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Embarazada y con cáncer de mama, ¿qué se puede hacer?

El retraso en la edad en que las mujeres tienen su primer hijo, posible causa del cáncer de mama gestacional

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En mujeres embarazadas los tumores se diagnostican más tarde, por eso son más difíciles de tratar. (Foto: Getty Images)

El cáncer de mama durante el embarazo se presenta en una de cada 3.000 mujeres gestantes, según un estudio de la Universidad de Navarra. Aun así, es el tipo de cáncer más frecuente en las mujeres embarazadas, y también puede aparecer tras el parto, al año de dar a luz o durante la lactancia.

Es una situación clínica poco frecuente que, según el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (Geicam), representa entre el 6 y 15 por ciento de los tumores de mama en mujeres de 24 a 44 años, y la edad media de aparición del cáncer de mama en embarazadas es de 36 años.

Durante el embarazo, el pecho sufre un cambio fisiológico importante, debido al aumento de tamaño y densidad, y aunque esto puede dificultar la detección de masas anormales de pequeño tamaño, demorándose el diagnóstico de cáncer de mama, el embarazo no es un factor de riesgo que favorezca el desarrollo de un tumor maligno.

De hecho, el embarazo representa un factor protector frente al cáncer de mama, sobre todo cuando se produce a edades tempranas.

En cualquier caso, “aunque la mayor parte de los síntomas o anomalías de la mama identificados en las mujeres jóvenes son benignos, es importante que cuando una mujer esté embarazada o amamantando, no se suponga que cualquier síntoma se debe al embarazo, sobre todo si éste persiste”, apunta Angela Ives, investigadora de la Universidad de Australia Occidental y autora principal de un estudio presentado en el Congreso Europeo de Cáncer de Mama, que asegura que, a diferencia de lo que se creía hasta ahora, la supervivencia de las mujeres diagnosticadas de cáncer de mama durante el embarazo es “prácticamente” igual que en el resto de casos.

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Diversos estudios han demostrado que la lactancia es un factor atenuante y que reduce el riesgo de cáncer de mama. (Foto: Getty Images)

A pesar de su escasa incidencia, en los últimos años se ha observado un aumento del número de casos de cáncer de mama gestacional “asociado probablemente al retraso de la edad del primer embarazo”, cuenta Juan de la Haba, director de la Unidad de Mama e Investigación Clínica del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba.

“La maduración del tejido mamario finaliza con el primer embarazo y la lactancia. Sin embargo, cuando la gestación se retrasa las células han estado expuestas a diferentes carcinógenos durante mucho tiempo (tabaco, alcohol, compuestos químicos… ) y es posible que el embarazo estimule el crecimiento anómalo de esas células ya dañadas previamente”, señala a El Mundo este oncólogo.

De hecho, el perfil de la paciente es el de una mujer con un embarazo tardío, después de los 30 años, y en la que se observa un rápido crecimiento tumoral.

Al detectarse en un estadio más avanzado, en ocasiones con afectación ganglionar y con un tamaño más grande que en las mujeres no embarazadas, el riesgo es mayor.

Algunos estudios indican que la supervivencia es peor en las mujeres embarazadas con cáncer de mama que en las no embarazadas, “pero no por el embarazo, sino precisamente porque los tumores que se diagnostican en un estadio más avanzado en estas pacientes jóvenes son más agresivos”, señala Cristina Saura, oncóloga y coordinadora de la Unidad de Mama del Hospital Universitario Vall d’ Hebrón de Barcelona.

Pero muchas mujeres embarazadas que tienen cáncer de seno reciben tratamiento, dan a luz bebés saludables y siguen viviendo la vida de manera saludable. Todo depende de la prontitud del diagnóstico y su pronóstico.

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Las opciones dependerán de lo avanzado que esté el embarazo, así como también el tipo, tamaño y estadio del cáncer. (Foto: Getty Images)

Someterse o no a tratamiento es una decisión que se debe tomar de manera conjunta entre paciente, médico y familia. La enferma tiene la última palabra pero debe dejarse aconsejar por los especialistas y escuchar todas las posibilidades.

En principio, el cáncer de mamá en sí mismo no dañará al bebé ni puede ser “transmitido” al feto. Pero algunos tratamientos sí pueden pueden afectar al bebé. Por eso, los expertos señalan que es importantísimo tener en cuenta el momento de la gestación en el que se encuentra la mujer a la hora de recibirlo, sobre todo si se encuentra en las primeras semanas de gestación.

De hecho, el primer trimestre de gestación supone un gran reto a la hora de establecer las líneas terapéuticas. Entre los posibles los tratamientos estarían:

Cirugía: solo cuando la enfermedad se encuentra en los primeros estadios, la mastectomía es el tratamiento recomendado con más frecuencia. No se recomienda la lumpectomía (cirugía conservadora del seno) porque la radioterapia que se administra después puede dañar al bebé.Una vez finalizada la gestación, puede optarse por un tratamiento radioterápico o quimioterápico complementario.

Radioterapia: los efectos de dicho tratamiento sobre el feto dependen de la edad gestacional y la dosis administrada. Durante el primer y el segundo trimestre dañaría al bebé. Por eso, no se indica dicho tratamiento hasta que no se ha dado a luz, dado que los tejidos fetales son altamente sensibles a la radiación.

Se pueden realizar ecografías y resonancias magnéticas (siempre y cuando se realicen sin contraste) sin que ello suponga peligro alguno para el feto.

Puede realizarse también una radiografía de tórax protegiendo debidamente la bolsa gestacional. Pero, el PET, el TAC o las gammagrafías óseas expondrían al feto a una gran cantidad de radiación, por lo que no son recomendables, a no ser que sean estrictamente necesarias.

Otra opción sería hacerse una lumpectomía en el tercer trimestre y luego esperar hasta después de dar a luz para someterse al tratamiento de radioterapia.

Quimioterapia: Descartada en el primer trimestre. Puede ser administrada de manera segura durante el segundo y el tercer trimestre, pero el bebé puede tener un riesgo alto de tener un bajo peso al nacer o de nacer en un parto prematuro.

Con frecuencia se recomienda a las mujeres en el tercer trimestre de embarazo esperar hasta después de dar a luz para empezar el tratamiento de quimioterapia.

Los efectos que puede tener este tratamiento son difíciles de determinar ya que durante el embarazo se producen diversos cambios fisiológicos que pueden influir en el efecto farmacocinético de las sustancias utilizadas. Además, cada fármaco puede influir de diversas maneras sobre el embarazo.

Aun así, diferentes estudios médicos afirman que la aplicación de determinados productos durante el segundo y el tercer trimestre de la gestación son bastantes seguros en estos momentos tan delicados. Por otro lado, el personal médico recomienda interrumpir la administración de quimioterapia tres semanas antes de dar a luz, así como la lactancia posterior, la cual está contraindicada en estos casos.

Hormono-terapia: la administración de antiestrógenos durante el embarazo no está indicado.Al margen de estas opciones, como en el resto de las mujeres, el apoyo psicológico suele ser fundamental en las futuras madres que tienen que enfrentarse a un cáncer de mama durante la gestión.

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