

El herpes zóster afecta a ambos sexos por igual, pero es más habitual en personas de edad avanzada. La existencia de algún tipo de inmunodeficiencia parece ser el factor de riesgo principal y también favorece que existan complicaciones. Los tratados con inmunosupresores (corticoides, por ejemplo), los pacientes oncológicos o recientemente operados, también están más predispuestos a padecerlo. No obstante, puede darse en personas previamente sanas.

¿Cómo se llega a su diagnóstico?

Principalmente por los síntomas, la aparición de dolor seguida de lesiones vesiculosas en línea, en un único lado del pecho es muy característica. Se puede también realizar una PCR mediante un análisis de sangre, que nos confirmaría el diagnóstico.

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Una vez diagnosticado, ¿cuál es el tratamiento que se recomienda para conseguir aliviar los síntomas?

Los fármacos antivirales son efectivos para acortar la duración de la enfermedad y disminuir tanto los síntomas como la aparición de posibles complicaciones. Son útiles sobre todo si se administran en las primeras 48-72 horas, y deben tomarse de 7 a 10 días. El tratamiento sintomático consistirá fundamentalmente en analgésicos para aliviar el dolor, que puede llegar a ser muy intenso y persistente. En ocasiones será necesario el uso de medicamentos más potentes, como opiáceos o fármacos específicos para el dolor neuropático.

Además, han de realizarse curas frecuentes de las lesiones en la piel, para evitar que se infecten, y revisar al paciente para asegurarnos de que la enfermedad evoluciona favorablemente hasta su curación.