¿Estás en la tundra y quieres una Big Mac? Ya existe una aplicación (y un avión) para eso

Robert Golike, a la derecha, piloto de Alaska Air Transit, descarga envíos de correo en el pueblo de Takotna, Alaska, el 15 de marzo de 2022. (Brian Adams/The New York Times)
Robert Golike, a la derecha, piloto de Alaska Air Transit, descarga envíos de correo en el pueblo de Takotna, Alaska, el 15 de marzo de 2022. (Brian Adams/The New York Times)

ANCHORAGE, Alaska — Robert Golike afirma sentirse como el repartidor de alimentos más costoso del mundo, pero eso quizás se deba al hecho de que utiliza un avión Cessna.

En una mañana reciente, Golike, un piloto de Alaska Air Transit, estaba en la pista de aterrizaje de Merrill Field, cargando un avión de nueve plazas con cartas, paquetes, productos agrícolas y pañales, entre otras mercancías. Se disponía a llevar por aire esos artículos esenciales a la región de Upper Kuskokwim, a más de 320 kilómetros de distancia.

Pero también a bordo iba quizás el cargamento más esperado de todos: dos pedidos de DoorDash. Uno consistía en tacos de bistec y churros de Pedro’s Mexican Grill en Anchorage, y el otro era una variedad de comida china clásica para llevar de Famous Wok, incluyendo lo mein, res con brócoli y pollo general Tso.

En el otro extremo, esperando la entrega, estaban Natalia Navarro y su familia, quienes anhelaban con entusiasmo sus antojos de “comida citadina”.

“Puedes pedir lo que quieras”, aseguró Navarro. “Y una vez que lo recibes, de verdad que lo disfrutas”.

Sin embargo, antes de que pudieran lanzarse a devorar su comida, el piloto tuvo que transportar el pedido en un largo viaje aéreo sobre las aguas cenagosas de la ensenada de Cook, los escarpados picos nevados de la cordillera de Alaska y el terreno lleno de pequeños lagos cerca de la pista de aterrizaje en Nikolai, donde finalmente aterrizó.

Allí, la caja de comida (ligeramente aplastada) fue entregada a Navarro, de 29 años, quien trabaja como asistente de salud en la clínica del pueblo. En esa comunidad de menos de 100 habitantes no hay tiendas de abarrotes ni restaurantes, así que una o dos veces al mes su familia realiza pedidos de DoorDash para romper con la monotonía de las sopas y guisos a base de pollo y alce.

Un pedido de comida rápida para llevar en un avión, junto con otro cargamento en Merrill Field, en Anchorage, Alaska, el 21 de abril de 2022.  (Kerry Tasker/The New York Times)
Un pedido de comida rápida para llevar en un avión, junto con otro cargamento en Merrill Field, en Anchorage, Alaska, el 21 de abril de 2022. (Kerry Tasker/The New York Times)

Tras calentar su pedido en el microondas, el cual había sido entregado en el aeropuerto de Anchorage la tarde anterior, Navarro y su familia comenzaron a comer.

No es exactamente igual que comer en la ciudad, dijo Navarro, “pero está bien tener la opción de que te envíen algo así. No está caliente ni fresco, pero al mismo tiempo tiene el sabor que buscabas”.

Para satisfacer este tipo de antojos, una intrincada cadena de suministro de repartidores, empleados de oficina de aerolíneas y pilotos ayudan a llevar el sabor citadino a la tundra y zonas rurales. Alaska Air Transit es una de las docenas de pequeñas aerolíneas regionales que transportan personas y cargamentos a cientos de comunidades remotas en Alaska: artículos esenciales cotidianos como DVD de Netflix, equipos para actividades al aire libre y comestibles, pero también pizzas, hamburguesas Big Mac y contenedores de pho muy bien sellados y empaquetados.

Supanika Ordonez contó que hace cinco años, cuando vivía en Fort Yukon —un pueblo justo al norte del círculo polar ártico, a lo largo del río Yukón— era emocionante conseguir pizza de Fairbanks, a 225 kilómetros de distancia. No había ningún sitio para salir a comer en Fort Yukon y apenas una sola tienda pequeña en el pueblo. Varias veces añadió una entrega aérea de Pizza Hut (cuya comida era la que se mantenía mejor en el viaje en avión) a su pedido mensual de víveres.

En aquel momento, Ordonez contó que las únicas opciones de entrega en el aeropuerto eran pizza y comida china.

“Quería otras otras cosas, pero en ese entonces no tenían DoorDash”, afirmó Ordonez, de 35 años.

Pero hoy en día, gracias a la ubicuidad de los servicios de comida a domicilio, las personas que viven en lugares sin restaurantes ni supermercados tienen acceso a todos los tipos de cocina que ofrece la ciudad más cercana.

Cuando Golike, de 38 años, viaja a localidades en Prince William Sound, casi todos los vuelos reciben pedidos de entrega de comida.

“KFC es el que veo con más frecuencia”, aseguró.

Midnight Air, un servicio de taxi aéreo de Anchorage, lleva pedidos de DoorDash y Uber Eats en sus vuelos unas tres veces por semana, según su propietario, Robert May. Lake & Peninsula Airlines, una aerolínea regional que presta servicios en las regiones del lago Clark y Kuskokwim en el suroeste de Alaska, entrega pedidos de Instacart todos los días, y pedidos de DoorDash “probablemente cada dos días”, dijo Katie Burrows, de 29 años, asistente de oficina de la aerolínea.

La mayoría de las aerolíneas hacen una parada en una comunidad remota solo si un pasajero viaja de ida o vuelta. Cuando eso sucede, la gente del pueblo sabe que debe realizar los pedidos con DoorDash, Grub Hub, Uber Eats o un expedidor local (alguien que realice diligencias ocasionales para las personas). De allí, el repartidor de comida recoge el pedido y lo lleva directamente a la aerolínea. Según el destino, el peso de la comida y el espacio disponible en el vuelo, los habitantes de las zonas rurales de Alaska pueden llegar a pagar entre 10 y 30 dólares solo para que la comida entre al avión.

Sin embargo, como señaló Burrows, muchas personas consideran que el gasto vale la pena.

“Literalmente no hay caminos que conecten a estas personas con McDonald’s o KFC o lo que sea. Pagarle a un expedidor o a DoorDash para que lleven algo a nuestras oficinas y pagar 20 dólares en realidad no es tan caro en comparación con ir a la ciudad”.

El negocio de comida para llevar en avión es tan vigoroso que, en junio de 2020, Kristen Taylor, de 40 años, compró una franquicia en Anchorage de la cadena de restaurantes Papa Murphy’s y al poco tiempo estableció una segunda empresa, Alaska Sky Pie, la cual organiza el envío de pizzas congeladas, pasteles y decoraciones para fiestas en toda Alaska.

A través de contratos con varias aerolíneas en Anchorage, Taylor afirmó que puede enviar pizzas a “prácticamente cualquier pueblo” por menos de 5 dólares por una pizza de 40 centímetros. Con 10 pizzas, el envío es gratis.

En el verano, cuando muchos habitantes de Alaska están ocupados pescando, cazando y recolectando comida para el invierno, Taylor envía de 25 a 50 pizzas a la semana. El negocio se recupera en otoño e invierno, con varios cientos de entregas de pizza al día. Taylor estima que envía cerca de 7500 pizzas al año a lugares remotos de Alaska, para ocasiones como cumpleaños, graduaciones, funerales, bodas y bailes de graduación.

“Le tengo un gran respeto a las dificultades que tienen las zonas rurales”, dijo.

Le han conmovido especialmente las notas que recibe de las familias que piden sus pizzas, incluida una que, según contó Taylor, recibió de una niña en Arctic Village.

“Había visto una pizza en la televisión, pero nunca antes me había comido una”.

© 2022 The New York Times Company