Los extraños: una película oscura y pesimista sobre el racismo que cruza el thriller y el terror

Ashley Madekwe en Los extraños, película original de Netflix
Ashley Madekwe en Los extraños, película original de Netflix - Créditos: @Netflix

Los extraños (The Strays, Reino Unido/2023). Dirección y guion: Nathaniel Martello-White. Fotografía: Adam Scarth: Edición: Mark Towns. Elenco: Ashley Madekwe, Bukky Bakray, Jorden Myrie, Samuel Paul Small, María Almeida, Justin Salinger, Lucy Liemann, Tom Andrews. Duración: 100 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.

En el inicio de esta película que marca el debut como director del actor británico Nathaniel Martello-White, la protagonista de la historia luce visiblemente perturbada. Habla con su hermana por teléfono y le cuenta que necesita ayuda para pagar el alquiler del modesto departamento en el que vive, un lugar oscuro y desangelado enclavado en uno de los tantos monoblocks enormes que han sido escenario de decenas de historias de la clase popular inglesa. Parece al borde del colapso y dispuesta a tomar una decisión radical. De inmediato hay un salto temporal en el relato y la vemos maquillándose, mucho más relajada. Ya preparada para iniciar su jornada, sale de una casa lujosa y se monta en una 4x4. Su situación parece haber cambiado diametralmente. Así es el misterioso prólogo de este film que cuyo clima general tiene más de una transformación y sobre todo unas cuantas sorpresas.

El personaje que interpreta Ashley Madekwe de golpe ha cambiado de aspecto, de nombre y, ostensiblemente, de vida. Ahora es una mujer elegante, casada con un hombre blanco que tiene un buen empleo y con un puesto como subdirectora de una escuela privada cuya población estudiantil es también mayoritariamente blanca. Pero sospechamos -porque los primeros minutos de esta ficción nos inducen a imaginarlo y porque su actitud siempre es un poco tensa- que hay algo aquel pasado difícil que todavía la perturba.

Concentrada en un presente perfecto, al menos en la superficie, está completamente abocada a la organización de una gala benéfica cuando sin ningún anuncio previo aparecen en su vida los extraños del título de la película. Para ella, notoriamente preocupada porque sus hijos no tengan ningún contacto con la cultura negra, la llegada de esos dos intrusos es un problema, sobre todo porque la obliga a reencontrarse con su pasado y porque ser blanco, está claro, sigue siendo un privilegio incluso en una sociedad cosmopolita y multicultural como la inglesa.

Dividida en tres actos, la película puede recordar vagamente aquella violenta invasión de un hogar burgués que Michael Haneke imaginó para su perturbadora Horas de terror (Funny Games, 1977), pero sin la perversidad ni la sangre de aquella película estrenada en Cannes y que diez años más tarde tuvo una versión especialmente pensada para el mercado norteamericano que dirigió el mismo cineasta austríaco. Al menos en los dos primeros actos de los tres en los que está dividido un relato cuyo epílogo por fin entra en erupción, cuando los incómodos visitantes se ponen mucho más agresivos.

El modelo de esta película es claramente ¡Huye! de Jordan Peele
El modelo de esta película es claramente ¡Huye! de Jordan Peele

En las dos primeras partes, la protagonista enfrenta los problemas lógicos de cualquier doble vida: ocultar su origen requiere de unas cuantas artimañas y sobre todo le genera constantes conflictos con sus dos hijos. Ella misma oculta su cabello naturalmente rizado debajo de una peluca y vive en una realidad que se ha inventado y que está a punto de derrumbarse como un castillo de arena, incluso por su propio temperamento paranoico y conspirativo. Prefiere continuar enfrascada en su second life, conduciendo su onerosa Range Rover mientras junta fondos para ayudar a los desposeídos de África, una revelación explícita de su hipocresía que es uno de los trazos más gruesos de la película. “Pero nosotros somos negros”, le espeta su hijo cuando ella se opone a que su marido contrate a una mujer de color en su trabajo, para que todo sea aún más elocuente.

Madewkle (poco conocida en la Argentina, aunque los más memoriosos quizás la recuerden por su aparición en El sueño de Cassandra, de Woody Allen) resuelve con aplomo su papel de mujer escindida de sí misma y torturada por el esfuerzo que le exige su permanente simulacro. En las dos primeras partes de la película, su misión es transmitir la incomodidad de esa esquizofrenia, y lo cierto es que hace con convicción y eficacia. Las cosas se ponen más complicadas cuando la película pasa del thriller y la historia del conflicto familiar al cuento de terror.

El modelo más evidente de Los extraños es ¡Huye!, el gran debut de Jordan Peele, un experto en la creación de atmósferas inquietantes para denunciar el racismo en los Estados Unidos. Pero aquí hay menos vuelo, menos subtexto y un puñado de alegorías más torpes que reveladoras. La reaparición de ese pasado que la protagonista quiso borrar de un plumazo es brutal, salvaje y un poco apresurada. Los damnificados por su decisión arrebatada y egoísta que los dejó abandonados no están muy dispuestos a olvidar o perdonar. No hay intenciones de reconciliación, sino un claro espíritu de venganza de dos hijos impulsados por el resentimiento que transformarán la vida de esa mujer agobiada en una auténtica pesadilla sin redención posible. Asediada por los ecos de aquella decisión equivocada, ella elegirá otra vez escaparse, una nota amarga que reafirma el temperamento lúgubre, sórdido y pesimista de Los extraños.