“El cáncer me permitó llegar a mi alma”
Claudia durante el tratamiento contra el cáncer de mama. / Foto: Cortesía Claudia Martínez
Seis meses después de haber tenido a su hija, Claudia sintió una bolita en la mama derecha por debajo de la axila. Inmediatamente fue con su ginecólogo y le realizó un ultrasonido mamario.
“Este estudio no arrojó ningún resultado de riesgo o alarma, entonces mi tratamiento fueron pastillas que harían que éste nódulo o fibroma se deshiciera. Seis meses después, volví a hacerme un ultrasonido y mastografía, y tampoco dieron resultados que pudieran dar indicios de algo maligno. Para finales de 2013, la bolita me provocaba mucho dolor y me incomodaba demasiado pero continuaba con el tratamiento de pastillas”, explica Claudia.
En mayo de 2014, la mamá de 34 años, acordó con su ginecólogo que se operaría para quitarse la bolita. Durante la cirugía, su doctor se dio cuenta que algo no se veía bien, así que enviaron el tumor a análisis y ahí comprobaron que era maligno.
Después vino una serie de estudios que ayudarían a verificar si habían restos del tumor en cualquiera de los cuatro cuadrantes de la mama y con base en esto determinar si se quitaba la mama o solo una parte de la misma.
“Afortunadamente no hubo necesidad de quitarme la mama y solo removieron ganglios linfáticos. Sin embargo, comencé un tratamiento de quimioterapia, la cual finalizó a principios de este año y de ahí siguieron mis sesiones radioterapia que terminé en marzo”, subraya.
Actualmente, Claudia está en revisión cada tres meses y se realiza estudios generales de laboratorio, ultrasonidos mamarios, rayos x y tomografías que le ayudan a mantenerse en vigilancia por los próximos cinco años.
Lección de vida
Aunque el cáncer de mama fue una experiencia muy difícil, Claudia le agradece la oportunidad que le dio de conocer su gran fortaleza espiritual.
“Me hizo darme cuenta de que la vida es mucho más que cualquier preocupación banal como tener o no dinero, irse de vacaciones, comprarse ropa o arreglar la casa.
“Me enfrenté con mi propio yo, completamente libre de apariencias, ya que el perder pelo e inflarme por todos los esteroides que entraron a mi cuerpo, me permitió observar a través de mí y llegar a mi alma”.
Su esposo y su hija siempre la apoyaron para superar la adversidad. / Foto: Cortesía Claudia Martínez
Durante su tratamiento, la tristeza o la depresión no tuvieron cabida, ya que no quería hundirse, así que procuró llenarse de pensamientos positivos y acercarse a Dios.
“Recuerdo muy bien que una enfermera que me ponía la quimioterapia, me decía que las células se alimentan con la alegría y se regeneran en células buenas”.
Mientras estuvo enferma, su familia la apoyó y no la compadecían porque la veían tranquila. Sin embargo, en la calle se llegó a topar con miradas de “pobrecita” o cuchicheos.
“No tenía pelo y usaba pañoletas, entonces la gente sabe que tienes cáncer o algo similar y te miran como bicho raro. Esto me dio mucha tristeza porque caí en cuenta que a veces no somos empáticos con el sufrimiento de otro y que no entendemos que posiblemente la persona de la cual cuchicheamos, lo menos que necesita es esta actitud”.
Hoy, Claudia se propone ser feliz cada día, porque no sabe si éste será el último. Y afirma que mientras esté viva, hay esperanza.
Para las mujeres que están enfermas de cáncer de mama, Claudia les da los siguientes consejos:
-No permitan que la tristeza o depresión las invada.
-Manténganse en pie en todo momento, no dejen que la quimio o radio las tire.
-Mírense al espejo y admiren lo bellas que son con o sin pelo.
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@karichula
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