Doña Sofía cumple 83 gozando de buena imagen frente a la desgastada de Juan Carlos I

Spain's Queen Sofia (R), King Felipe VI of Spain (C) and his wife Queen Letizia (L) and their daughters Princess Leonor (bottom L) and her sister Sofia pose before attending the traditional Mass of Resurrection in Palma de Mallorca on April 16, 2017.  / AFP PHOTO / JAIME REINA        (Photo credit should read JAIME REINA/AFP via Getty Images)
La reina Sofía junto al núcleo duro de la monarquía española (Photo credit should read JAIME REINA/AFP via Getty Images)

La monarquía española goza de buena imagen gracias a los constantes esfuerzos del rey Felipe VI y de su esposa Letizia Ortiz. También ayudan mucho la princesa Leonor y la infanta Sofía con ese aire adolescente angelical de niñas responsables.

El núcleo duro de la institución se ha salvado de la quema popular, sin embargo, muchos otros familiares no han tenido tanta suerte. Cristina e Iñaki quedaron manchados por el caso 'Noos', la infanta Elena se vacunó antes de tiempo para viajar y eso causó polémica, sus hijos, Froilán y Victoria Federica de Marichalar, no han parado de acaparar titulares este año por saltarse sin consideración alguna las normas de la pandemia, además, la yegua de la joven también se vio implicada en la trama de dinero negro de su abuelo, Juan Carlos I.

Precisamente él, el rey emérito, es el principal causante de la mala prensa que afecta a los Borbón y es que, entre presuntas amantes, cacerías de elefantes, supuesto dinero en B y comisiones de AVE, eso sin hablar de Corinna Larsen y sus millones, el exmonarca se lleva la palma.

Pero, de toda esta escabechina de imagen pública hay un elemento disonante que rompe con la norma y que, sin pertenecer al cuarteto principal, se salva a ojos del pueblo y esa es Doña Sofía, la reina emérita.

A sus 83 años recién cumplidos, Sofía ha sabido cumplir muy bien con su papel de reina y ahora hace lo propio con su papel de emérita así como de madre de Felipe VI. Algunos especialistas como Pilar Eyre o Jaime Peñafiel la han dibujado como una mujer fría y bastante calculadora que se limita a trabajar caiga quien caiga, aunque eso le haya costado su infelicidad a nivel personal.

A día de hoy, mientras Juan Carlos I vive en la soledad de un exilio forzoso orquestado posiblemente por su hijo con afán de que cesaran las manchas negras en la institución, Sofía tiene actos oficiales en su agenda y sigue, como siempre, sonriendo ante las cámaras y callando por dentro.

Durante los últimos meses Sofía ha tenido también viaje a varias partes de España en representación de esta corona que tanto ha demostrado respetar y, además, una alegría con el regreso a su Grecia natal con motivo de una importante boda familiar.

En sus viajes, tanto a Grecia como a otros países de Europa, la acompaña la princesa Irene, su hermana y confesora que, junto a su madre Federica, siempre ha sido su gran apoyo. Sofía recibió una educación estricta y perfeccionista por parte de la alta realeza en la que nació pero, al casarse con Juan Carlos, además de convertirse en reina de España, tuvo mucho que pasar.

Según relata Pilar Eyre, a los 37 años Sofía decidió darle una sorpresa a su marido presentándose en una cacería y fue allí donde le pilló literalmente en la cama con otra mujer en pleno acto sexual.

Destrozada de dolor, Sofía cogió a sus tres hijos y se marchó a India, donde por aquel entonces vivía su madre, Federica, para pedirle consejo y refugio. Según recoge Raúl del Pozo: “La reina Federica fue muy clara y le dijo a su hija: ‘No lo abandones nunca, no dejes de ser reina… ¿Quieres ser como yo, una reina sin reino, una paria que tiene que vivir de la caridad de los demás, y que ha tenido que venir a la India porque nadie me aguanta?’”.

Eyre asegura que: “Sofía se armó de su sempiterna sonrisa de Gioconda, y fue ella la que le comunicó al rey que, ocurriera lo que ocurriese, no querría divorciarse e iba a ser reina hasta que muriese” y así ha sido.

A sus más de 80 años, Sofía morirá siendo reina emérita y su valentía y templanza ante la prensa han creado una imagen de ella, quizá, de mujer algo distante, pero a la vez siempre sonriente, amable y sobre todo profesional.

Cuando Sofía aceptó el trono de España lo hizo para siempre y a un alto coste que ahora, cuando peor está la imagen del rey emérito, la recompensa a ella dándole el sitio que le toca al lado de su hijo y su esposa, en representación de la familia real española.

Lo que poca gente sabe es que esta señora que ha sido la reina ideal y que ahora sigue siendo querida como emérita, apenas chapurrea el español, la lengua del país que la lleva acogiendo durante décadas, ya que prefiere comunicarse en griego o en inglés, no deja de ser un apunte curioso, ¿verdad?

La venganza es un plato que se sirve frío y, aunque Sofía ha hecho méritos suficientes y demostrables para ser reconocida como una buena monarca, es imposible obviar que las meteduras de pata de su todavía esposo han ayudado a formar su imagen de “pobrecita” que aguanta todo por España.