Faisán de Windsor y botones de esmeraldas: los secretos de la primera cena de Estado de Carlos III como Rey

El rey Carlos III ha pasado con nota su primer banquete de Estado como monarca. En el Palacio de Buckingham, derrochando ceremonial, exquisito protocolo y haciendo un desfile de tiaras y joyas como hacía años, la reina Camilla y la princesa Kate demostraron que estuvieron a la altura en la velada que se ofreció a Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica. Un menú con toques británicos, un discurso con alusiones al colonialismo y hasta la revelación de un apodo con el que Isabel II era conocida, fueron algunas de las curiosidades de una noche que ya es parte de la historia. 

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Centros de oro y plata, flores otoñales y una separación de 45 centímetros

Los mejores centros de oro y plata del gran servicio de Jorge IV, que data del siglo XIX, se sacaron a relucir en la mesa así como casi mil vasos, seis para cada uno de los 161 invitados que se han sentado separados exactamente por 45 centímetros de distancia. Un servicio que también cuenta con 14 soperas, 20 salseras, 140 fuentes, 288 platos llanos, 12 cubiteras, 58 puestos de postres y 107 candelabros. Los Reyes supervisaron personalmente los preparativos de la cena que tuvieron lugar en el salón de baile del Palacio de Buckingham y vieron cómo se colocaba la cubertería de plata dorada que se saca para las grandes ocasiones. Antes, un destacamento de la Household Cavalry y las carrozas desfilaron en todo su esplendor.

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Faisán de Windsor y rodaballo con setas

El menú que se degustó consistió en rodaballo asado con setas, trufas y salsa y faisán de Windsor relleno de alcachofas, compota de membrillo y salsa de Oporto. Una elección que se desmarca de los banquetes que ofrecía Isabel II que prefería venado de Balmoral o cordero criado en una de las propiedades reales. Las guarniciones incluyeron una selección de zanahorias Chantenay variadas, col rizada con calabaza asada, patatas estofadas y ensalada.

Un parfait helado de vainilla con manzanas caramelizadas, café y petit four se ofrecieron como postre. Las cocinas de Palacio también crearon proteas, las flores nacionales de Sudáfrica con azúcar y colorantes comestibles.  Los vinos que regaron estas delicias fueron un Château Feytit-Cinet, Pomerol 2000 que sabe a “licor, cerezas y tierra”. También un vino espumoso inglés Ridgeview Blanc de Blancs 2016, un Chssagn-Montrachet y un Morgeot, entre otros.

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Los botones de esmeraldas del Rey

Camilla y Kate Middleton no fueron las únicas que hicieron un gran despliegue de joyas El rey Carlos, que vistió un frac llevó en su camisa y su chaleco blanco unos botones de esmeraldas en talla cuadrada de diferentes tamaño. El monarca británico se suma así a una tendencia que también usa don Felipe cuando lleva trajes de etiqueta.

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El apodo sudafricano de Isabel II y el colonialismo

El rey Carlos ofreció su primer discurso ante un líder político extanjero que también se convirtió en un homenaje a su difunta madre. “Durante una de mis propias visitas a Sudáfrica, en 1997, el presidente Mandela me dijo que le había dado a mi madre un nombre especial: Notlalepula, que significa ‘venir con la lluvia’. Me han asegurado que esto era una señal del afecto particular que el presidente Mandela sentía por la Reina… ¡Más que un comentario sobre la costumbre británica de llevar nuestro clima con nosotros!”, bromeó.

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También hizo mención al pasado colonialista en la zona: “Si bien hay elementos de esa historia que provocan un profundo dolor, es esencial que busquemos comprenderlos como les dije a los líderes de la Commonwealth a principios de este año, debemos reconocer los errores que han dado forma a nuestro pasado si queremos desbloquear el poder de nuestro futuro común”.