Matthew Shepard: el brutal asesinato que catalizó la lucha contra la homofobia en EEUU

Luego de reunirse con algunos de sus compañeros de la Universidad de Wyoming para planear acciones de la semana de concientización de la comunidad LGBT en esa institución universitaria, el joven Matthew Shepard, de apenas 21 años, decidió ir un bar en el área de la pequeña población de Laramie, Wyoming.

Shepard era de baja estatura y complexión delgada, de carácter amigable e interesado en la política, cuyas ciencias estudiaba justamente en la Universidad de Wyoming. Era abiertamente gay y, se cuenta, activo en la promoción de los derechos de su comunidad.

Cuando entró al bar, el 6 de octubre de 1998, comenzó a interactuar con dos individuos, trabajadores de reparación de techos, Russell Henderson y Aaron McKinney, aproximadamente de su misma edad.

Matthew Shepard, joven de 21 años asesinado en 1998 en Wyoming en un crimen motivado en el odio contra los homosexuales. (Captura de video YouTube / MatthewShepardFDN)
Matthew Shepard, joven de 21 años asesinado en 1998 en Wyoming en un crimen motivado en el odio contra los homosexuales. (Captura de video YouTube / MatthewShepardFDN)

Se afirma que Henderson y McKinney decidieron robarle y que incluso McKinney fingió ser gay para atraer a Shepard a su camioneta, en la que supuestamente iban a llevarlo hasta su casa. Pero además de las intenciones de robo fue la orientación sexual de Shepard lo que desató el encono de los otros dos jóvenes, un odio que llegó a proporciones criminales y trágicas.

Así, la camioneta en lugar de dirigirse a la casa de Shepard llegó a un remota área rural y, allí, Henderson y McKinney comenzaron a golpear y torturar brutalmente a Shepard, golpeándolo una veintena de veces en la cabeza con una pistola y al final lo dejaron, cubierto de sangre, amarrado a una valla en temperaturas gélidas.

Le robaron apenas 20 dólares, pero el brutal ataque, que fue señalado como un crimen de odio, al final acabó con la vida de Shepard. Cuando fue hallado tras pasar colgado a la intemperie cerca de 18 horas, el joven estaba inconsciente y aunque fue llevado de emergencia a un hospital en Colorado, falleció días después de sus graves lesiones, entre ellas fracturas de cráneo.

El cruento asesinato de Shepard consternó a la sociedad estadounidense por su brutalidad y porque su motivación no habría sido otra que un crimen de odio. Más allá del robo, el ataque contra Shepard se habría originado en la orientación sexual de la víctima, aunque legalmente entonces no existían elementos para tipificarlo y sancionarlo como tal.

Hasta ese momento no existía en Estados Unidos una conciencia de la violencia y crudeza del odio contra la comunidad LGBT como la que se ha desarrollado ahora, y ese despertar es en buena medida el legado que Matthew dejó a la nación.

A poco de conocerse de este asesinato, amplios sectores de la sociedad estadounidense repudiaron el crimen y lo consideraron un ominoso e intolerable signo de odio en contra de la comunidad LGBT y una amenaza en general contra los derechos fundamentales, convivencia y la paz en la nación.

Henderson y McKinney fueron arrestados unos días después. Henderson se declaró culpable de asesinato y secuestro y testificó contra McKinney, lo que le libró de enfrentar la pena de muerte. El proceso de McKinney se realizó a finales de 1999 y fue hallado también culpable de asesinato y secuestro. Ambos fueron condenados cada uno a dos cadenas perpetuas consecutivas.

Con todo, aunque se mostró que el asesinato habría estado fundamentado en el odio homofóbico, la ley entonces en Wyoming y a nivel federal no consideraba los crímenes cometidos por la orientación sexual de la víctima como crímenes de odio.

El entonces presidente Barack Obama dialoga con la madre de Matthew Shepard, Judy Shepard (segunda de izq. a derecha), y las hermanas de James Byrd en 2009 durante la firma de una ley federal que amplía los casos que se consideran crímenes de odio y las acciones para enfrentarlos. Shepard y Byrd fueron murieron en crímenes de odio. (Reuters)
El entonces presidente Barack Obama dialoga con la madre de Matthew Shepard, Judy Shepard (segunda de izq. a derecha), y las hermanas de James Byrd en 2009 durante la firma de una ley federal que amplía los casos que se consideran crímenes de odio y las acciones para enfrentarlos. Shepard y Byrd fueron murieron en crímenes de odio. (Reuters)

Pero el desprecio y la homofobia que estarían en el centro de ese horrendo crimen no dejaron de expresarse. Fue especialmente ominoso que un pastor extremista y miembros de una iglesia basada en Kansas se presentaran en el funeral del joven con carteles cargados de odio contra los homosexuales y pidiendo el “infierno” para el fallecido.

Protestas similares de integrantes de esa iglesia, la Westboro Baptist Church, se dieron durante el juicio de Henderson y McKinney.

Fue entonces que, para neutralizar esas expresiones homofóbicas, ante los manifestantes antigay se plantaron personas vestidas con túnicas y grandes alas blancas, en representación de ángeles.

El icono de los ángeles se convirtió así en símbolo de la remembranza de las víctimas de crímenes de odio, de una apelación por el respeto a todas las personas y los derechos humanos básicos y en contra de la homofobia. Ángeles como esos fueron también usados como un emotivo homenaje a las víctimas del atentado contra el Club Pulse en Orlando, Florida, en 2016, que también fue motivado por el odio a los homosexuales.

El crimen de odio que cobró la vida de Shepard fue una severa y dolorosa sacudida para la sociedad estadounidense y puso una incisiva luz en la necesidad de prevenir y enfrentar la homofobia y otras formas de violencia y discriminación. La madre de Matthew, Julie Shepard, se convirtió en una importante activista en favor de la comunidad LGBT.

La historia del joven asesinado y la urgencia de contener las expresiones homofóbicas y en general de odio motivaron numerosas acciones: han impulsado la lucha por los derechos de la comunidad LGBT y la concientización a escala general, han inspirado películas y otras manifestaciones artísticas en homenaje y recuerdo de Shepard y, también, han suscitado nueva legislación para encarar, tipificar, registrar, contener y sancionar los crímenes de odio homofóbico.

Tras cerca de una década de intentos legislativos infructuosos de aprobar a nivel federal la tipificación de los crímenes motivados por cuestiones de orientación sexual, en 2009 el entonces presidente Barack Obama promulgó la ley conocida como “Matthew Shepard and James Byrd Jr. Hate Crimes Prevention Act”, titulada en homenaje a Shepard y a James Byrd, un afroamericano que fue cruelmente asesinado por tres supremacistas blancos en Texas.

Esa norma incluyó a los crímenes motivados o vinculados a la orientación sexual, el género, la identidad sexual o las discapacidades de la víctima entre los crímenes de odio y amplió los criterios por los que delitos relacionados con la raza, el color, la religión o el origen nacional son procesados como crímenes de odio.

Las cenizas de Matthew Shepard fueron colocadas en 2018 en la Catedral Nacional de Washington DC. (Reuters)
Las cenizas de Matthew Shepard fueron colocadas en 2018 en la Catedral Nacional de Washington DC. (Reuters)

En 2018 las cenizas de Shepard fueron colocadas por su familia en la Catedral Nacional en Washington D.C.

Y a 50 años de que se declaró el primer día de orgullo LGBT, la memoria del joven Matthew continúa siendo un referente de la urgencia y la importancia de defender los derechos de todos, del respeto a la diversidad y de la lucha contra toda discriminación, odio y hostilidad.

Una lucha que sigue vigente y enfrenta severos retos.