Enzo Fernández debutó en Chelsea con una actuación a la altura de lo que vale: el problema es el equipo, que empató 0-0

Enzo Fernández llegó a Londres, debutó en Chelsea... y lo hizo muy bien
Enzo Fernández llegó a Londres, debutó en Chelsea... y lo hizo muy bien - Créditos: @GLYN KIRK

De Lisboa a Londres, un vuelo de 2 horas y 50 minutos. Justo el tiempo que necesitó Enzo Fernández para sacarse la camiseta de Benfica, ponerse la de Chelsea y saltar a la cancha. Fotografías, videos, risas, la número 5, un entrenamiento y a jugar. A jugar en Stanford Bridge, nada menos: un escenario de colección. Fuego en las gradas, frío en el ambiente, por unos 9 grados. Enzo Fernández tiene destino de grandeza. A los 22 años, no necesita tiempo de adaptación: juega con la soltura de los grandes, en el 0-0 frente a Fulham, un partido de la 22ª fecha de la Premier League. Enzo puede ser una posible solución, aunque el problema real es Chelsea.

Se paró de número 5, delante de los centrales, aunque más retrasado que en su función en Benfica, como libre pensador. O en River, en donde brillaba casi como una suerte de falso enganche. En la selección explotó, sobre todo, con un 5 en sus espaldas, para protegerlo y contenerlo cuando decidía volar. Aquí, ahora mismo, en Londres, precisa pisar el terreno firme. Conocer a sus compañeros, el idioma, el escenario, el contexto. Pero hasta ahí nomás: arrancó con algunos pases a los costados, un par a las esquinas lejanas, con la calidad habitual. Hasta que se soltó.

Enzo Fernández, en acción, en la Premier League
Enzo Fernández, en acción, en la Premier League - Créditos: @Kirsty Wigglesworth

Levantó la cabeza, pidió el balón. Se mostró siempre: la mayoría de las veces, se inclinó con pases hacia la izquierda. No se escondió, apuntaló a un equipo atribulado por las desgracias deportivas de los últimos meses. Es un titán, con la personalidad de un hombre de 32 años: no parece que tuviera diez menos recién cumplidos. En San Martín, Núñez, Florencio Varela, Lisboa o Stanford Bridge: juega con soltura, con convicción. No necesita adaptación.

Parece mentira, si se recuerda el golpazo que sufrió cuando Marcelo Gallardo lo corrió de la escena en agosto de 2020. “Cuando me llamó Marcelo me golpeó un poco porque no lo esperaba, pero después con el tiempo fui aprendiendo. Mis compañeros y el cuerpo técnico de Defensa me ayudaron mucho a disfrutar ese momento. Por suerte pudimos conseguir dos títulos, había mucha humildad y mucho trabajo. No fue fácil en mi cabeza ir a Defensa, pero me convencí a mí mismo de poder trabajar, mejorar, sumar minutos con jugadores profesionales y por suerte salió todo redondo. Pude volver a River y coronar el 2021 con dos campeonatos”, contó, tiempo atrás, en una charla con TyC Sports.

Fue más allá: “No lo tomé de la mejor manera porque tenía 19 años, no me tomaba las cosas como un chico grande. Me golpeó un poco porque no me lo esperaba. Me dijo que lo mejor era tener continuidad en otro club, que me iba a servir, porque en la Primera de River no iba a poder tenerla”. Volvió, se convirtió en un símbolo de quite y galera en River, voló a Portugal, llegó, jugó y la rompió. Vio un hueco en la selección y se metió. Fue una de las certezas de Qatar, en el mismo espacio físico que otras revelaciones, como su amigo Julián Alvarez y su compañero Alexis Mac Allister: justamente, los tres fuera de serie que triunfan en la Premier League.

Lo mejor del partido

Esa adaptación de los 19 a esta convicción de los 22: la vida vuela, las personas cambian, maduran. Se consolidan. El factor humano, más allá del césped. Los jugadores de fútbol como Enzo, ahora mismo, no les afecta absolutamente nada: vuelan, aterrizan, se presentan, fotos, ilustraciones, declaraciones, un entrenamiento (una sola práctica…) y a jugar.

En un clásico 4-3-3, Enzo se sintió rápidamente a gusto con Conor Gallagher y Mason Mount a sus costados, pero su principal virtud fue el robo y el latigazo. Desde un quite, levanta la cabeza y envía un pelotazo hacia la derecha para Ziyech. Resulta el primer pase filtrado de un equipo que ataca en medio de su propia confusión. Enzo no hace milagros.

Casi hace un golazo

Detrás del arribo del argentino en Chelsea, se produjo una salida sorprendente. Jorginho, por unos 14 millones de euros, pasó a Arsenal, el vecino del norte. Por la revelación del Mundial de Qatar, el italiano, nacido en Brasil, un 5 de colección, el Profesor, abrió forzadamente la puerta del adiós. Eso sí: va a jugar en el líder de la Premier League, de lo mejor del mercado en la actualidad. Pudo haberle quitado el Balón de Oro a Lionel Messi, cayó en un pozo deportivo y ahora sale por la puerta de atrás de un gigante a otro. Algo así como pasar de Boca a River, de Chelsea a Arsenal, pero en lugar de provocar un temblor, genera entusiasmo. Risas, aplausos y agradecimiento por los servicios prestados.

Enzo tiene 9 años menos. Y la política de compras (y salidas) de Chelsea lo corrobora: de los 8 refuerzos, más allá del delirio del dinero invertido (unos 329 millones de euros), el más “veterano” es Joao Félix, con 23.

Un compacto con sus mejores jugadas

Los números: 96 toques, 85% de pases precisos, una situación de gol creada y un remate al arco. Una muy buena mitad y un segundo capítulo con la lengua afuera, manejando los tiempos. Un disparo que pasa cerca, desde fuera del área. El desempeño acorde a los excesos económicos del mercado, los 121 millones, pero nada será sencillo. Fernández, un equilibrista, aterrizó en un equipo tambaleante.