El Delta del Okavango a vista de pájaro

Okavango/Jose Miguel Redondo
Okavango/Jose Miguel Redondo

Una gran extravagancia natural en el sur de África

Hace unas semanas os hablaba en esta misma sección viajera acerca de los Big Five de todo safari africano. Hoy la idea es contemplar a estos y otros muchos animales en plan Memorias de África, con una avioneta como instrumento para alcanzar una de las panorámicas más increíbles que existen en el continente. Pocos paisajes desde arriba reflejan un cuadro mejor pintado que el que sugiere el Delta del Okavango. Un fenómeno natural un tanto extraño que explica el milagro de la vida en el extremo noroccidental de Botswana.

Estamos acostumbrados a ver cómo los grandes ríos desembocan en el océano. Pero el caso del río Okavango es diferente. Tras atravesar Angola (allí es conocido como el Kavango) decide ponerle fin a un trayecto fluvial de más de mil kilómetros en una placinice desértica, nada menos que el Kalahari, al poco de cruzar la frontera con Botswana. El río muere precisamente allí, extendiéndose como una enorme mano líquida o, más bien, una palmera de muchas ramas e infinitas hojas. Eso da lugar a un vasto humedal repleto de isletas en las que cientos de especies encuentran su hogar. Hablamos de leones, elefantes, cebras, jirafas, hipopótamos, cocodrilos y, en definitiva, un auténtico Arca de Noé africano donde se han rodado tantos documentales de naturaleza que se ha perdido la cuenta.

Por ejemplo, son famosos los leones del Okavango, que para poder tener un mayor éxito en sus cacerías, aprendieron a nadar para poder alcanzar las distintas islas y moverse mejor durante la época lluviosa en que se inunda buena parte del Delta.

Avioneta en Maun: Un vuelo escénico impresionante

Existen varias maneras de recorrer el Delta del Okavango. Una es acariciando sus límites con un 4x4 en el clásico safari fotográfico. Para ello nada mejor que la Reserva de Moremi la cual, en realidad, forma parte de este fenómeno natural aunque poseyendo una gran extensión de tierra donde resulta más o menos sencillo moverse. La otra manera es aún más divertida e inmersiva. ¿En qué consiste? En navegar en una larga canoa de madera o de fibra de vidrio a la que los lugareños denoniman “mokoro”. Se va casi al ras del agua y un hombre se pone en la parte de atrás, propulsándola con un palo largo que parece una pértiga. Hay poca profundidad y así se han movido siempre los locales por este entorno inundado.

Okavango/ Jose Miguel Redondo
Okavango/ Jose Miguel Redondo

Pero, nada más inspirador que sobrevolar el Okavango en una avioneta y poder observar este fenómeno natural como una gran obra de arte pictórica creada por la Madre Naturaleza. Porque el juego de colores y formas es brutal se mire donde se mire. Tanto en la época seca como, por supuesto, en la de más lluvias, es posible disfrutar de unas vistas excepcionales, diría que únicas, de esta maravilla terrenal que ha dado la vida a lo que sería un inhóspito desierto.

Okavango/Jose Miguel Redondo
Okavango/Jose Miguel Redondo

Desde arriba, además de los grandiosos paisajes, resulta posible apreciar la figura de los elefantes, búfalos, jirafas o hipopótamos. Se ven, de hecho, senderos hechos con pisadas de elefantes, auténticas autopistas en muchas de las islas de este territorio anegado por donde estos enormes mamíferos viajan tanto en grupo como en solitario.

Un vuelo de este tipo, que parte del aeropuerto de Maun (diminuto pero internacional) suele tener una duración de una hora aproximadamente. Pero estando arriba la travesía parece incluso corta. He tenido la suerte de hacerlo en un par de ocasiones a lo largo de mi vida y lo más complicado de todo es asimilar la gran cantidad de paisajes diversos que muestra el delta.

Sería algo así como una colección de lienzos de grandes genios de la pintura a todo color, uno tras otro. Pero las mejores obras posibles. Las Meninas, el Jardín de las Delicias, La Joven de la Perla de Vermeer, los girasoles de Van Gogh, la Mona Lisa, la Libertad guiando al pueblo de Delacroix, los Fusilamientos del dos de mayo, la Venus de Boticceli… Así, uno tras otro. Ahora intentad pensar en su parangón natural. Y os saldrá el Delta del Okavango a vista de pájaro, un collage que a ningún artista se le hubiera pasado jamás por la cabeza. Porque no ha habido ni habrá mejor composición que la de las panorámicas aéreas que ofrece este remoto rincón de Botswana.