La escasez de camas de salud mental mantiene a los niños atrapados en las salas de emergencia

BOSTON — Una noche de finales de marzo, una madre llamó al 911. Dijo que su hija amenazaba con suicidarse. Los paramédicos llegaron a la casa al norte de Boston, ayudaron a calmar a la niña de 13 años y la llevaron a urgencias.

Melinda, al igual que un número creciente de niños durante la pandemia del COVID-19, se había vuelto cada vez más ansiosa y deprimida a medida que pasaba más tiempo alejada del contacto presencial en la escuela, la iglesia y sus clases de canto.

KHN y NPR acordaron utilizar solo los primeros nombres de esta adolescente y de su madre, Pam, para evitar que este reportaje siga el rastro de la familia en internet. En estos momentos, en Massachusetts y en muchas partes de Estados Unidos y del mundo, la demanda de atención de salud mental supera la oferta, creando cuellos de botella como la saga de 17 días de Melinda.

Las salas de urgencias no suelen ser lugares en los que se pasa la noche. Si te rompes un brazo, te lo arreglan y te vas. Si tienes un ataque al corazón, no esperas mucho tiempo por una cama de hospital. Pero a veces, si tu cerebro no está bien y acabas en una sala de urgencias, hay muchas posibilidades de que te quedes allí. Los padres y los activistas de la salud mental infantil alegan que las salas de urgencias no pueden ofrecer una atención adecuada y que el internamiento de los niños en crisis puede convertirse en una emergencia en sí misma.

Lo que se conoce como internamiento en urgencias de pacientes psiquiátricos ha aumentado entre un 200 y un 400 por ciento mensual en Massachusetts durante la pandemia. Los CDC dicen que las visitas a las salas de emergencia después de los intentos de suicidio entre las adolescentes aumentaron un 51 por ciento a principios de este año en comparación con 2019. No hay cifras actuales del internamiento por salud mental a nivel nacional.

"Esto es realmente diferente a todo lo que hemos visto antes, y no muestra ningún signo de disminución", dijo Lisa Lambert, directora ejecutiva de Parent/Professional Advocacy League, que presiona para obtener más atención de salud mental para los niños.

Melinda pasó sus primeros 10 días en la sala de conferencias de un hospital con una docena de otros niños, en camillas, separados por cortinas porque la sala de urgencias se había quedado sin espacio. En un momento dado, Melinda, agobiada, intentó escapar, fue sujetada, se le inyectaron fármacos para calmarla y se le trasladó a una pequeña habitación sin ventanas.

Día 12: Cámaras siguen sus movimientos

Conocí a Melinda a principios de abril, en su duodécimo día en urgencias. Los médicos la mantenían allí porque les preocupaba que se hiciera daño si salía. Muchos padres cuentan que pasan semanas con sus hijos en los pasillos del hospital o en las salas de flujo excesivo, en diversos estados de angustia, porque las unidades psiquiátricas de los hospitales están llenas. Mientras la demanda aumenta, la oferta disminuye. Las precauciones por el COVID-19 convirtieron las habitaciones dobles en individuales o las unidades psiquiátricas en unidades de COVID-19. Aunque esas precauciones están empezando a remitir, la demanda de camas no.

Dentro de su pequeña habitación, a Melinda le molestaban las cámaras que rastreaban sus movimientos y los guardias de seguridad en los pasillos que estaban allí, en parte, por su seguridad.

"Es como una prisión", dijo. "Me siento como si estuviera desesperada por la ayuda".

"Desesperada" es una palabra que tanto Melinda como Pam utilizan a menudo para describir la prolongada espera de atención en un lugar que se siente ajeno.

"De vez en cuando escuchamos gritos, chillidos, pitidos de los monitores", dice Pam. "Incluso como madre, da mucho miedo".

Pero esta experiencia no es nueva. Este fue el cuarto viaje de Melinda a urgencias del hospital desde finales de noviembre. Pam dijo que Melinda entró en una espiral descendente después de una discusión con un miembro cercano de la familia el verano pasado. Tiene terapeutas, pero algunos de ellos cambiaron durante la pandemia, las visitas fueron virtuales y no ha hecho buenas conexiones entre las crisis.

"Cada vez es la misma rutina", dice Pam. Melinda es llevada a urgencias, donde espera. La ingresan en un hospital psiquiátrico durante una semana o diez días y se va a casa. "No es tiempo suficiente".

Pam dijo que cada centro ha sugerido un diagnóstico diferente y ha ajustado la medicación de Melinda.

"Nunca conseguimos un diagnóstico bueno y verdadero de lo que le pasa", señala Pam. "Está fuera de control; se siente fuera de control en su propia piel".

Melinda esperó seis meses para someterse a un examen neuropsiquiátrico que le ayudara a aclarar lo que necesita. Por fin le hicieron el examen en mayo, tras recibir el alta del hospital psiquiátrico, pero aún no tiene los resultados. Algunos psiquiatras dicen que observar el comportamiento de un paciente suele ser una mejor manera de llegar a un diagnóstico.

Lambert, la activista de salud mental, dijo que hay retrasos para todo tipo de atención psiquiátrica, tanto residencial como ambulatoria.

"Hemos escuchado hablar de esperas de hasta cinco semanas o más para la terapia ambulatoria", comentó Lambert. "Si tu hijo dice que no quiere vivir o que no quiere volver a salir de la cama, no querrás esperar cinco semanas".

Día 13: 'Cuanto más tiempo esté aquí, más va a decaer'

A medida que su estancia se alargaba, Melinda pasaba de los momentos de mayor tensión a los de menor intensidad emocional. La sala de urgencias es una zona de espera; no está preparada para ofrecer tratamiento o terapia psiquiátrica.

Ese día, Melinda estaba agitada.

"Solo quiero salir de aquí", dijo en un diario de audio que llevaba en ese momento para este reportaje. "Me siento un poco desamparada. Extraño a mis mascotas, mi cama y la comida de verdad". La noche anterior tuvo un ataque de pánico y tuvo que ser sedada. Su madre, Pam, no estaba allí.

"Cuanto más tiempo esté aquí, más va a decaer", grabó Pam en su propio diario de audio. "Se ha autolesionado tres veces desde que está aquí".

El hospital y su red matriz, Beth Israel Lahey Health, declinaron las peticiones para hablar sobre el cuidado de Melinda. Pero el doctor Nalan Ward, jefe médico de la red para los servicios de salud conductual, realiza una llamada diaria para discutir el mejor lugar para el tratamiento psiquiátrico hospitalario para cada paciente. Algunos pueden tener limitaciones médicas o de seguro únicas, dijo. Muchas aseguradoras exigen una aprobación previa antes de aceptar el pago de un internamiento, lo que también puede provocar retrasos.

"Se trata de un enfoque individualizado", afirma Ward. "Es realmente activo".

Día 14: Cada vez más aislada de la escuela y los amigos

En el caso de Melinda, el problema que le impedía salir de Urgencias y entrar en un programa de tratamiento eficaz pudo haber sido su comportamiento. A Pam le dijeron que su hija podría ser más difícil de ubicar que los niños que no se portan mal. Los hospitales equipados para ofrecer atención de salud mental en régimen de internamiento dicen que buscan pacientes que se adapten bien a sus programas y participantes. El historial de Melinda incluía el intento de fuga, así como algunas peleas mientras estaba alojada en la sala de conferencias.

"Tiene comportamientos repentinos porque tiene una enfermedad mental, con la que se supone que deben ayudarla", señaló Pam.

Aislar a Melinda en urgencias no ayudó, aseveró Pam. "Ella es, a veces, irreconocible para mí. Está tan segura de que nunca va a mejorar".

Melinda describió que se sentía cada vez más aislada. Había perdido el contacto con sus amigos y con la mayoría de los miembros de su familia. Había dejado de hacer las tareas escolares semanas antes. El ruido y la conmoción de una sala de urgencias 24/7 estaban afectando a Melinda.

"No estoy durmiendo bien", anotó en su diario. "Esto es muy duro. No paro de despertarme a mitad de la noche".

Día 15: La madre se retira a su coche a llorar

El internamiento también es difícil para los padres. Pam tiene dos empleos, pero visita a Melinda todos los días, llevándole una muda de ropa, un libro nuevo o algo especial para comer.

"Algunos días me siento y lloro antes de salir del coche, solo para desahogarme, para no llorar delante de ella", dice Pam en la entrada de su diario de ese día.

Algunos hospitales dicen que no pueden permitirse atender a pacientes con problemas agudos de salud mental porque los reembolsos de los seguros no cubren los costos. Massachusetts está gastando 40 millones de dólares este año en incentivos financieros para crear más atención psiquiátrica hospitalaria. Pero las salas de urgencias siguen inundadas de pacientes psiquiátricos que están en el limbo, internados allí.

Día 16: 'Me gustaría que alguien me entendiera'

"Nunca pensé que estaríamos aquí tanto tiempo", dijo Pam.

En el puesto de enfermería, le dijeron a Pam que podrían pasar dos semanas más antes de que hubiera una vacante en un hospital adecuado.

En Massachusetts, la administración del gobernador Charlie Baker dice que tiene un plan que mantendrá a los niños fuera de urgencias y reducirá la necesidad de atención hospitalaria proporcionando más servicios preventivos y basados en la comunidad. Los padres y los proveedores se muestran esperanzados, pero se preguntan si hay suficientes consejeros y psiquiatras para dotar de personal a las clínicas comunitarias propuestas, los programas de terapia y más camas de hospital psiquiátrico.

Mientras tanto, en urgencias, Melinda se mostraba cada vez más desganada.

"La vida es muy dura porque las cosas que deberían ser fáciles para todo el mundo son difíciles para mí", indicó. "Cuando pido ayuda, a veces me imagino yendo al hospital. Otras veces deseo que alguien me entienda".

Entonces, a última hora de la tarde del día 16, la familia recibió la noticia de que la espera de Melinda terminaría pronto.

Día 17: Termina el limbo y comienza el tratamiento real

El día 17, Melinda fue llevada en ambulancia a un hospital del área de Boston que había añadido camas de psiquiatría infantil durante la pandemia. Tuvo suerte de conseguir una. El día que llegó, había entre 50 y 60 menores en la lista de espera.

"Es una cifra muy superior" a la que había antes de la pandemia, comentó la doctora Linsey Koruthu, una de las doctoras de Melinda y psiquiatra pediátrica de Cambridge Health Alliance. "Aproximadamente el doble de lo que hubiéramos visto en 2019".

Los médicos allí ajustaron los medicamentos de Melinda. Se reunió con un psiquiatra y un trabajador social diariamente y tuvo terapia grupal y tiempo para tareas escolares, yoga y terapia con mascotas. Los miembros del personal del hospital se reunieron con Melinda y su familia. Permaneció dos semanas, un poco más que la estancia promedio.

Los médicos recomendaron que Melinda pasara de la atención hospitalaria a un programa de tratamiento residencial comunitario, un puente entre la estancia en el hospital y el regreso a casa. Pero esos programas estaban llenos y tenían retrasos de semanas. Así que Melinda se fue directamente a casa.

Ahora tiene tres terapeutas que la ayudan a hacer la transición y a utilizar lo que ha aprendido. Y como las restricciones por el COVID-19 han empezado a disminuir, algunas sesiones son en persona, lo que, según Koruthu, debería ser más eficaz para Melinda.

Pam dijo que la transición ha sido dura. La policía acudió a la casa una vez y sugirió que Melinda fuera a urgencias, pero pudo calmarse antes de llegar a eso. Melinda ha desarrollado un trastorno alimentario.

La primera cita disponible con un especialista es en agosto. Pero, para mediados de junio, Melinda pudo graduarse de la secundaria, después de terminar un trabajo escolar atrasado.

"Si me hubieran preguntado hace dos meses, habría dicho que no creía que lo haría", dijo Pam. "Lo estamos logrando".

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¿CÓMO OBTENER AYUDA?

Si tú o alguien que conoces está en crisis de salud mental o puede estar considerando el suicidio, ponte en contacto con la National Suicide Prevention Lifeline al 1-800-273-8255 (en Español: 1-888-628-9454; para personas sordas o con problemas de audición: Marque el 711 y luego el 1-800-273-8255) o la línea de texto para crisis enviando el mensaje HOME al 741741.