Una época diferente salvó a William Hurt de la cancelación

William Hurt murió a los 71 años en su hogar de Portland, Oregón, tras sufrir complicaciones en la lucha contra el cáncer de próstata. Llevaba varios años batallando la enfermedad después de dar a conocer en 2018 que padecía metástasis y su condición era terminal.

Una pérdida que se ha sentido a lo largo y ancho del mundo cinéfilo demostrando que, seas amante del cine o no, estamos ante un legado cinematográfico que no se resume en un puñado de personajes destacados, sino en ser recordado como un rostro siempre presente en la cultura del séptimo arte. Desde el Óscar por la intensamente inolvidable interpretación en El beso de la mujer araña (1985) a su paso por la saga Vengadores de Marvel, William Hurt estuvo presente en la cartelera a lo largo de 45 años, siendo un nombre y rostro constante en la retina de varias generaciones. Sin embargo, ese recuerdo podría haber sido muy diferente si su mayor escándalo se hubiera revelado unos años más tarde.

William Hurt tenía 35 años y Marlee Matlin 19 cuando comenzaron una relación al conocerse en la prueba de cámara de Hijos de un dios menor en 1986. Estuvieron juntos y conviviendo durante dos años, viviendo un romance turbulento revuelto entre drogas y abusos. Y es que según reveló la actriz de CODA en su libro publicado en 2009, I’ll scream later, se encontraba viviendo una espiral destructiva por culpa de su adicción a las drogas mientras señalaba al actor por supuestamente haber abusado física, emocional y sexualmente de ella.

Por ejemplo, en sus páginas detallaba un momento que tuvo lugar durante el rodaje de la siguiente película que hicieron juntos, Al filo de la noticia (1987). “[Hurt] llegó a casa alrededor de las 4:30 a.m. borracho”, según recogía The Daily Beast. "Lo siguiente que supe fue que me sacó de la cama, me gritó y me sacudió […] Tenía miedo, estaba llorando. Luego me tiró sobre la cama, empezó a arrancarme la ropa a él y a mí. Estaba llorando. "No, no, no. Por favor, Bill, no". Lo siguiente que recuerdo es a Bill embistiéndose dentro de mí mientras yo sollozaba”.

Años más tarde, durante la promoción del libro, la actriz declaró a Access Hollywood que llegó a sentir miedo de él. "Siempre tenía moretones frescos todos los días. Y si tenía un labio partido, o si... quiero decir, sucedieron muchas cosas que no fueron agradables".

"Siempre tuve miedo... de él, pero lo amaba. O tal vez pensé que lo amaba. Pero mira, yo tenía 19 años, él tenía 35". De todos modos, la actriz nunca consideró denunciarlo porque en aquel entonces estaba lidiando con adicción a la cocaína y marihuana. “Estaba tan envuelta en su mundo y mis drogas”, dijo. “Las drogas se apoderaron de mi vida, se apoderaron de mi cerebro. Tenía 19 años y estaba sola en la ciudad de Nueva York. No tenía amigos allí excepto mi traficante de drogas. Podría decir que entiendo cómo las mujeres tienen miedo de dejar una relación abusiva. Deberían, pero al mismo tiempo, entiendo cómo no saben cómo hacerlo”.  Y es que en el libro, Matlin compartía con el mundo que su adicción comenzó a raíz de sufrir abuso sexual de pequeña en manos de su niñera. Mientras que en otra entrevista a Larry King admitía que ella y Hurt consumían las drogas juntos (CNN).

“Muchas de las escenas en las que estoy están definidas en mi memoria por si Bill y yo peleábamos ese día”, escribió Matlin en su libro al recordar Hijos de un dios menor. Y entonces hace mención a una escena sexual en particular. "En esa escena, después de haber hecho el amor, estamos en el suelo y me alejo de él. Mi vestido está levantado por encima de mis rodillas, y en mi pierna izquierda hay una serie de moretones recientes. Puedes verlos si miras la escena ahora. Nunca dije nada ese día, preguntándome si el equipo de maquillaje se daría cuenta, si trataría de cubrirlos... Pero nadie lo hizo. Es como si nadie viera”.

Si observamos los años que estuvieron desciframos enseguida que la relación tuvo lugar al mismo tiempo que Matlin ganaba el Óscar. El primero de la historia para un intérprete sordo. Fue por esa primera película que hicieron juntos y una nominación que ella conoció cuando estaba en rehabilitación. Sin embargo, en lugar de sentir el apoyo y respeto de su pareja tras un momento tan importante en su vida, la actriz reveló que sintió todo lo contrario.

Ella misma detalló en su libro que Hurt le hizo cuestionarse su valía habiendo ganado la estatuilla. “¿Qué te hace pensar que lo mereces? Hay cientos de actores que han trabajado durante años por el reconocimiento que te acaban de dar. Piensa en ello” dice que su novio le dijo, sugiriéndole además que tomé clases de actuación.

Después de que el libro saliera a la luz, William Hurt se pronunció al respecto a través de un comunicado. Y en lugar de escabullirse del escándalo, admitió entre líneas que en esa relación pasaron cosas desagradables. “Mi propio recuerdo es que ambos nos disculpamos e hicimos mucho por sanar nuestras vidas. Por supuesto, me disculpé y me disculpo por cualquier dolor que causé. Sé que ambos hemos crecido. Le deseo a Marlee y a su familia nada más que lo mejor”.

Y así, el escándalo pasó a la historia. Ambos siguieron adelante con sus respectivas vidas y carreras en una época en donde estas historias no trascendían ni la garra moral del público estaba tan afilada como ahora. 

Ella decidió perdonarlo en el libro para seguir adelante, aún sin una disculpa por aquel entonces (así lo dijo a Larry King), y el escándalo no afectó la carrera de William Hurt de ninguna manera. Ni tampoco el 'otro' escándalo que acechó a Hurt poco después. Esta vez en un juicio con la madre de su primer hijo, Sandra Jennings.

Hurt comenzó un affaire con Jennings cuando aún estaba casado con Mary Beth Hurt en 1981. Pero el embarazo de la mujer llevó al divorcio un año más tarde y que la pareja se trasladara a Carolina del Sur, un estado que reconoce las uniones de hecho. Sin embargo, en 1989, y tras la ruptura, Jennings solicitó a un juez que admitiera que la relación era una 'unión de hecho' y por lo tanto le asignara los $10 millones que ella creía que le correspondían de las ganancias del actor (The Daily Beast, fuente: Chicago Tribune). Jennings acusó a Hurt de "violencia física y verbal" y de golpearla en el rostro cinco días después de dar a luz. La mujer incluyó detalles de los supuestos abusos a Marlee Matlin usando como testimonio a su hijo, quien decía haber sido testigo de ello. Hurt negó haber golpeado a Jennings y tuvo el apoyo de algunos amigos famosos, como Glenn Close, que destacaron que el actor estaba buscando ayuda para el abuso de sustancias. "Lo importante es que Bill está haciendo algo al respecto. Está buscando ayuda, le apasiona y por esa razón merece mis respetos más profundos. Está en buena forma, la mejor que le he visto. Creo que es una persona diferente" dijo (vía People).

Finalmente el juez negó la petición de Jennings, el tiempo pasó y los escándalos pasaron al olvido. Algo que hoy habría sido muy diferente. Desde que se destaparan los abusos de Harvey Weinstein y la misoginia más extrema de Hollywood quedara al descubierto, ni la industria ni la sociedad sigue mirando hacia otro lado ante la más mínima acusación o sugerencia. Todo lo contrario.

Woody Allen, Johnny Depp, Bill Cosby, Armie Hammer, Kevin Spacey o Gerard Depardieu son solo algunos de los nombres caídos del firmamento hollywoodense a raíz de la era de la cancelación. Algunos por haber pasado por juicios, otros porque las versiones de sus supuestas víctimas han calado hondo, pero de una manera u otra, la tolerancia ha dado un vuelco radical a raíz del movimiento #MeToo. Los estudios huyen de personajes con escándalos de abusos sexuales, como por ejemplo hizo Disney al no promocionar West Side Story con entrevistas en solitario a Ansel Elgort -en 2020 una joven lo acusó de abuso sexual en Twitter cuando tenía 17 y él 20- o Muerte en el Nilo esquivando usar a Armie Hammer como punto de partida. O Warner Bros. pidiendo la renuncia de Johnny Depp en Animales Fantásticos después de que un juez británico aceptara que un tabloide utilizara titulares que lo definieran como “golpeador de mujeres”.

Mientras el golpe de los teclados tuiteros retumban por el mundo a la hora de criticar, denunciar y señalar a estrellas de Hollywood caídas en este tipo de escándalos. Por eso, me pregunto, ¿qué hubiera pasado si Marlee Matlin hubiera contado su historia unos diez años más tarde? ¿Qué hubiera sido de William Hurt y su legado cinematográfico? Hoy lo despedimos como el gran actor que fue, dueño de un lugar especial en el recuerdo del mundo entero por sus trabajos en pantalla; sin embargo estoy convencida que las cosas serían muy distintas si la historia hubiera salido a la luz en el momento del garrote más candente de la cultura de la cancelación. Después de todo, ahí tenemos los ejemplos de Gerard Depardieu o Kevin Spacey. Dos figuras que hasta hace unos años vivían en un pedestal imaginario construido por el mismo público que ahora los olvida ante el paño de los escándalos que les rodean. Y mientras dos pesos pesados como Woody Allen -acusado de abuso por su hija cuando era niña- y Johnny Depp -acusado por Amber Heard de violencia doméstica- son desterrados por ese Hollywood que los celebró y encumbró al estrellato, cuando los espectadores se dividen entre detractores y fans, pero sin sacudirse la sombra que los acompaña.

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