¿Eres antivacunas? El testimonio de esta madre (y la evidencia médica) pueden hacerte cambiar de opinión

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El causante de esta enfermedad infecciosa es un virus de la familia del herpes, llamado varicela-zóster. En muchas ocasiones, el niño también presenta fiebre y pierde el apetito, y aunque es relativamente ‘benigna’, puede llegar a complicarse. (Foto: Getty)

Una mujer utilizó Twitter (@preguntamama) para contar la dolorosa experiencia que ha atravesado su familia tras la decisión que tomaron su marido y ella de no vacunar a su bebé. Y lo ha contado con la intención de que su historia llegue a otras personas que puedan dudar sobre si vacunar o no a sus hijos.

Tanto ella como su esposo pasaron la varicela de pequeños, una de las enfermedades más comunes de la infancia que la mayoría de los niños superan sin complicaciones, así que pensaron que ocurriría lo mismo con sus hijos. Como muchos granos y algo de fiebre, pensaron. Al consultarlo con su pediatra, este les dijo que era una decisión muy personal y que de todas formas no había mucho riesgo. Nunca imaginaron lo que pasaría después.

Normalmente, la erupción cutánea suele empezar en la cabeza y en la espalda y durante los tres o cuatro días siguientes se propaga por todo el cuerpo, incluyendo zonas tan sensibles como párpados, garganta o genitales. Al principio, las primeras marcas tienen un color rojo, son pequeñas y provocan picor y rápidamente se transforman en vesículas, que en la etapa final de la enfermedad se cubren de costra.

Y eso justo lo que le empezó a pasar a su hijo de dos años, que le empezaron a salir granos por todo el cuerpo. Semanas después parecía que remitía, pero las cosas fueron a peor.

Además de los granos, comenzó a atravesar unos días difíciles en los que no paraba de llorar y sentirse incómodo, a querer estar en el pecho. Cuando su madre se detuvo a mirarlo mientras lo amamantaba, notó que no podía sostener el pecho bien y que tenía la mitad de la cara caída.

El diagnóstico fue claro: su hijo tenía el síndrome de Ramsay Hunt, originado por el virus de la varicela. Puede reactivarse años más tarde y afecta al nervio facial, que se conecta con el oído. Origina parálisis facial, tinnitus, y puede ocasionar sordera y lesiones oculares.

Como consecuencia de todo esto, el pequeño sufre de vértigo, y se marea al realizar actividades cotidianas y juegos sencillos como columpiarse, salir a caminar o ir en coche. Además, tiene un ojo caído porque fue imposible recuperar la movilidad total del párpado.

“Hoy estamos celebrando su cumpleaños número seis. Damos gracias a Dios de tener un hijo perseverante y luchador. Nos arrepentiremos siempre de nuestra decisión de no vacunarle en contra de la varicela y siempre que podamos, lo contaremos a otros padres”, concluye esta madre.

Vacunar (contra la varicela) reduce enormemente la posibilidad de infectarse con el virus natural de la varicela y no sufrir el síndrome de Ramsay Hunt. Así nos lo confirma el doctor Roi Piñeiro, jefe del servicio de Pediatría del Hospital General de Villalba (Madrid, España), quien asegura que “estos casos no sucederían si se informa adecuadamente a aquellos padres y madres que no quieren vacunar a sus hijos, y se les explican bien el riesgo que esta actitud representa para los más pequeños”.

Según este especialista, transmitir la información científica con empatía y respeto hacia estas familias es clave para revertir este tipo de actitudes, como ha demostrado en la consulta específica que han puesto en marcha en su hospital y en la que han sido atendidas desde 2018 un total de 66 familias.

“El 94 por ciento de estas familias encontró útil esta consulta y el 91 por ciento aceptó vacunar a sus hijos tras recibir la información, bien de manera parcial (50 por ciento) o completa (41 por ciento)”, comenta Piñeiro.

Estas familias contrarias a la vacunación “no actúan de manera frívola ni irracional, sino que suelen ser sujetos muy informados. El problema es que sus fuentes de información tienen una base muy poco científica y los padres acceden a ellas habitualmente a través del mundo 2.0, donde los grupos antivacunas se mueven con una extraordinaria agilidad”.

Por otro lado, desde la Asociación Española de Vacunologí reconocen que el hecho de que haya padres que opten por la no inmunización/no protección de sus hijos por las vacunas les inquieta: “en muchos casos esta decisión se toma a partir de datos publicados en entornos de opinión, no en base a la mejor evidencia científica, máxime cuando los calendarios vacunales recomendados por Salud Pública en cada CCAA están sustentados en la epidemiología de las enfermedades en nuestro país, las directrices de la Organización Mundial de la Salud y la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario”.

Los expertos se quejan de la polarización que se expresa en las redes sociales, creando un ambiente de poco entendimiento, y critican el hecho de la existencia de profesionales que ejercen prácticas carentes de eficacia demostrada y no quieren asumir ninguna responsabilidad que les aleje de la autocomplacencia.

Pero sobre todo, les preocupa “la pérdida de confianza de los padres en las autoridades sanitarias que deben ocuparse de proteger al niño en su derecho a la salud y liderar con convencimiento la apuesta contra la enfermedad que todos los padres, sin duda alguna, realizan por sus hijos. Estos padres toman decisiones informadas, rara vez es por dejadez, pero los mensajes antivacunas que les llegan están disfrazados de pseudociencia“.

“Tenemos que mantener la cabeza fría y procurar acercar y facilitar el dialogo entre todos los implicados en la vacunación. Solo de esta manera se podrá conseguir recuperar la confianza en las vacunas que algunos (afortunadamente pocos) han perdido, y conseguir que los enormes beneficios que las vacunas han conseguido perduren e incluso se incrementen”, concluyen.

¿Crees que los padres deben dejar a un lado sus creencias si los pediatras aconsejan las vacunas? ¿Estás a favor o en contra de la inmunización?

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